En shock

Como después de un temblor, estábamos Irma, Greta y yo en un rincón de la oficina, platicando de cosas que sólo se cuentan cuando acaba de pasar una desgracia. ‘En un velorio o después de un incendio’, dijo Greta. Y me sorprendió porque yo me acordaba, justamente, de lo que sentía luego del temblor del 85. Igual, igual, igual: esa sensación de estar indefensa, de no saber qué esperar, de tener prisa y miedo de enterarme de los daños, de las consecuencias…

Dije lo mismo que cuando el temblor:

–Entonces, ¿hago o no hago la tarea?

Sí, el temblor de 85 fue a las 7 de la mañana, pero mi entrada a la escuela era a las 8, así que todavía había tiempo de hacer la tarea… en caso de que valiera la pena.

Esta vez ‘la tarea’ es el guión que se tendría que transmitir el próximo martes. Lo voy a hacer, pero en el fondo siento que no tiene caso. Es como si una de las partes más importantes de mi mundo se hubiera colapsado, y me siento sorprendida: si me hubieran preguntado sobre mi grado de lealtad a un jefe, nunca habría imaginado que fuera a este nivel.

Pero es. Y me siento indignada, triste, medio perdida, y con una carga de trabajo absurda. Nada, que se va mi jefa,… bueno, no se va: la van.


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