Lo confieso: estoy jugando con un sistema para mandar fotos. Así que ¡paciencia!
La foto que vemos, por cierto, es en el Alcázar de los Reyes Cristianos, en Córdoba (mi monotema del mes)
Autor: Raquel
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Postal 4: Un fin de semana
Se está lejos de casa. El amigo/paisano más cercano se encuentra en Madrid. Los turistas mexicanos son vergonzantes («weeeeey, te viste mal, acá no tienes que preguntar en inglés los precios, jelou? te viste super naco, weeeey«). El curso de Perspectivas actuales del guión… ya terminó y hasta el lunes empieza el siguiente. ¿Qué hace Raquel? ¿Se encierra? ¿Sufre todo el fin de semana?
¡NOOOOOO!
Porque el chico Subcielo y la señorita Kowalsky se descolgaron desde Málaga para pasar un finde cordobés.
Lo más importante fue verlos. Bueno, verlos y platicar con ellos. Pero también fue lindo pasear con ellos por la ciudad.
Fuimos al Alcázar de los Reyes Cristianos y a un par de museos. Llegaron, por cierto, con un cargamento de regalos que no he terminado de agradecer.
Fuimos a una casa de té, donde al parecer le ponen droga a la bebida, porque nos tocó ver a cuatro que rebotaban de borrachos.
Platicamos de las diferentes formas de llamar al briago en México y España.
Fuimos a un concierto de música folk gallega (cortesía de Luar na Lubre) y, en general, nos la pasamos harto cool. (Por lo menos yo, espero que ellos también).
Por cierto, editores de poesía del mundo… echen un ojo al trabajo del chico Subcielo en su blog, o bien, en Osiazul (donde firma con el seudónimo ‘Francisco Javier Casado’)… que hay que convencerlo de publicar más :)Va fotito del Alcázar:
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Postal 3: Con calor la vida es más sabrosa
1. Vean lo importante que es decir la verdad sin aderezarla: si yo hubiera dicho que llegué a tiempo a la terminal de autobuses, o que venía Miguel Bosé en el camión, Javier (cuyo mensaje pueden ver aún en el tagboard, aquí a la derecha, y a quien le agradezco la visita a este blog) me habría echado de cabeza ;)
Así que pueden confiar plenamente en que todo lo que digo es apegado a la realidad. Especialmente la parte de los extraterrestres.2. La postal
Córdoba es una ciudad caliente. Cierre sus ojitos mi lector defeño y recuerde el mayor calor que le haya tocado acá en la ciudad. Luego, auméntele 10 grados celcius, y podrá hacerse una idea. Claro, que en Córdoba no tuve que pasar dos horas encerrada en un coche bajo el vivo rayo del sol. Eso ayuda a que no se perciba tan grave.
Supongo que es el calor. O el mayor respeto a la calidad de vida de la gente. Lo cierto es que en tierra andaluza casi todos los establecimientos cierran para la comida y la siesta, que coinciden con la hora de mayor calor.
Pero yo soy medio masoquista y medio loca. Así que a la primera oportunidad me salí a cruzar a pie la ciudad. Atravesé un puente sin sombra, y luego caminé por un rumbo totalmente vacío de edificios. Cuando por fin llegué al centro comercial que tenía por destino, juro por mis hijos que sentí que me desmayaba: veía manchitas negras, tenía los brazos dormidos, algo en el pecho no me furulaba 8y recordemos que seguía llena de ronchas, ja).
Por supuesto, no me desmayé. Nunca me ha pasado, y mejor seguir por ese camino. Así que compré mis compras (para desayunar algo distinto al café con pan, que ya me tenía harta, y eso que era martes o miércoles) y salí para enfrentarme de nuevo al sol.
El regreso fue menos terrible, pero ¡a las nueve pe eme sigue habiendo luz de sol!
Me encantaría enseñarles una foto de eso. Y quizá lo haga más tarde.—o—
Fuera de programa: el depto
Ya tenemos departamento. Ayer fuimos a tomar medidas, a ver qué le falta (mucho) y qué le sobra (casi nada). Está muy bonito…
Pero sí, le falta todo.
Así que si alguien tiene, por ejemplo, una estufa que le sobre, o lozeta vinílica que ya no le haga falta, o cerraduras para puertas interiores, le estaremos muy agradecidos :P -
Antes de la postal 3: por qué me despierto temprano y llego tarde al trabajo
Es jueves. En teoría, ya debería estar hecha a la rutina. El viaje es cosa del pasado, sólo falta terminar de deshacer la maleta y seguir contando una que otra postal, ligando (sin permiso, claro) una que otra foto…
Es jueves y estos días se me han ido volando. Nada que ver con el ritmo pausado de las dos semanas anteriores. Los minutos se comprimen para viajar en metro, para caber en el periférico sin contribuir al ya de por sí horrendo tráfico de la ciudad.
Lo peor de todo es que viví 15 días dedicando todo -o casi todo- el tiempo a mí misma. Dormir cuando tenía sueño, escribir hasta que se me diera la gana, comer en el restaurante que más se me antojara, o el que resultara más conveniente según mis propios oscuros intereses…
Creo que por eso me levanto temprano: a las seis soy la única despierta en casa. Puedo venir a escribir sin más compañía que el ronroneo del CPU. Aquí recupero lo que mi amigo Daniel llamaba ‘mi lentitud’.
Creo que por eso llego tarde al trabajo: me cuesta volver al mundo donde todo va de prisa.
Y no es que no me guste la compañía. No es que no quiera a los míos, o que no me guste lo que hago, o nada por el estilo…