Categoría: Vida en Internet

  • Jesús fue más gótico que tú (de esas cosas muy viejitas)

    Jesús fue más gótico que tú (de esas cosas muy viejitas)

    Hace mucho, mucho tiempo, cuando jugaba a hacer páginas web, traduje una página gótica divertidísima: Jesus was gother than thou.

    Me encuentro con que mi versión aún anda en el ciberespacio (el sitio original en inglés parece haber caído) aunque desconfigurada (los acentos y las eñes no jalan). También detecto varios errores por traducir a las carreras, pero supongo que eso se perdona si se considera que toda la programación web la hice a manopla, como se hacía en esos entonces (nada de wysiwyg ni de plantillas ni de blogs precargadoch, hijitoch).

    Quizá sería buena idea rehabilitarla (en otro sitio, porque de plano no me acuerdo de mi contraseña en darksites). Mientras, acá está, con todo y sus errores, su desconfiguración y mi trabajo manual de programación web ;)

    http://www.darksites.com/souls/ardiegirl/

     

    Y acá está, gracias a la magia del Internet Archive, una versión (unos cinco años más modernita de la que yo espejié) del original en inglés:

    https://web.archive.org/web/20031202222538/http://www.shanmonster.com/jesus/index.html

     

    Jesús fue más gótico que tú

  • El crepúsculo, a lo lejos

    El crepúsculo, a lo lejos

    elie wiesel

    Durante un tiempo tuve el hábito de transcribir fragmentos (largos) de novelas que me gustaban para compartirlas con un amigo que transcribía fragmentos (largos) de novelas que le gustaban para compartirlas conmigo (espero que sólo conmigo, pero no lo sé). Era emocionante. Claro, uno podía ir y comprar el libro y leer de un jalón en vez de por entregas; pero tenía algo de emocionante, de personal, eso de leer las entradas aquellas, sabiendo que el interlocutor se había tomado el tiempo de transcribir… Claro, probablemente era un paso de transición entre los hábitos analógicos y los digitales que estábamos comenzando a forjar: ¡era tan nuevo eso de internet, el mail, la inmediatez!
    Pasó el tiempo, perdimos el hábito, ambos (al menos el de mandarnos los fragmentos transcritos); pero algunos de los fragmentos se quedaron, aquí y allá, en un mail viejito, en un disco de respaldo, qué sé yo.
    Y hoy me encontré, buscando otra cosa, uno de esos fragmentos: el inicio de la novela El crepúsculo, a lo lejos, de Elie Wiesel, uno de mis autores favoritos. La novela me archirrencanta, por cierto. Se las recomiendo montón y, como muestra, les dejo lo que jallé:

    1.
    Voy a enloquecer. Ahora es seguro. Después de la tempestad viene la calma. Oscilo entre ambas, por todas partes están las negras fauces del perro negro, veo el fondo del precipicio: tengo miedo y, sin embargo, tengo deseos de lanzarme. Avanzo y retrocedo al tiempo, al mismo paso, con el mismo designio. Hablo al callar, callo al hablar. Escucho al médico decirme: “cuidado, eres peligroso”.
    ¿Peligroso yo? ¿Por qué habría de serlo? ¿Porque conozco la verdad? Pero si no la conozco. ¿Porque la busco, entonces? Pero si ella me rehúye igual que la razón.
    Afuera un viento suave sopla hacia la montaña. Me traslada a la infancia. En el camino eres tú a quien encuentro. Tú, la fuente tanto de mis certezas como de mis angustias.
    Todavía es temprano, pero ya la clínica duerme. Abajo el pueblo duerme igualmente. Pero yo tengo miedo del sueño. Allí me espera un viejo; sé y no sé, ya no sé, quién es.
    En mi sueño todo es estable. Ahora bien, prefiero la inestabilidad. En un mundo ordenado, me place ver nacer una conciencia que se desarrolle e inflame para denunciar la mentira de ese orden. Me gusta escuchar al viejo loco que hace tambalear todo lo que parece sólido.
    Tambalea la piedra en la piedra, el cielo en el techo y el techo en la calle, y la calle en el adoquinado, y los vivos en las sepulturas. Tambalea el pensamiento en el pensamiento, el sueño en la memoria, la oración en las lágrimas del agonizante.
    Mira: avanzo, avanzo hacia el recinto, me dirijo al océano. Un paso más, una palabra más y estaré del otro lado.
    De ahora en adelante voy a reflexionar de otra manera, voy a expresarme en otra lengua, voy a reaccionar de modo inédito. Abandonaré mi cuerpo, repudiaré mi razón, me arrojaré a otra identidad, voy a precipitarme en otro tiempo y a enfundar un hábito que nunca ha sido el mío.
    Adiós, yo.

