Autor: Raquel

  • Uno y ya

    No tiene sentido pasar el día en la compu, pero a veces no puedo hacer otra cosa: entre un guión y el siguiente, apenas tengo tiempo para descansar un rato y la sala con su tele me da tirria; la recámara con su librerito y su cama y su cobija es una tentación demasiado grande.

    ¿Y si mi cama me raptara, obligándome a quedarme ahí para siempre? Diálogos en Confianza se quedaría sin guiones para martes y jueves. Tendrían que pasar programas repetidos, o forzar a los otros guionistas a suplirme. Ellos, molestos, se pondrían en huelga.

    Diálogos en Confianza se quedaría sin programas de lunes a viernes. Canal Once se quedaría sin transmisión 4 horas diarias, sin contar sábados y domingos.

    Tendrían que pasar una película tras otra, lo que ofendería a las dos personas que conforman nuestro ‘público fiel’.

    Las películas tomarían tiempo de Once Niños y de Noticias, por lo que sus respectivos directores renunciarían, ofendidísimos.

    Escándalo. Maratones de 24 horas de cine al día, hasta que la gente de videoteca se diera cuenta de que son los únicos al pie del cañón. Se suman a la huelga de guionistas, canal once se queda con rayitas de colores, sin programación.

    Las otras televisoras se sacan de onda, creen que es una nueva tendencia europea, y como no se quieren quedar atrás, ponen rayitas luego de varias juntas para decidir los colores, la intensidad, la disposición. Quedan igualitas, pero salieron mucho más caras.

    Un éxito: la gente disfruta más las rayitas que las estupideces de adalito y los de hoy.

    A televisa se le olvida que tenía gente en big brother, dejan la casa abandonada. Ellos ni se enteran de que nadie los ve, pero lo sospechan cuando se acaban de comer el pasto, las cabras huyen, y la nueva remesa de despensa no llega (además, el hermanote les hace la ley del hielo, o eso creen).

    Mientras, la moda de las rayitas aburre a la gente. Sacan libros. Leen. Platican. Las televisoras lanzan una campaña más agresiva, rayitas neon vs rayitas pastel.

    Votaciones.

    Fox cambia su traje por uno de rayitas y se disfraza él mismo de rayita: se queda colorado, o verde, o blanco, pero calladito.

    Sus bonos suben al no decir pendejadas, pero los periódicos se quedan sin notas y quiebran.

    Revolución.

    Y mientras, yo en mi cama.

  • Un sueño

    Soñé que estaba en una iglesia, viendo el examen profesional de una chava que se enojaba mucho porque sus poesías no le gustaban a Miriam Negrín (una de las especialistas que acuden con frecuencia a Diálogos en Confianza). Miriam era, por supuesto, la presidenta del jurado dictaminador. Alberto Chimal era un vocal, pero no estaba ahí porque lo habían llamado a junta con los directivos (?) y mi tía Bebis no me dejaba ir a comer, pese a que era obvio que el examen había resultado un fracaso.

    Trataba yo desesperadamente de doblar un pliego de papel bond (que contenía la invitación a una presentación de libro), molesta porque Alberto no venía, aburrida porque sin los jurados completos no le darían resultados a la chava de las poesías.

    Y en eso, los cantos gregorianos que se escuchaban en la iglesia, se volvían música de Michael W Smith.

    Desperté para encontrar a mi gato acostado sobre mí (un close up de gato puede ser inquietante como primera visión de la mañana) y ahora trato de entender si tuve sobredosis de literatura, familia y religión (el morbo fue quien me llevó a la paginita de Smith, lo juro) o si cené un sandwich alucinógeno.

    Y ahora me pregunto: Qué pasaría si al despertar hubiera descubierto que, por alguna magia extraña, fuera ahora yo una fan de Michael W Smith y sus paralelos nacionales (Marco Barrientos, Yuri)?

  • Teibolum

    Y bien… si tuve un rato libre. Estoy a punto de irme a comer pero me encontré la máquina desocupada y no resistí la tentación. Es una especie de encuentro afortunado, porque en esta oficina tenemos 6 computadoras (sólo cuatro con conexión a internet) para 40 personas.

    Ah, y hoy nos soltaron una noticia triste –más vale, en resumen, que empiece a mover el curri. O el culum. En un teibolum.

  • Días pesados

    Mañana es uno de esos días pesados. Al canal, de ahí a comer, luego el francés. Probablemente no tenga tiempo para estar viendo blogs –ni éste ni otros–, ni imaginando qué pasaría si, por ejemplo, me encontrara a mi abuela preparando la cena al llegar de mi clase (mi abuela murió hace seis años).

    Sería raro verla ahí, como si nada, haciendo un cafecito con leche o unas quesadillas y poniendo cara de ‘rax, estás loca’ cuando yo le dijera: ‘pero si estás muertaaaaa!’

    Pero sería lindo verla. Quiero escribir su biografía y ahora me doy cuenta de que muchas cosas de su vida las ignoro.

    En fin. Mejor a dormir.

  • La madre de los vientos

    Vagando me topé con el blog de Julio, Tijuana en el exilio. Me gustó lo que dice sobre los papalotes. Me pregunto si llegará el día en que un publicista se pare frente al Viento y le diga: ‘Lo siento, tienes que dejar de soplar porque estás ‘out’. Le avisaremos a tu señora madre cuando se ponga de nuevo de moda el look a-la-despeiné’.

    Y de ahí, claro, me acordé del cuento de La Madre de los Vientos, que tanto me gustaba cuando niña. Creo que el nombre era ‘Los tres pelos del diablo’, pero también creo que estoy haciendo un remix de historias.

    Y si un día me encontrara realmente la cabaña en medio del bosque en la que vive la madre de los Vientos?

    (Uno de los vientos llega, con la protagonista a cuestas, a la casa del Diablo, en la versión que recuerdo de la historia. La niña logra hacerse con los tres pelos de oro del diablo y se casa con la prince…. hm. Tal vez no era niña, sino un soldado. O era un cuento lésbico).