Hoy salió este tema: «Hablemos de dientes»
Al pensar en hablemos de dientes, se me ocurre escribir sobre mi propia dentadura y los problemas que me ha causado; de las pesadillas relacionadas con dientes que he tenido; las supersticiones relacionadas con dientes (¡con sueños de dientes!) que hay en mi familia o algún recuerdo de los días que usé brackets. Claro que también podría hablarse de dientes de elote, del ratón de los dientes, qué se yo. Así que respiro hondo y aquí les voy:
Tengo una dentadura muy mala. Crecí con los dientes súper chuecos y a partir de la adolescencia me daba terror ir al dentista, así que fue un asunto que dejé pasar, como si fuera a desaparecer solo por arte de magia. Cuando al fin tuve que enfrentarlo, no sólo estaba el asunto de los dientes chuecos, sino que algunos estaban flojillos y mis encías eran una barbaridad. Fui con una doctora que propuso un tratamiento como de vikingos: abrir la encía, limpiar la parte de los dientes que estaba oculta, cortar el sobrante de encía y coser. No me entusiasmaba nadita, pero me acordaba de cómo había sufrido mi mamá (le daba mucha pena que le faltaban piezas); así que, un año después del diagnóstico, decidí que sí, que iba a ir. Pero me daba penita ir con los dientes todos sucios, así que compré un groupon de limpieza de dientes en otro lado, para ir con la boca limpia (ya sé, es como limpiar tu casa el día antes de que vaya un profesional de la limpieza a hacer el aseo). Bueno, pues resultó que la doctora del groupon me dijo que mis dientes y mis encías tenían salvación. Me hizo radiografías, una limpieza muy cuidadosa (y muy larga, porque en vez de abrir la encía iba de poquito en poquito, conforme la encía se desinflamaba) y con los años hasta me convenció de hacerme una ortodoncia. Yo pensaba que esas cosas las hace uno por vanidad, y que mi autoestima era lo suficientemente saludable como para no necesitarlo; pero ahora que tengo los dientes derechitos (¡y completos!) y que no sufro el montón de cosas que sufría cuando era Rax EncíasSangrantes, debo decir que sí he cambiado mi opinión. Claro que sigo teniendo mala dentadura -requiere de unos cuidados que no les voy a contar acá, para no aburrirlos- pero de un tiempo a la fecha, creo que sonrío más.
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