    2.
    Todo mi ser me lo dice. Voy a enloquecer; probablemente ya ocurrió. ¿Soy yo el que veo en el espejo? ¿Soy yo el que te habla, el que me habla? ¿Es mi mano la que te escribe? ¿Por qué tiembla mi mano? ¿Es mi cabeza la que estalla, mi sangre la que azota mis sienes? ¿por qué tengo la impresión, la sensación de estar despierto incluso cuando duermo, como si otro durmiera en mi lugar? En mis sueños veo dos hombres que corren hacia el mar, uno detrás del otro, e ignoro si yo soy uno de ellos, o el espectador que los observa, o el ahogado que les pide auxilio. Nada es normal, ¿no es cierto?
    No es normal este deseo que me invade, cada vez más, de gritar contra el ruido y la luz… contra el ruido que hace la violencia del crepúsculo que se niega a ceder ante la súplica de las estrellas. No es normal, te lo digo, no es normal esta necesidad que me domina de huir de este cuarto, de esta institución, de esta sociedad, de esta existencia, y de hablar a los árboles, a las raíces, y también de escucharlos. Y es que a veces se dirigen a tus piernas, otras a tus oídos, a tus labios, a tus dedos. Cantan en primavera. Entonces todo canta, las ramas y las flores y las hojas. Cada manojo de hierba canta a su manera, solía decir en gran narrador jasid, el rabino Najmán de Bratslaf.
    También sucede que las nubes enloquezcan. En tales ocasiones su canto es peligroso. ¡Qué le vamos a hacer: las amo! Voy a impregnarme a fuerza de escucharlas. Seré un árbol en el bosque, flor entre las espinas. Moriré con el sol y me levantaré al amanecer. Seguiré los pasos del anciano loco que murió más de una vez. Reencontraré su locura y me remontaré hasta la fuente de la misma.
    No me abandones.

    3.
    —Nada se agita en mí —dice el enfermo—. Nada vive ya en mí, excepto el miedo. Termino por comprender su alcance: temo haberlo olvidado todo. ¿Cómo hacer para trazar de nuevo mi camino? ¿de qué aferrarme para recobrar unas migajas de memoria, algunos trozos de mi pasado ser? Sé (ignoro cómo, pero lo sé) que la memoria es función del tiempo, o al menos de la duración. ¿Qué hay que hacer? Debo insertarme en el tiempo, no importa en cuál, en una conciencia en la que el tiempo no pueda ser borrado como la arena en una ruta frecuentada. Podría hacerlo, con tal que me fuera posible respirar, pero ni pensarlo; además, no se puede pedir demasiado de los muertos: si se pusieran a respirar como todo el mundo, ¿a dónde iríamos a parar? Que los vivos respiren, que se ahoguen; yo sólo les envidio la memoria, nada más. Ni la dicha, ni la curiosidad: únicamente la memoria… En mi tumba, a solas con mi cuerpo, entregado a él, me doy cuenta de súbito de que espero algo, ignoro qué; sé que espero a alguien, ignoro a quién. Sí, algo va a ocurrir, pero ignoro qué y quién va a producirlo. Sé, sin embargo, que esta espera corresponde a una lección aprendida. A partir de ella, a costa de considerables esfuerzos, reconstruyo la trama: la espera física se convierte en espera mental; la nebulosa espera cobra una forma, la forma de la palabra. Sí, hace tiempo había leído, en un libro viejo y polvoriento, que tres días después del entierro un ángel toca en la tumba del difunto y le pregunta el nombre. Desgraciado de él si lo ha olvidado. Eso es lo que me ha acontecido: he olvidado. Soy presa del pánico: ¿quién soy? ¡Dios de mis ancestros, ayúdame!: ¿quién quisiste que fuera? Veo mi rostro hundido, mis ojos mustios, mi boca, sé que esta visión de un hombre enfermo y algo entrado en años es la mía, sé que este hombre soy yo; pero igualmente sé que este saber es insuficiente, sé que este hombre es la suma de sus experiencias, de sus remordimientos, de sus fracasos, de sus triunfos, de sus silencios; en una palabra, de su memoria. ¡Oh, pobre de mí, carezco de memoria! Ya no recuerdo ni mi propio nombre. Y el ángel va a llegar de un momento a otro. ¡Va a golpear en mi tumba! ¡Me preguntará mi nombre y yo permaneceré mudo! ¡Repetirá la pregunta y no sabré qué responder! ¡La hará por tercera y última vez y todavía no tendré nada qué responder! Entonces se apoderará de mi alma y la lanzará a través del infinito, lejos de los hombres y lejos de Dios, irrecuperable, maldita por los siglos de los siglos.

