Categoría: Varia invención

Todo lo que no cae en otras categorías. O bien: pura loquera.

  • Nuevas teorías sobre el Universo, por el doctor Primo Van Der Whiska

    –Nueztro univerzo no es el único. Eztá conectado con otroz univerzoz de aterrador parezido–fue lo primero que ceceó el doctor Primo Van Der Whiska al salir del clóset donde había pasado, escondido, dos largos minutos. Le preguntamos a qué se refería; pero, como es usual en él, nos ignoró y se dedicó a acicalarse por un rato.

    Para el ojo poco entrenado, habría parecido que el doctor Primo Van Der Whiska estaba muy tranquilo; pero yo lo conozco bien, desde que era una bola de pelos y pulgas no mayor que mi puño, y me di cuenta de que seguía asustado. Alberto me miró, preocupado: él también estaba al tanto.

    –Eztá bien, lez cuento máz–concedió el doctor Primo Van Der Whiska, cola aún esponjada, pupilas aún dilatadas–. En mi viaje cózmico dezcubrí que hay otroz univerzoz que ze parezen aterradoramente al nueztro.

    Y comenzó a lavarse la pata delantera derecha, fingiendo total naturalidad, como si no hubiera dicho exactamente lo mismo. Pero el doctor Primo Van Der Whiska no es ningún tontito (bueno, sí lo es, pero lo queremos mucho), así que se dio cuenta de que su explicación no era satisfactoria. Y menos con lo asustados que aún estábamos: en su afán científico y explorador, había salido del departamento… ¡y lo perdimos de vista por cinco aterradores minutos! (que concluyeron cuando los maullidos aterrorizados me guiaron al piso de arriba).

    –Zalí en mi afán zientífico y explorador a recorrer el univerzo–explicó (aquí entre nos, no sé qué me enerva más: que cecee o que me lea la mente y conteste con las palabras que justo acabo de formular)–. Y no te enervez, humana. Loz zerez zuperiorez zomoz azí. El chizte ez que zalí y encontré uno como agujero de guzano, lo zeguí, y me llevó a un univerzo igualito, azí, con zuz puertaz y zuz rejaz, pero no eztaban uztedez y la puerta que correzponde a nueztro mundo eztaba zerrada y me ezpanté.

    –Yo creo que escuchó pasos que venían del piso de abajo y le dio miedo. Trató de huir, subió las escaleras al piso de arriba… y de plano le dio el telele cuando nadie le abrió la puerta que creyó «de su casa»–susurré a Alberto–. Lo bueno es que sus pinches maullidotes de desesperación me guiaron a él y lo pude arrastrar de regreso antes de que enloqueciera.

    –Ezo acabo de dezir, humana–interrumpió el doctor Primo Van Der Whiska–. Fue una zuerte que zubieraz tú también por el agujero de guzano y que me rezcataraz antez de que llegaran loz zombiz clonez que zeguro viven en ezoz univerzoz alternoz.

    Debo reconocer que, a excepción de un par de vecinos, los demás se ajustan perfecto a la descripción del doctor Primo Van Der Whiska.

    –¿Y por qué se escondió al regresar, doctor?–Alberto me echó una mirada fulminante por hablarle de «usted» al gato, pero me hice güey.

    –Nezezitaba tiempo y ezpazio para poner en orden miz ideaz. Pero he llegado a una rezoluzión: debemoz conquiztar ezoz otroz univerzoz y poner cajitaz de arena en todoz y platitoz con whiskaz también. Ezo, o rázquenmen la panza, que todavía eztoy con zuzto.

    Y nos sentamos los tres en el sillón, dos a apapachar al tercero, hasta que sus pupilas se convirtieron en rayitas verticales y comenzó a entonar un dulce ronroneo.

  • Los hijos del smog

    1.
    El libro es más viejo que yo por dos años. Lo conocí porque un alumno agradecido le regaló un ejemplar a mi mamá. Ella elegía algunos cuentos (los que pensaba que podría yo entender) y me los leía. Luego, me dejó el libro. Me acuerdo que cuando estaba en cuarto de primaria incluía algunos de los cuentitos (con crédito, por supuesto) en un periodiquito escolar que me inventé y que luego boté.
    Yo pensaba entonces que era un libro presente en toda biblioteca (es decir, común, fácil de hallar, conocido por todos)… hasta que, más crecidita, quise conseguirle un ejemplar a una amiga y vi que la cosa era justamente inconseguible. —Lo mismo me pasó con «Los sueños de la Bella Durmiente», de Emiliano González, y la antología de Jean Ray, pero ésas son otras hitorias.
    Luego me di cuenta de que el autor era poco menos que enigmático: Jorge Mejía Prieto es autor de muchísimos libros, pero al parecer éste es el único de cuentos.

