Categoría: Varia invención

Todo lo que no cae en otras categorías. O bien: pura loquera.

  • ¿qué pasa?

    Pus nada, que sigo toda desganada. Culpa del cerebro ausente, supongo. O de la medicina. O de los desvelones. O de los extraterrestres que me visitan cada noche para cantarme al oído los grandes éxitos de Broadways, mientras bailan torpemente sobre sus piernitas flacas y tembleques.

  • Lo siento…

    Hoy no me encuentro bien.

  • Inyecciones

    Que no, que no y que no: que nadie se va a convertir en rinoceronte, que no voy a estar IN como Madonna, que la vida es menos interesante de lo que me gustaría -dicen los que saben.
    Pero como YO NO SÉ, me niego a conformarme al bostezo (en estos días, el bostezo con tos). Adempas, ¿a poco no es más emocionante pensar que, cuando me inyectan, lo que están inoculando es un ejército de humanitos pequeñitititos que se llaman Antibióticos y que están dispuestos a luchar hasta la muerte contra… bueno, supongo que contra el ejército de los Bióticos.
    Es tan hermoso imaginar la escena, en el pequeñititito campamento: una fogata pequeñitititita, rodeada por bravos soldados, los caballos, también pequeñititititos, pastando cerca; una brevísima música de armónica pequeñititita flotando alrededor…
    -Hola, señor Antibiótico Pérez, ¿cómo se siente tras la cabalgata? No lo vi en retaguardia.
    -Me siento bien, gracias, señor Antibiótico Gómez. Estuve cabalgando al frente, cerca del Capitan Antibiótico Carranza.
    -¿Y qué cuenta el capitán? ¿Listo para la batalla?
    -Oh, listo, listo. Muy confiado porque en cualquier momento llegarán los refuerzos.
    -¡Qué bien! Ojalá acabemos con todos esos… Bióticos.

    Claro, las inyecciones duelen hasta la pared de enfrente, pero es obvio: si en vez de caballos los Antibióticos usaran, no sé, gatos o cisnes (que tienen un andar más delicado) ¿cuándo llegarían al campo de batalla?

  • Freddy Rats

    (o Fede Ratas)

    Que no, que no es rinoencafalitis. Así que no es cierto que lo que fluye incesantemente de mi nariz sea mi cerebro, listo a juntarse y tomar forma y esencia de rinoceronte. Lástima.

    Me corrigen, pues, y me informan que lo que tengo es rinosinusitis.
    -¿Y eso qués? -pregunto
    -Infección en los senos…
    -¡!
    -Déjame terminar…
    -Woah…
    -No empieces a imaginarte cosas que…
    -¡ya entendí! Eso es lo que le pasó a Madonna, ¿no? ¡Los picos! No era un brassier, ¡eran cuernos de rinoceronte!
    -Ay…
    -Pero… ¿me veré bien YO así? Bueno, ahora que los ochenta/noventa están IN, pueque sí, ¿verdad?
    -No…
    -¡Me encanta que nunca me enfermo de cosas aburridas!

  • FUERAAAAAAAAA… de programa

    No fui a trabajar. En vez, me llevaron al doctor. Me revisó la boca, la nariz y los oídos; me escuchó el pecho y la espalda.
    -Tienes rinocerontitis-dijo.
    Entendí todo: me siento mal porque me estoy convirtiendo en rinoceronte. La nariz produce lo que será mi cuerno (¿keratina líquida?), mi garganta se ensancha para que pueda yo maullar como rinoceronte, mi piel se cuartea porque crea nuevas capas protectoras.
    Pensé que lo correcto sería embestir al doctor, para que se diera cuenta de mi resignación ante el cambio. Pensé que me felicitaría.
    Pero no me felicitó: se enojó, pidió que me controlaran y cuando le expliqué mi razonamiento, me repitió más despacio que lo que tengo es rinoencefalitis. ¡Es mi cerebro el que se está transformando! Yupi. Seré rinoceronte por dentro, pero humana por fuera. Y de todos modos, podré maullar como rinoceronte, a menos que me tome las estúpidas medicinas que me recetó.