    El crepúsculo a lo lejos, Elie Wiesel, ed. Norma

  • Se busca: almas caritativas que quieran traducir una rola del ruso al español

    Se busca: almas caritativas que quieran traducir una rola del ruso al español

    Como algunos de ustedes saben, soy fan de la banda rusa Agata Kristi, aunque mi paso fugaz por las clases de ruso no me permite entenderles gran cosa. Bueno, pero la música es el lenguaje universal, así que con eso basta, ¿no?, dice mi lado amable.
    ¡No! dice mi lado obsesivo: Necesito entenderle bien y, de preferencia, en una traducción bien hecha, porque la de babelfish y similares no me satisface.
    ¿Y qué, vas a pagarle a un traductor por eso? Haz tu alcancía, mijita, porque luego de una rola vas a querer que te traduzcan otra y otra y así hasta la discografía completa (mi lado amable es en realidad un lado bastante bitch, qué mala onda).
    ¿No habrá un alma caritativa que esté estudiando ruso y que quiera traducirla nada más por practicar? ¿O un alma caritativa rusa, que tenga un rato libre y quiera disfrutar de una canción linda y traducirla? La verdad es que si fuera una rola a traducir del inglés al español yo lo haría nomás por ocio o amabilidad, dice mi lado obsesivo, sin querer confesar que lo haría por, bueno, pues por eso: por obsesivo.
    Pues déjala en tu blog como botella al mar, capaz que encuentras esa alma caritativa, dice con insidia mi lado seudo amable. O regresa a las clases de ruso, añade.
    Mi lado obsesivo le hace una trompetilla.
    Yo intervengo: lados, lados, ¿no podemos simplemente llevarnos bien?
    Y para evitar el pleito pongo acá la rola, ¿quién quita y algo pasa? (De acuerdo con lo que vislumbré en mi pobre traducción, puede que sea ligeramente porno). Y, en todo caso, servirá para compartirles una canción que me gusta mucho (por que sí, la música es un lenguaje universal).

    turrun

    (Y acá está pa que la escuchen)

  • Autoempleada, autojefa

    Autoempleada, autojefa

    Eso sí, con elegancia aunque sea en casita ;)
    Eso sí, con elegancia aunque sea en casita ;)

    A partir de mañana tendré que ponerme a trabajar en serio si quiero completar mis pendientes a tiempo. La verdad es que me da un poco de vértigo pero creo que si me organizo bien sí lo voy a lograr. Uno de los principales problemas que he tenido en los últimos diez meses es que no tengo un jefe que me diga qué hacer y qué no hacer, o que se disguste si hago o no hago. De esta forma, la vida ha sido un poco china libre y, si bien he logrado cumplir con mis deadlines, la verdad es que he tenido momentos de mucho estrés por no administrarme bien.

    Anoche, mientras escribía mi nota sobre los empleados que le hacen bullying a los consumidores para que el único que gane sea el dueño de la empresa para la que trabajan (la pueden leer aquí), me cayó un veinte en algo: si soy capaz de trabajar responsablemente para un jefe externo, si siempre me he jugado el todo y he dado mi mayor esfuerzo para instituciones a las que en realidad no les interesa qué tanto me esfuerce y me ponga la camiseta siempre y cuando cumpla con mis metas, ¿no debería trabajar con muchísimas más ganas cuando el resultado de ese esfuerzo me va a beneficiar a mí? Mi respuesta fue que sí, que debo respetar a este jefe buena onda y cariñoso y comprensivo que debería ser yo misma y cumplir sin tratar de robarle tiempo al trabajo (porque sería robarme tiempo a mí misma). También, claro, pensé que si he sido (porque, neto, lo he sido) una jefa amable, comprensiva, paciente y razonable con la gente que ha estado a mi cargo, debo ahora serlo también con esta persona que está bajo mis órdenes: yo misma.