    2.
    Ayer me avisó Ricardo Bernal que había algunos ejemplares de «Los hijos del smog» en una librería de viejo (¡gracias!). Fui corriendo y compré todos los que quedaban, siete. Soy feliz. Y para no seguir con el blablableo, les dejo mejor una muestrita:

    El insomne

    Ya ni con el uso de los más poderosos barbitúricos lograba dormir. Desesperado, se suicidó dándose un balazo. Le velaron. Le dieron cristiana sepultura.
    Como a las seis horas de estar bajo tierra, y entre la espesa tiniebla del ataúd, abrió los ojos con esa molesta rigidez que le era tan conocida en las noches sin sueño.
    Comprendió que el insomnio se había reiniciado. Y que era de larga duración.

    Nada

    Este es un escrito completamente inexistente, que usando de la magia de lo falaz utiliza papel y palabras que carecen de verídica existencia. Y, para mejor conseguir la ficción, toma la presencia y atención tuyas, lector, que en realidad tampoco existes y no tardarás en disolverte.

    Los hijos del smog, Jorge Mejía Prieto, Editorial Novaro, 1974

  • Fotopapeando fotomoscas

    Una liguita a una muestra de lo ociosa que puedo ser:
    Hacer click aquí, por favor :)

  • El zombie que me amó

    Tuve hace poco el chance de estar en una mega-tienda de pelis donde la sección de zombies estaba nutridita y mona. No compré ninguna (por algún misterio sólo entendible si se mira mi cartera); pero apunté los títulos para investigar un poco sobre ellas en lo que llegan épocas de vacas gordas (las haremos bistec, muahahaha)

    Sé que, muy probablemente, 90% de estas pelis son bodrios, y el resto serán, acaso, pasables. Pero ¿qué le hacemos? Los zombies son nuestros amigos, hay que apapacharlos. En todo caso, compartida como soy, aquí les van algunas de las tramas de esas pelis que no he visto aún. Ojo: como mi memoria es malona y no traigo la listita, tendrán que conformarse con mi versión de lo títulos. Sin embargo, las sinopsis sí están apegadas a la rialidá.

    1. La teibolera zombie. Un experimento sale mal y afecta a una stripper, volviéndola zombie. En vez de correrla, el dueño del congal la vuelve la atracción del show, y todos los clientes se vuelven fans. Las otras teiboleras dudan: ¿tendrían que dejarse infectar para ganar como ella, o se quedan humanas? El riesgo es grande porque, como todos saben, del zombismo no hay vuelta atrás.

    Comentario mío- Una de dos: o es una comedia negra divertidilla, o es una soft porn de flojera. Alguien, en imdb, dice que es más divertida que Shaun of the dead. ¿En serio? Yo dudo que haya algo más divertido. Los gringos no entienden el humor británico, bah.

    2. Los zombies nazis que vivían bajo el agua. Algo mata a las mujeres que se acercan a la orilla de un lago francés. Ese algo es un regimiento nazi que, por razones que aún no comprendo, cayó en el lago y se zombificó. Así que ahora salen por la noche a violar y matar francesas.

    Comentario mío- Suena a necrofilia barata. Quienes han visto la peli dicen que es mala mala mala. En todo caso, ver a un zombi nazie (¿o era zombie nazi? ¿o zomby nazy?) fuera del WII no suena mal, no, no. (Y la peli es de 1980, así que tendrá su toque retro).

    3. La fiesta de los zombies adolescentes. Típica fiesta de fin de cursos es interrumpida por un ataque zombie. El instnto de supervivencia hace que chavillos que nunca se dirigían la palabra en situaciones normales ahora hagan equipo, incluyendo a la sexyporrista y al nerd.

    Comentario mío- Ha de ser una mezcla de Carrie con La venganza de los nerds y con The breakfast club.

    4. Zombies en el mall. Todo mundo se convierte en zombie excepto dos hermanas superfresas californianas. Deciden salvar el mundo… después de aprovechar las rebajas en el centro comercial más cercano.

    Comentario mío- Me imagino una cosa como el reality show de Paris Hilton y Nicole Ritchie, pero lleno de zombies. ¿Eso es bueno o es malo?

    5. Luna de miel zombie (de hecho, es el título real). Una pareja recién casada se va de luna de miel, y el tipo es atacado por «algo» que lo vuelve zombie. Él trata de contener su canibalismo para «hacer que su matrimonio funcione» y ella decide quedarse con él «en las buenas y en las malas». Pero el marido comienza a descomponerse…

    Comentario mío- Da la impresión de ser una buena comedia negra. Tendremos que verla.

