Nota: No, queridos míos; la foto que veis no es mía, sino que la saqué de la Red. Ya compartiré las que yo tomé (que no están mal, creo, pero tampoco tan fantásticas como éstas) cuando termine de deshacer la maleta…
Nota 2: Gracias por los mensajes de bienvenidez :)
Mi llegada a Córdoba pudo haber sido accidentada, pero tengo la buena estrella de que mis viajes transcurren sin problemas, siempre. Llegué a la terminal de autobuses de Madrid a las 3.55 (mi autobús salía a las 4). Pero en lo que bajaba a los andenes, me dieron las cuatro… y yo no sabía de qué dársena salía mi camioncito. Así que corrí. Y me dijeron ‘es ese de allá’, señalando un punto no muy claro, del que tres autobuses estaban por arrancar.
Corrí y paré al primero. Abrió el compartimento de equipajes, y entonces pregunté si era el de Córdoba. No. Era el de Sevilla, je.
Lo dejé y corrí a parar el segundo. Era el de Málaga.
Al fin paré el tercero, que sí era el mío, y fui -claro- la última persona en trepar.
En el asiento que me corresponde (en España numeran hasta los asientos del cine, jo) estaba una guitarra. Le pedí que verificara si era su asiento, pero no respondió nada. Quien sí lo hizo, y muy amablemente, fue el joven que iba junto a la guitarra. La quitó, me senté, y despegó el bus.
-o-
Las dos priemras horas de carretera fueron horribles. Llegué corriendo al autobús, sin aliento, y así me quedé, porque no se me ocurrió llevar ni qué comer ni qué beber. Temperatura: 38ºC. El AC del bus no furulaba. Yo cerraba los ojos y veía cocacolas heladas bailando a mi alrededor. Me pregunté cuánto tarda en morir de sed una persona, pero gracias al cielo llegamos a un paradero: 15 minutos para ir al baño, para beber, para comprar comida.
Regresé al bus más viva, y supongo que mi compañero de asiento también, porque empezamos a platicar animadamente. Se llama Javier. Iba a un seminario del conservatorio de música de Córdoba. Tiene un grupo de música folk/antigua que se llama Balbarda (y pueden ver su página web aquí). Me regaló un disco de Balbarda, que pretendo reseñar en algún lado y, al bajar del bus, me guió a tomar el camioncito que va al centro de Córdoba, me regaló su mapa y, por supuesto, hizo de lo más sencillo mi arribo a mi hotel.
Yo creo que los ángeles sí existen :)
o-o-o-o-o-o-o
La mezquita de Córdoba
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