    Ya sé que suena un poco psicótico, pero es que esto de ser el propio jefe de uno tiene su lado de personalidad dividida y todo eso (además de que, recordemos, soy hermana de mí misma, como pueden leer acá, y eso siempre genera algunos trastornos sin importancia).

    En resumen, que a partir de mañana trataré de ser mejor autoempleada y mejor autojefa, todo con miras a terminar a tiempo el siguiente proyecto de escritura que, acá entre nos, me tiene muy entusiasmada. Me muero de ganas de contarles al respecto pero por políticas de la empresa (ja) sólo platico de las cosas cuando son un hecho, así que mejor me apuro a convertirlas en un hecho y ya luego les cuento :) -En todo caso, si me ven menos en Facebook, Twitter y similares, ya saben que es porque hice un trato con mi jefa ;)

  • Spam! (y otras consideraciones)

    Spam! (y otras consideraciones)

    spamz

    Hace unos días, una persona en Facebook me dejó un mensaje público en mi pared, quejándose de mi reciente afición al ask.fm y el modo en que inundaba su vida. «Es muy feo y estoy pensando en filtrarte de mi FB», decía (palabras más, palabras menos).Mi primer alud de pensamientos incluyó varios acerca de la actitud de esa persona: ¿Por qué no simplemente me filtró, sin ir primero a amenazarme? Si su intención era advertirme de que estaba yo volviéndome una peste, ¿por qué no lo hizo por inbox? O bien, ¿por qué no eligió un tono más «amistoso»? También pensé en mi propia actitud en situaciones parecidas: cuando una persona se obsesiona con alguna aplicación y me llegan mil videos o notificaciones de 4sq o fotos de gatos, ¿qué hago? Pues nada, no me molestan en lo más mínimo, porque llegan a la pared de «noticias», no a mi muro personal. Cuando alguien pone un alud de mensajes racistas u homófobos, entonces sí reacciono: pongo en la configuración que no quiero que aparezca en mi pared ninguna noticia de esa persona, y listo. No le digo a nadie, no amenazo, no hago aspavientos. Es más: hay amigos muy queridos a los que tengo en «mute» en Twitter porque su modo de usarlo me aturde (pero ni unfollow ni reproches, lo juro) y, más radical la cosa, hace unas semanas «desamigué» y bloqueé en FB a una persona que, en otro momento, fue importantísima en mi vida, pero que ahora me estaba resultando tóxica. No le dije ni en su pared ni en inbox, porque es un asunto personal mío, de mi forma de usar FB.

    Entonces llegó el segundo alud de pensamientos: ¿estaba siendo yo una peste? Revisé y, efectivamente, por un error de configuración había dejado llegar al FB muchas preguntas del Ask.fm en esa tarde de aburrición. la verdad es que me dio mucha pena, porque en general yo procuro usar las redes sociales civilmente. Pero si al mejor cazador se le va la liebre… ¿qué podemos esperar de una cazadora aficionada? Así que redirigí mi atención: en vez de criticar la actitud de la persona que me dejó el mensaje aquel, me puse a analizar mi propia conducta y concluí que, efectivamente, el error había causado molestias. Así que me disculpé públicamente en FB, con la persona quejosa y con el resto, por si alguien más se había sentido ofendido. Mi conclusión fue: «Sí, su actitud fue odiosa, pero el fondo de sus palabras es justo. Su actitud odiosa no le quita lo molesto a lo que hice y que haya sido por error no disminuye las molestias», así que simplemente me disculpé.

    Lo curioso es que unas veinte personas me escribieron, algunas en público y otras en privado, diciendo que a ellas no les había parecido una molestia, sino algo divertido. Me subieron el ánimo, sin duda (y desde acá les agradezco su amabilidad y buena ondez, en estos tiempos en que prolifera tanto la hostilidad online). Una sola persona apoyo a la primera, también en público, también de un modo poco amable, diciendo que ya la tenía mareada con el ask y que si no podía hacer yo algo al respecto.

