10 olores que me chocan
Casi se me acaba el día sin hacer mi lista de hoy, a pesar de que Alberto sacó el papelito desde temprano. Pero como decía Confucio, «Más vale tarde que nunca», así que aquí voy:
- Ese olor a encierro húmedo que inunda los lugares encerrados… y húmedos. Dah.
- Obviamente, todos los olores a descomposición. Supongo que es como estamos cableados. Así que no abundaré en ellos.
- El olor a comida grasosa (cuando acabo de comer)
- El buqué de añejamiento de las personas que, como los peces en el río, beben y beben y vuelven a beber (esa peste a crudo que brota de su sudor, puaj).
- Los perfumes dulces, y más cuando alguien abusa de la dosis.
- Olor a clavo. Me hace pensar en el consultorio del dentista.
- Aroma a perro mojado.
- Eructito de gato que acaba de comer
- Le llaman «choquía»: ese tufito que sale de los trapos sucios y mojados.
- El peor de todos los olores del mundo: el mal aliento de alguien que tiene caries, daño hepático y que, pa colmo, fuma. Es feo y preocupante a la vez.
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