México enfrenta un momento sucio, y me siento asqueada. Pero Alberto me dio a leer este texto de Guadalupe Loaeza y me hizo sentir mejor. No es mi escritora favorita, y creo que aún no es tiempo de resignarnos, sino de mantenernos firmes hasta que se intente el último recurso, pero de todos modos, aquí va:
Para todas las Susanas
VIGENCIA: 04/07/2006 10:36:00 a.m.
Por: Guadalupe Loaeza
Justo ayer recibí un correo que me conmovió sobremanera. Además de encontrarlo muy sincero y elocuente, me pareció que ejemplifica perfectamente bien el sentir de muchas ciudadanas y ciudadanos. Me permito transcribirlo en su totalidad, para después contestarle a doña Susana quien, como muchas y muchos, no acaba de entender qué fue lo que sucedió en las pasadas elecciones.
«Querida Guadalupe, no encuentro la salida, estoy devastada con los resultados de ayer, no los creo. La única persona en quien he creído como político ha sido y será Andrés Manuel López Obrador, y lo peor es que soportar al mismo gobierno panista otros seis años me va a enfermar, lo que me parece inconcebible después de haber asistido al cierre de campaña el miércoles en el Zócalo y poder constatar el amor y la entrega de tanta gente de todas las clases sociales (pues comí en el Cardenal y saludé por cierto a Lorenzo Meyer, estaba lleno de picudos con camiseta amarilla). Disculpa por molestarte, pero siento que me ahogo y no paro de llorar, no sé si es la ‘meno’ (menopausia) o una profunda desilusión de que los mexicanos hayan votado por lo que a mi parecer ha sido uno de los peores gobiernos de este país. Me consuela pensar que la mayoría de los intelectuales de este país, entre ellos, tú votaron por AMLO, que la historia juzgue la manos limpias panistas. Por el bien de todos primero los pobres, tu compañera de partido y admiradora de tu columna en el Reforma. Te deseo lo mejor. Susana Garibay».
Estimada doña Susana: Por el bien de todos, creo que lo que nos corresponde a las y los ciudadanos que votamos por AMLO es, en primer lugar, tranquilizarnos e intentar evaluar las lecciones positivas que nos dejaron las elecciones. En primera instancia, creo que debemos de privilegiar la espléndida participación ciudadana. ¿Se da usted cuenta, doña Susana, de que fuimos a votar el 60 por ciento del padrón electoral? Algo verdaderamente insólito en un país que apenas se está consolidando democráticamente. Hace apenas unos años no teníamos costumbre de ver esas larguísimas filas de votantes, no teníamos credencial de elector, no existían listas con fotografía, no existía la tinta indeleble que demostraba que ya se había votado y la oposición era muy pobre. En ese sentido nos hemos convertido en una sociedad mucho más democrática, plural y sofisticada. ¿Se da usted cuenta, doña Susana, de que prácticamente no hubo disturbios en ninguna de las casillas de ningún estado y de ninguna ciudad de la República? ¿Se da usted cuenta, doña Susana, de que se instalaron más del 99 por ciento de las casillas en todo el país? Y por último, ¿se da usted cuenta de que cada uno de nosotros podemos en la tranquilidad de nuestra casa consultar en la computadora los resultados en la página del IFE? ¿Acaso todo lo anterior no es digno de un país que está ciertamente en vías de democratización? Esto nos debe de llenar de orgullo. No hay duda de que con nuestra actuación, el domingo pasado, dimos una lección de absoluta civilidad. Sin exagerar podríamos decir que superamos y con creces a la clase política. Ahora bien, dice que no encuentra salida, que tiene la impresión de que se ahoga y que no para de llorar porque no ganó nuestro candidato. Su reacción es totalmente humana, válida, incluso su sentimiento de desconfianza. Pero, sinceramente creo, doña Susana, que lo más sensato en estos momentos es acudir a las instancias que existen para estos casos y si es necesario el recuento de las actas, como parece inminente que se haga. Eso sí, debemos defender hasta el último voto y mostrarle a la ciudadanía que sí fue respetado. Pero para ello, doña Susana, están el IFE y el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación, quienes darán la última palabra. Por el bien de todos, debemos creer en nuestras autoridades e instituciones. Como bien dijera la dramaturga mexicana Sabina Berman a nombre del Cuarto de Paz (conformado por 12 personalidades independientes de la sociedad civil: «más que nunca, es en estos momentos en que los ciudadanos, partidos, candidatos y autoridades debemos demostrar nuestra auténtica vocación democrática y nuestro espíritu cívico para determinar el destino nacional por la vía pacífica y legal».
No, no se desmoralice, doña Susana, porque salga quien salga como presidente de la República, va a tener que cumplirnos a cabalidad todas, todas sus promesas. No se olvide de que el país está dividido en dos y que una de esas dos mitades le estará recordando todos los días al ejecutivo sus compromisos que hizo en la campaña. Salga quien salga tendrá que quedar muy bien con la otra mitad que no votó por él. Por ejemplo, si sale el de la derecha, tendrá que integrar, con programas sociales, a todos esos pobres que no votaron por él, y si al contrario, sale nuestro candidato, tendrá que incluir a toda la derecha que no le dio su voto. Ah, cómo estará siendo observado el nuevo presidente, cómo le van a exigir y cómo estarán al pendiente de cada uno de sus actos. Nunca como a partir del primero de diciembre de 2006, el flamante presidente de la República estará en la mira de más de 70 millones de ciudadanas y ciudadanos dispuestos a colaborar con él, sí, pero sobre todo, prestos a reclamar, criticar, denunciar y a manifestarse.
Le confieso, no obstante, doña Susana, que ayer por la mañana cuando me desperté y vi que todavía estaba el PAN allí, quise volverme a dormir por seis años más. Pero después reflexioné y me dije que afortunadamente aún tenía muchas cosas por qué luchar. Curiosamente me sentí más ciudadana que nunca y con más ganas de exigir, también como ciudadana, que se haga el recuento de las actas, como debe de ser. ¿Y sabe qué, doña Susana? A pesar de mi decepción, no me sentí sola. Al contrario, pensé que había muchas, muchas Susanas como usted que habíamos hecho nuestra tarea y que nos habíamos expresado libremente por el candidato que juzgábamos el más conveniente para nuestro país. Allí está nuestro voto que contribuyó con el PRD a obtener ese 35.34 por ciento. También pensé que había aprendido mucho después de tantos viajes que hice por la República promoviendo el voto del PRD y que por añadidura quería aún más a mi país, porque a pesar de todo, estaba cambiando para bien.
Por último le pido que no perdamos la confianza en nosotras; es decir, en las ciudadanas que no somos indiferentes y que tenemos la capacidad de llorar porque no vemos cumplidos nuestros ideales, Guadalupe.
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