    BONUS: La que no está en Amazon

    Buscando información sobre estos zombies, encontré que recientemente ha estado en festivale una peli de nombre «Wasted away»: la historia de cuatro amigos veinteañeros que, por comer helado radioactivo, se convierten en zombies. La cosa interesante es que ellos se perciben como normales, como si el resto del mundo fuera lo que está mal. Pinta maravilloso, en serio. Ojalá llegara a México, cuando menos en dvd. En todo caso, los dejo con el trailer. (Pero si pueden ver el de acá, no se lo pierdan: es más lindo)

  • Dr. House a la mexicana

    Lo que mucha gente no entiende es que, para mí, ver «Gray’s anatomy» o «Dr. House» o incluso «Scrubs» es ver ciencia ficción: algo que podría ocurrir en un futuro lejano, pero que, probablemente, quede sólo en la imaginación.

    Así que hacer un programa estilo House, pero ubicado en mi realidad (en el ISSSTE en el mejor de los casos) sería un ejercicio de minimalismo: tendríamos que quitar el equipo de especialistas, las super máquinas para resonancias magnéticas, las curitas, las gasas y el merthiolate, las camas de hospital… y sólo quedaría la amargura housiana, pero multiplicada por mil y visible en cada médico y enfermera que se diera la vuelta por el cuarto para ocho enfermos que me tocaría compartir.

    Y, claro, sería aburridísimo de ver:

    1. INT. CONSULTORIO ISSSTE. DÍA

    El médico está sentado frente a su escritorio. Reprime un bostezo, lo que le genera una ira incontenible. Duda: ¿descargarla en forma de puñetazo sobre el escritorio? Por suerte, en ese momento entra un paciente, que se queda en la puerta, temblando.

    DOCTOR:
    ¿Síntomas?

    PACIENTE:
    Buenos días, doctor.

    El médico resopla, molesto ante la muestra de educación. El paciente, tímidamente, se sienta ante el escritorio.

    DOCTOR:
    ¿Qué le duele?

    PACIENTE:
    De repente me tiembla la pierna, doctor. Se sacude, como si fuera un ataque…

    DOCTOR:
    ¿Duele?

    PACIENTE:
    No… nada más se sacude.

    DOCTOR:
    ¿A ver?

    PACIENTE:
    No, pues ahorita no me está dando… es de repente, así, de la nada.

    El doctor vuelve a resoplar. Se levanta. Mira de cerca la pierna que, efectivamente, está quieta.

    DOCTOR:
    Su carnet.

    El paciente le da el carnet. El médico escribe, con una letra horrible, algo en él.

    DOCTOR:
    Lleve su carnet a la ventanilla dos, para que le den consulta con el ortopedista.

    PACIENTE:
    Pero doctor…

    DOCTOR:
    Y dígale a la enfermera que me mande al que sigue.

    El paciente sale, confundido.

    2. INT. CLINICA. DÍA

    El paciente está formado en la larga fila que lleva a la ventanilla 2.

    3. INT. CLÍNICA. DÍA

    El paciente al fin llega a la ventanilla. Lo atiende una empleada hostil y aburrida.

    EMPLEADA:
    Su carnet.

    PACIENTE:
    Buenos días, aquí está.

    La empleada resopla. Abre el carnet, no encuentra nada. El paciente le ayuda a encontrar la hoja en la que viene el garabato del médico. La empleada no le entiende (¿sabrá leer, acaso?) y resopla de nuevo.

    PACIENTE:
    Djo el doctor que me mandaría a ortopedia…

    La empleada lo mira, incrédula, por un instante. Vuelve a fruncir el ceño. Pone un sello sobre el carnet y escribe algo.

    EMPLEADA:
    Venga al consultorio cuatro el once de abril a las diez. Llegue temprano, al menos tres horas antes, o corre riesgo de perder su cita.

    PACIENTE:
    ¡Pero faltan cuatro meses!

    EMPLEADA:
    Por eso, no pierda su cita, o tendrá que sacar otra y no le garantizo que sea para este mismo año. ¡El que sigue!

    -o-o-o-o-o-o-o-o-o-o-o-o-o-

    Para este momento, el espectador ya se durmió, o vomitó, o cayó víctima de un ataque de pánico. Y ver lo que sigue (el temblor lo causaba un cancer maligno y muy veloz, así que el paciente muere antes de su cita con el ortopedista, quien, de todos modos, lo iba a mandar de vuelta con el internista porque la pierna por sí misma no tenía nada de malo) no tiene nada de espectacular: mejor vámonos a ver otro episodio de Dr. House quien, pensándolo bien, es mucho menos hosco que los médicos del ISSSTE.

    Disolvencia a negros.