Bonito post dedicado a la niña Perla, que me lee (¡oooooooh!)
Hoy en la mañana, camino a la oficina, Perla me dio una sorpresa: me lee. Sí, señores y señoras. O bueno, no: me lee en voz alta la abuelita de Perla y Perla la escucha.
Paréntesis: ¿Cómo que no saben quién es Perla? ¡Qué lectores tan poco conocedores del mundo y de la vida! Je. Perla es nieta de Mary, la esposa de mi papá. O sea, que es como mi sobrina, más o menos (sólo que es mejor portada que mis sobrinas. Lo siento, sobrinas: hay que decir la verdad).
Paréntesis dos: Que Mary le lea a Perla no quiere decir que sea una abuelita de pelo blanco y lentes en la punta de la nariz. No dejen que su mente los haga caer en semejantes clichés, por favor.
Cierro los dos paréntesis y sigo:
Hoy en la mañana, mi papá, Mary y Perla me trajeron al trabajo. En el camino, me enteré de que Perla y Mary me leen. Primero, me dio hartísimo gulp. Porque Perla tiene menos de diez años y Mary es esposa de mi papá, je. ¿Habré puesto alguna cosa inconveniente, como la vez que me fui sin permiso a Rusia y le dije «putín» a Putin? ¿O cuando me peleé a golpes con Arnold Schwarzzenegger (porque se enojó de que no sé escribir su nombre) y le rompí la nariz? Tras un rápido recuento mental, volví a respirar más o menos tranquila: soy la mejor portada del mundo, no hay nada qué temer (ja y rejá). Y si lo hay, pus ya qué.
Después del gulp me dio gusto que Perla me lea y que tenga ganas de hacer su propio blog. A fin de cuentas, de los jóvenes es el reino de la Interné (nosotros nomás se los estamos cuidando) :P
Y luego me quedé pensando: qué chistoso que de pronto ataque esta rara forma de pudor: ¿a poco no es el objetivo de todo blogger ser leído?
Paréntesis: Hoy ando con un nivel de atención como de menos quince. Así que mejor le paro y mañana escribo con concentrancia y atencionismo. Mientras, chaucito.
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