El día que prometí llegar a escribir sobre Exigentina… no lo hice (ya sé, ya lo notaron). Se debió a que, al llegar a casa me encontré con que no había luz (mi papá, amablemente, puso una vela junto a mi compu, pero no es lo mismo. ach, ya sé de dónde saqué este humor tan raro). Y ¿qué hacer cuando se va la luz? Dormir, no hay de otra.
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No. No dormí desde entonces hasta hoy. Pero ya saben, las múltiples actividades, los atentados poéticos, la vida misma…
Je. No tengo vergüenza.
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Estuvo chido jugar al poeta-terrorista. Dan nervios. Dejé un libro aquí, otro allá, otro por más allá… uno especialmente querido se quedó con la maestra Mergruen… Alberto tiene una linda historia con respecto al atentado. Pero mejor será que la cuente él mismo y no yo.
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Cuento nuevo, pero sin final. Lo mismo que el de Exigentina. ¿Será mi destino?
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Sé que no. Pero necesito tiempo. Mi reino a quien me de una beca para dedicarme a escribir la historia de Exigentina. En estos días, me ha tocado hacer guiones de (chequen cuánta cosa alegre):
- cáncer de mama
- cáncer cervicouterino
- robo de niños
- esclerosis múltiple
- enfermedad de Huntington
- enfermedades de los recién nacidos
- infidelidad
- lucha de poder y desconfianza en la pareja
- sexualidad creativa (nice, pero delicado de escribir)
¿Se vale?
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