Todo comenzó cuando Agan me recomendó a un dentista capaz de hacer cualquier cosa por dinero. Mi intención inicial era pedirle que me cambiara los dientes por cuchillos ginsu, pero ya que estaba en su consultorio, al verlo tan tranquilo acerca de lo que me iba a hacer, decidí tantear un poco más allá:
-Oiga, ¿y si en vez de ginsus quisiera unos colmillos de elefante?
-Ah, pus sube un poco el precio, porque es más fácil conseguir cuchillos ginsu que colmillos de elefante, pero te los ponemos.
-Hmm… ¿y si mejor quiero cuernos de toro en vez de dientes?
-Ah, pues baja un poco el precio, porque son fáciles de conseguir. pero luego sube, porque implica una práctica más delicada.
-¿Y gatos vivos? ¿Me puede poner gatos vivos en vez de dientes?
-Claro, pero te cobraría más por las whiskas.
Así me di cuenta de dos cosas: uno, que, efectivamente, el dentista estaría dispuesto a hacer cualquier cosa; y dos, que le pidiera lo que le pidiera, el precio sube. Siempre sube.
Me sentía un poco dudosa: los gatos vivos en vez de dientes sonaba a la pura onda, pero me costaría un poco de trabajo comer; en cambio, los cuchillos ginsu eran algo sobrio, elegante y funcional. De tanto pensar me empezó a doler la cabeza, y entonces me retumbó en la mente el comentario de Agan: «si le pagas, te saca hasta el cerebro».
¡Excelente idea! ¿Qué tal sacarme un rato el celebro para poder descansar de mis indecisiones y dolores de cabeza? ¡Era como ir de vacaciones, pero sin pagar avión, hotel y alimentos!
Se lo propuse al dentista y ni parpadeó:
-Muy bien, pero te saldrá un poco más caro, sobre todo si quieres que adecuemos tu cerebro para que sea quitapón.
-Oiga, pero no tengo mucho dinero: puedo pagar tres pesos y seis whiskas (que le robé a Primo, mi gato).
-Bueno, por ser tú, acepto.
La operación fue relativamente fácil, aunque las inyecciones de anestesia (puestas con la misma jeringa con que pone la anestesia en las encías) fueron un poco molestas. Sin embargo, me veía bien con todos esos puntitos (las perforaciones de la aguja, como marcas de una corona de espinas).
Luego, con un serrucho me abrió el cráneo. Muy amable él, cortó justo en la línea del cuero cabelludo, pa disimular luego la cicatriz. Y sacó mi celebro. ¡Tan bonito! Azul y rosa con manchitas anaranjadas aquí y allá, era de un tamaño quizá ligeramente inferior al promedio. Olía muy bien, como a vel rosita. Claro, por la higiene mental que practico un mes sí y uno no (sí saben, ¿no? se mete el vel rosita por la oreja, se ponen corchos en todos los bújeros, se agita y luego se enjuaga…).
Lo puso en un frasco de gerber y me lo dio. Me costó un poco de trabajo cerrar el frasco, pero lo conseguí. Lo que no conseguí fue poner atención a las recomendaciones del dentista con respecto al cuidado de mi nueva mascota. Pero bueno, es comprensible, no?
(Nota: me puse el celebro tantito, nomás para escribir esta nota. Pero ya me lo voy a quitar para guardarlo en el refri, creo que el dentista me dijo que es el lugar indicado. Cuando no lo tengo puesto me siento super bien, como si flotara. yuju! Babeo mucho, pero, por suerte, los ginsu son inoxidables…)
El día que vivimos sin celebro
Comentarios
13 respuestas a «El día que vivimos sin celebro»
-
Necesito el teléfono de tu dentista con urgencia.
-
Me anoto, necesito alguien que se anime a sacar medio corazón, la parte que no me corresponde.
¡Saludos!
-
[…] This post was mentioned on Twitter by Alberto Chimal, Raquel Castro. Raquel Castro said: RT @albertochimal: El día que @raxxie_ se sacó el cerebro: http://bit.ly/a2oOGi […]
-
¡En un frasco de gerber! qué encanto :) oye, pero ¿sí será que lo debes guardar en el refri?
-
Ministry: deja me pongo el celebro un rato pa acuerdarme del número…
-
Minerva: Yo creo que mi dentista si se avienta con esa operación!
-
Miel:
Yo todo lo guardo en frascos de gerber, en el refri. :D -
Ojalá fuera tan fácil ¿no?
Olvidarse del mundo por un rato no le vendría mal a nadie.
:)-
¡Hola, Ceci! Eso sin contar la ligereza de cabeza que se siente cuando anda uno descerebrado. es rebonito :P
-
-
Si! me imagino!
debo admitir que hasta envidia me da :)-
Cuando gustes te paso el dato de mi dentista. Nomás avísame con tiempo, porque tengo que ponerme el cerebro para buscar el papelito con los datos…
-
-
hahaha
Perfecto, yo te aviso con tiempo ;) -
¡Hola Rax! Me encantó tu cuento.. es algo totalmente diferente y por supuesto muy ingenioso. :) A mi tambien me gustaría sacarme el cerebro para sentirme relajada y dejar las decisiones dificil a un lado :D sería magnifico! Saludos!
Deja un comentario