    Nuevo alud de pensamientos: primero, con respecto a la segunda persona quejosa: ¿no tendría que hacer algo al respecto ella? Si yo estoy viendo la tele y la explosión que pasan se oye demasiado fuerte, ¿no tendría que bajar yo el volumen a mi aparato, en vez de esperar que la televisora modulara de otro modo los sonidos de la grabación? Así, si algo me marea en FB, ¿no tendría que ir yo a «configuración» y filtrar o bloquear lo que me molesta? (Insisto: a mí, que tengo alrededor de 2300 «amigos» en FB y que sigo a cerca de 2000 personas en twitter, en general no me molesta lo que ponen, pero capaz que es porque tengo atole en las venas, no sé). Luego pensé que estaba ante un reto interesante: darme gusto a mí, primero que nada, pero tratando de no afectar a la gente que me tiene en Facebook y Twitter. Sé que es imposible darle gusto total a todos, pero al menos se puede intentar ser civilizado (que es algo que procuro desde allá por 1996, que empecé en los chats y los foros en línea). Así que me puse a pensar en alternativas viables.

    Mientras tanto, la primera persona quejosa insistió en que lo que yo estaba haciendo era spam, e incluso puso la definición que da FB a este término. Me pareció curioso porque, para empezar, yo ya no estaba haciendo lo que había estado haciendo para el momento en que la persona salió con eso; y, en segundo lugar, porque lo que Facebook define como spam tiene una vaguedad asombrosa y termina dejando todo a la libre interpretación. En resumen, dice que si alguien pone algo que tú no querías ver, puedes considerarlo spam. Qué friega, porque entonces los anuncios de Facebook pueden ser spam y entonces la propia compañía está transgrediendo sus reglas.

    Más interesante: Entonces, si yo odio a los perros y alguien pone UNA foto de un perro y yo la veo, ¿puedo acusarlo de spam? Si interpretamos estrictamente el manual de usos de FB, sí. Así que podemos volvernos tan intolerantes como queramos, y ser tan poco responsables de nuestras propias paredes de FB como se nos dé la gana. ¿Yupi?

    Sin embargo, Facebook está diseñado de modo que cada usuario puede decir qué ve y quién ve lo que el/ella pone. Si no usamos esas herramientas es porque no queremos (no digamos que «porque no sabemos», porque es refácil encontrar los manuales, además de que sería responsabilidad nuestra buscarlos y leerlos, no de sus creadores).

    Pero entonces, una más: ¿quiere decir que podemos convertir nuestro FB en un mundo hecho totalmente a nuestro gusto, en el que sólo aparezcan comentarios de quienes queremos cuando queremos, de los temas que nos interesan? Sí. ¿Sería divertido? No lo sé. Lo que sé es muy complejo, porque aquí entran otros asegunes: ¿es respetar la libertad de expresión no borrar comentarios homófobos o clasistas? Si alguien pone a una de mis fotos «te ves gordísima y horrible», ¿debo dejar estar el comentario para demostrar que no soy intolerante? Vamos: ¿es que tenemos que ser tolerantes hasta con los intolerantes?

    De nuevo tengo que responderme que no lo sé. Pero sé que cada usuario de FB (y TW) es único y que cada quién decide cómo vive estas herramientas, si las utiliza para proyectar sus frustraciones, para hacerse de un entorno más amable o para sufrir porque los demás no hacen las cosas como uno las haría o como uno quisiera que las demás las hicieran.

    Al final, decidí que seguiré usando el Ask.fm y que, cada que acabe de usarlo, avisaré en Facebook y Twitter: «Acabo de contestar x preguntas en ask sobre tal y tal tema. Si les interesa el chisme, acá está la liga». Creo que puede funcionar. Y, como epílogo, le di gusto a las dos personas que me pidieron expresamente que resolviera yo el problema de mi presencia en su FB. Creo que todos estaremos felices. Creeeeo.

    Conclusión: Me encanta Internet. Toda esta complejidad, toda esta gama de conductas, actitudes, respuestas y problemas me fascina. Y me fascina que uno puede decidir si ve esta complejidad o la soslaya y nomás se pone a jugar jueguitos. Que la red sea una experiencia única para cada quien es la onda :)