Domingo, 9.30 de la mañana…

Van tres días al hilo que visito Coyoacán. No me estoy quejando. Es sólo que me parece curioso. ¿Será que tenemos poca imaginación, o que realmente es un lugar estratégico?

Y bueno, la primera visita (jueves) fue para ver a Mergruen, Luisfey y Julio (mejor conocido como ‘Nuestro hombre en Suecia’). Yo iba con Alberto, claro. Ya otros han reseñado la comida y la platicada de ese día, así que tiene caso redundar. Sólo añadiré que fue una tarde de colección. Deleitable y muy harto entretenida. (Y llevé cámara pero, torpe de mí, no tomé fotos… hm).

Viernes: visita relámpago de Aroche. Me trajo de vuelta un par de discos que le presté antes de que a nuestros amigos les diera la crisis de los treinta (a mí no me ha dado porque voy rozando los 28, y a él, porque… porque… ay, yo qué sé. Tal vez sí le está dando y por eso no postea nada en su blog). Fuimos al Bizarro. Platicamos. Me contó de su viaje a las Europas (9 meses!) y por fin me enteré de la experiencia asustosa que tuvo en casa de su tío, que medio narró por entregas en su blog (y que abandonó en la parte más emocionante). Lo llevé al metro: tenía que volver a Puebla el mismo día (qué detalle, vino sólo a saludarme),

Y ayer, sábado, la reunión coyoacanense fue con mi amigo Guillermo (el único de los reunidos en Coyo en estos tres días, que no tiene blog. Curioso). Anduvimos de librerías, compré un par de pelis, comimos, de nuevo, en el bizarro.

Todo muy bonito.

Pero hoy es el último día de vacaciones. Yo necesito otras dos semanas para ver cuates, y luego otras dos para descansar. Sniff.

Ya será en las de Navidad (suspiro)


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