Tendría que ir en orden y contar, primero, que Deíctico recibió su primera oferta laboral desde que llegó a estas tierras. Manda decir a Bef que se siente honrado y que agradecido.
O ir más atrás y contar, precisamente, que ayer premiaron a José Luis Zárate los de Vid, y que en la ocasión (medio desangelada, pero bueh…) vimos a Bef, al señor Sifuentes, a Libia y, por supuesto, a un muy trajeado y sonriente Zárate. Y que qué mal plan que la premiación haya sido como el ‘pilón’ de otro acto que nada qué ver.
Pero no, no voy a empezar por ahí, porque lo que ocupa mi mente es mi horda de lechugas zombies.
Y aquí vienen las buenas noticias: en algunos ojos he empezado a ver algo… una especie de chispa… un par de chavillos participones, una niña que ya se leyó completo el libro (ay, y que me recordó mucho a mí, por lo que no puedo sino tenerle simpatía, je) y una que otra manita alzada, sea con dudas o con opiniones.
Ay, pero son tan demandantesssss! Tenerlos participativos pero tranquilos durante 50 minutos requiere de un despliegue de fuerzas impresionante.
Hoy leímos un texto de Woody Allen (ayer, con Alberto, leyeron a Amparo Dávila -espero que alguno de ellos, cuando crezca, recuerde esto con gusto) e hicimos un ejercicio: describir un animal inventado. Luego, un texto de Pescetti y una platicada sobre descripciones. Y una tarea. Todo aderezado con mis mejores chistes (que ellos no entienden, sniff) y mi peor circo (que les da mucha risa, hmm).
Benditos los cielos que mañana y pasadomañana no tienen clases.
Para el lunes, más Pescetti. Total, si no van a aprender a redactar en este curso, (quedan dos meses y su anterior maestro no les dio ni los buenos días) por lo menos que le encuentren el lado mono a la lectura.
Hablo como madre primeriza, ¿verdad? Tres días (y eso que ayer no me tocó a mí, sino a Alberto) y ya estoy clueca.
Ha de ser por eso que ya me encariñé, también, con el pingüino.
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