Categoría: Varia invención

Todo lo que no cae en otras categorías. O bien: pura loquera.

  • Intermedio

    Nos reportan que la parte siguiente del cuento de Exigentina y el Monstruo del Árbol no apareció publicado. Es raro. Estamos investigando qué pasó. Mientras, los dejamos con José Asunción Silva y su Nocturno.

    ¿A poco no es una historia de terror?

    Una noche,

    Una noche toda llena de perfumes, de murmullos y de músicas de alas,

    Una noche,

    En que ardían en la sombra nupcial y húmeda las luciérnagas fantásticas,

    A mi lado, lentamente, contra mí ceñida toda,

    Muda y pálida

    Como si un presentimiento de amarguras infinitas,

    Hasta el más secreto fondo de tus fibras te agitara,

    Por la senda florecida que atraviesa la llanura

    Caminabas,

    Y la luna llena

    Por los cielos azulosos, infinitos y profundos esparcía su luz blanca,

    Y tu sombra

    Fina y lánguida,

    Y mi sombra

    Por los rayos de la luna proyectada

    Sobre las arenas tristes

    De la senda se juntaban

    Y eran una

    Y eran una

    ¡Y eran una sola sombra larga!

    ¡Y eran una sola sombra larga!

    ¡Y eran una sola sombra larga…!

    Esta noche

    Solo; el alma

    Llena de infinitas amarguras y agonías de tu muerte,

    Separado de ti misma, por la sombra, por el tiempo y la distancia,

    Por el infinito negro,

    Donde nuestra voz no alcanza,

    Solo y mudo

    Por la senda caminaba…

    Y se oían los ladridos de los perros a la luna,

    A la luna pálida

    Y el chirrido de las ranas…

    Sentí frío. Era el frío que tenían en la alcoba

    Tus mejillas y tus sienes y tus manos adoradas,

    Entre las blancuras níveas

    De las mortuorias sábanas!

    Era el frío del sepulcro, era el frío de la muerte,

    Era el frío de la nada…

    Y mi sombra

    Por los rayos de la luna proyectada,

    Iba sola,

    Iba sola,

    ¡Iba sola por la estepa solitaria!

    Y tu sombra, esbelta y ágil

    Fina y lánguida,

    Como en esa noche tibia de la muerta primavera,

    Como en esa noche llena de perfumes, de murmullos y de músicas de alas,

    Se acercó y marchó con ella,

    Se acercó y marchó con ella,

    Se acercó y marchó con ella…

    ¡Oh las sombras enlazadas!

    ¡Oh las sombras de los cuerpos que se juntan con las sombras de las almas!

    ¡Oh las sombras que se buscan y se juntan en las noches de negruras y de lágrimas…!

  • Lo que sigue del cuento

    Como una muestra de respeto al público, este mensaje no contiene risas grabadas

    mensaje pagado por Laura Zapata I de Vía Láctea

    Exigentina respiró hondo, como para controlar su miedo, y tocó a la puerta de la casa. Al poco rato le abrió la puerta una mujer vieja, tan arrugada que tenía arrugas en las arrugas, con el pelo blanco trenzado al modo de las campesinas. Todo en ella parecía momificado, excepto sus ojillos negros, relucientes e inquietos. No hizo preguntas, ni contestó ninguna duda: simplemente, le dijo a Exigentina que necesitaba una criada de confianza y que si ella aceptaba quedarse, a cambio de su trabajo le daría comida y casa. No era un trabajo para volverse rica y escalar a la cúspide social, pero era mejor que otra noche al aire libre con el estómago vacío. La niña aceptó y esa misma tarde ya estaba limpiando la casa y haciendo de comer para ella y para la anciana.

    Al día siguiente la Vieja (que era, por supuesto, la Bruja) le encomendó una tarea especial: deshierbar el campo cercano. Era demasiado trabajo y una cosa muy absurda -¿para qué deshierbar un terreno silvestre?; pero Exigentina obedeció. Era un trabajo lento, no muy cansado; pero sí aburrido. De pronto, un largo tallo de zacate salió con algo amarrado a su raíz: ¡era una llave!

    La niña recordó la plática que escuchó un par de noches antes y supuso que esa era la llave que el sapo necesitaba. Por un momento pensó en entregársela a su patrona, pero cambió de opinión y se la guardó en la bolsa del delantal.

    Volvió a la casa ya de noche. La Bruja la esperaba en la puerta, ansiosa (ansiosa la bruja, no la puerta).

    –¿Encontraste algo al deshierbar el jardín?

    –Nop

    –¿Estás segura?

    –Sip

    –¡Entonces, mañana volverás a deshierbar! –concluyó la Bruja, de muy mal humor, cosa que a Exigentina tuvo sin cuidado (¿dije ya que, además de exigente, era muy poco empática?)

    Al día siguiente, en vez de deshierbar la pradera, Exigentina se puso a buscar el tronco seco que se abriera con la llave. Era casi de noche cuando lo encontró: más que tronco, era apenas un tocón con una extraña cerradura. La llave entró y giró limpiamente. Abrió una puerta que antes no se veía y del tronco salió arrastrándose un ser espantoso: era pequeño, viscoso y sin patas.

    Por órdenes de Laura Zapata, hasta aquí por hoy, pero continúa mañana sin falta

  • Un post que no tiene nada que ver con Laura Zapata

    Disclaimer: En este post no se hablará acerca de Laura Zapata

    (mensaje pagado por Laura Zapata)

    Es un mensaje rápido, ya que estoy en el trabajo y todo mundo pelea por las computadoras. Justo en estos momentos, tengo a dos personas prendidas a mis tobillos Laura Zapata es simpática, pese a todo, mordiéndome, intentando quitarme de este lugar privilegiado si laura zapata estuviera aquí, seguramente nadie se atrevería a morderle los tobillos. Así que tengo que ser veloz e ir al grano.

