No fui a trabajar. En vez, me llevaron al doctor. Me revisó la boca, la nariz y los oídos; me escuchó el pecho y la espalda.
-Tienes rinocerontitis-dijo.
Entendí todo: me siento mal porque me estoy convirtiendo en rinoceronte. La nariz produce lo que será mi cuerno (¿keratina líquida?), mi garganta se ensancha para que pueda yo maullar como rinoceronte, mi piel se cuartea porque crea nuevas capas protectoras.
Pensé que lo correcto sería embestir al doctor, para que se diera cuenta de mi resignación ante el cambio. Pensé que me felicitaría.
Pero no me felicitó: se enojó, pidió que me controlaran y cuando le expliqué mi razonamiento, me repitió más despacio que lo que tengo es rinoencefalitis. ¡Es mi cerebro el que se está transformando! Yupi. Seré rinoceronte por dentro, pero humana por fuera. Y de todos modos, podré maullar como rinoceronte, a menos que me tome las estúpidas medicinas que me recetó.
FUERAAAAAAAAA… de programa
Comentarios
Una respuesta a «FUERAAAAAAAAA… de programa»
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Te encuentras ante un dilema kafkiano. Recuerda lo que escribió Arreola: el rinocerante es el padre espiritual del unicornio.
Abrazos y que soluciones este trance ontológico.
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