No me hablen de trabajo que…
Pues sí: mi cuaderno estaba con Alberto. Lo desperté, me dictó lo que necesitaba, pero ya no hice nada: fui a desayunar con Angelito, el webmaster de Fatal Espejo, y tuvimos una charla como tenía meses que no. La verdad es que lo quiero mucho y le debo mucho: yo conocí este bisne de ‘interné’ gracias a él, y mi primera compu fue desconfigurada gracias a él, y mi primer modem se quemó gracias a él (ahora que lo pienso, es EL quien me debe mucho, jajajaja).
En fin. Desayunamos y tomamos tanto café que a las nueve de la noche yo seguía con temblorcito en las manos. Pero ni qué hacerle.
Llegué de con Angel y por supuesto que fue imposible ponerme a trabajar. En cambio, la historia de la ballena de en la mañana seguía dándome vueltas en la cabeza y se convirtió en un cuento que lleva ya seis páginas, pero que -me temo- está en un plan medio cliché. No lo sé. Yo lo escribía pensando en una combinación Thundarr el Bárbaro conoce a Steven Spielberg, y ya acostada pensé que le falta una tercera trama para enlazar esas dos: un punto de vista femenino, que haga que esto sea Simone de Beauvoir conoce a Thundarr en el mundo de Spielberg, o algo así. Qué duro. Creo que es mi primera incursión en el subgénero de los mundos dulcemente apocalípticos.
Pero ya, basta de choro. Si lo acabo, se los presento and that’s it.
***
Ya veo que está difícil lo de una sola rola para siempre. Estoy de acuerdo con ustedes.
Séptimo sentido: No he visto Miniespías. ¿Sale un gato colipavo?
Muchos saludos a todos
PD. Les conté que cedí a la tentación y me puse a contestar las cinco del viernes? Lo que es el gusto por los chismógrafos :)
Deja un comentario