    Primero que nada, una disculpa por la abrupta interrupción en la historia de Exigentina Laura zapata no la habría dejado a medias, lo sé; pero es que estos días han sido una locura.

    Segundo que nada, una disculpa por mentir Laura Zapata nunca miente: no fui raptada ni me salió musgo en los dedos. Lo que realmente ocurrió es que me han tenido trabajando como loca Laura Zapata tiene shock prostraumático, pero no está precisamente loca y no he podido sentarme a escribir con calma.

    Espero que sirva para mi descargo la noticia de que Laura Zapata está escribiendo el final de la historia, en la que Exigentina se encuentra con Laura Zapata y entre las dos crean un ejército de Lauras Zapatas que conquistan el planeta y la Tierra se convierte en laurazapatalandia, hordas y horas de Lauras Zapatas repitiendo como mantra ‘Vota por mí’ y actuando como Dulcina la de Rosa salvaje

    corte abrupto

    Erm. Una disculpa. Esta vez, no habrá más menciones a Laura Zapata.

    En realidad, la historia de Exigentina está casi terminada. La pondré aquí en cuanto tenga media hora de descanso, silencio y paz. Laura Zapata mediante.

  • Raptada

    Cielos, el moho se separó de los dedos y se convirtió en enormes Hombres-Moho que me tuvieron presa en lo que intentaban conquistar el mundo. No sé cómo logré escapar, ni por qué desaparecieron los hombres moho.

    Pero aquí estoy, y me siento mejor. En cuanto descanse un poco, podré continuar con la historia de Exigentina :)

    Y gracias a todos por la preocupación y sus muestras de apoyo!

  • Había una vez

    Había una vez una niña que decía que no se iba a casar con nadie, a menos de que apareciera en su vida el Caballero Perfecto. Su madre (de ella, no del Caballero; claro) estaba desesperada, porque en el tiempo de la niña la misoginia era cosa seria, y una mujer sin marido no tenía derecho a tierras ni… a derechos, pues. Pero eso no se acostumbra decir en estos cuentos. No es polite, digamos. Así que su mamá estaba simplemente desesperada, y de desespero murió.

    El mismo día del sepelio llegó a casa de la niña (¿11, 15, 17 años? No tengo idea) su tío, el único hermano de su madre (quien por ser viuda sí tenía derechos; pero al morir los había perdido todos, menos el de yacer en el cementerio del pueblo).

    El tío, borracho y jugador, llegó con la firme intención de hacerse cargo de la sobrina y de su fortuna. Si además de todo la casaba (a la niña, no a la fortuna) se quedaría con la casa, los campos, los animales: todo lo que había pertenecido a su hermana; y además tenía planes para no tener que dar la dote. Las dotes eran el dinero que una mujer (o su familia) tenía que pagar para que otro hombre se hiciera cargo de ella. Habráse visto: además de conseguir puta, criada y preservadora genética, el hombre recibía dinero o bienes. Hay que admitir que quien lo haya inventado era un hombre inteligente. Perverso, sí, pero inteligente.

    Y claro, así era también el tío. Perverso e inteligente. Pero su sobrina no sabía nada de doblar las manitas: no por nada era hija de un mujerón capaz de mantener su fortuna -y hacerla más grande- en un mundo de hombres. Así que cuando el tío dijo que la casaría (horror) con el molinero (doble horror), ella (necesita un nombre, puede ser Exigentina) huyó de la casa.

    Aquí haremos una pausa: no sé si Exigentina realmente quería casarse con un hombre perfecto o si era el pretexto para seguir soltera. Me inclino por la primera opción, porque así es un personaje menos plano: es buena, pero exigente (como yo con la comida).

    Exigentina huyó, pues, y caminó días y días, hasta que llegó a un campo de girasoles. Tenía sueño y se durmió entre las flores. Cuando despertó el dinosaurio todavía estaba ahí (no pude evitarlo, mis dedos musgosos están posesos. Pero va de nuevo)

    Cuando despertó, era de noche. Y cerca de ella, dos personajes, a los que no podía ver, hablaban entre sí.

    –Si por deberle dinero me convirtió en ratón, ¿qué me hará cuando sepa que perdí el frijol de plata? –decía una voz aguda y veloz.

    –No te quejes. A mí me convirtió en sapo por no regalarle la manteca. ¿Sabes qué me hará cuando sepa que perdí la llave?–contestó una voz lenta y profunda.

    –¿Qué haremos? Recuerdo que el frijol de plata lo guardé en una cajita y que la metí en algún lado, pero no sé donde.

    –Yo sí sé donde está la llave: la amarré a la raiz de algún herbajo, cerca de la entrada de la casa. Pero no tengo manos, nunca terminaría de arrancarlos todos.

    Las voces siguieron platicando y así Exigentina se enteró de que estos ex-humanos trabajaban para una bruja. Y que la llave abría una puerta en un tronco seco dentro del cuál estaba un ser horrible, más feo que el sapo. Y que el frijol de plata, sembrado en tierra negra y regado con lágrimas, daría la planta necesaria para que la bruja se hiciera reina. Cómo, eso no lo dijeron. Más bien comenzaron a pelear y Exigentina se volvió a quedar dormida. Despertó de día, y se encontró a pocos pasos de una casita con las paredes cubiertas de escamas de pescado. Era la casa de la Bruja.

    (continuará someday)