Ya, juro que es la última
El domingo despertó a Erika con huevos con tocino. Yummy (puaj). A mí esas cosas cérdicas y grasosas, nomás no… me sacan ronchas, neto.
Pero creo que lo peor es que te obliguen a desayunar cuando tu mente apenas empieza a funcionar y tu estómago nomás no se anima a iniciar sus ejercicios matinales. No sé por qué será, pero en esos casos se intensifican los aromas.
Yo hoy desperté con el olor de huevos con frijoles y me dio la nausea inmediatamismo. Lo bueno es que acá saben que desayuno más tarde y más ligero. De todas formas, el olor del aceite caliente me hizo pasar un mal rato.
Que tengan buen día, me voy a la chambeación.
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