- Puede ser que grandes dosis de alegría me agoten emocionalmente
- Puede ser que las hormonas me estén jugando chueco
- Puede ser que algunos cuentos leídos hoy me hayan calado el ánimo
- Puede ser que la dominguez natural del domingo me haya partido la madre
- Puede ser que todas las opciones anteriores (y algunas otras) se hayan unido en mi contra.El caso es que me siento triste. Justo después de varios días lindos y uno –de plano– de desbordante alegración. ¿Necesito vacaciones?
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