Categoría: Varia invención

Todo lo que no cae en otras categorías. O bien: pura loquera.

  • Las cinco del viernes

    Ya me había encontrado el enlace, pero por una razón u otra… no sé, no sé.

    Pero ya que comentan que es una forma de organizar a los bloguitas de habla hispana, y ya que me da tanta envidia que los méndigos za(*) tengan sus cuestionarios de martes, voy esta vez con todo, je. Pero no acá. Mejor en el desván :)

    *Za: sudafricanos. Los de la lista a la que pertenecía Cliff y a la que me meto nomás pa recordarlo… y bueno, para leer noticias de otros lares :)

  • Despierta, pero dormida…

    Ayer sí me extralimité: cuatro horas en la compu no me permitieron terminar una dramatización de seis minutos. La culpa es del juego de Matrix (el de inmersión, no el de video) que está BUENÍSIMOOOOOO. La historia en la que me adentré esta vez (hay muchas, simultáneas) es la de una pareja de marido y mujer que tienen un blog en común (Alberto y yo teníamos una de esas cosas). Y de pronto, el wey (que se llama Ethan) es enviado por cuestiones de trabajo a Dallas (y las da), y en Dallas resulta que hay un wey que dice conocerlo… pero Ethan no lo conoce a él. Total: resulta que antes de ser Ethan (parece) él se llamaba Ryan. Y su esposa, Dina, antes era Sylvia. Alguien le da a Ethan una lista de direcciones, va a la de Dallas y le dan un cd.

    Y mientras, uno de los jugadores va a otro de los sitios de la lista y también le dan un cd. (Esto de los juegos de inmersión es LA NETA). La historia tiene su mejor momento cuando vemos el contenido del cd: entre las muchas fotos, hay una de un agente con su aparatito en la oreja y toda la cosa (o eso podemos suponer, pues el chunche orejal se ve apenas, la foto es borrosa, como tomada en movimiento).

    En fin. Que los descubrimientos requieren de muchas cosas: astucia, hackeo, lecturas previas (sobre todo de Shakespeare, Carroll y Huxley) y sentido de la realidad bien plantado, porque más de un ‘beliver’ podría creerse que esto es en serio. No lo es.

    Es muy cool que salga sólo una mención (mínima pero chidita) a Thomas Anderson. Es un alarde de multimedia, de buena planeación, de diseño, ¡de guión! (si tan sólo hubieran usado la mitad de guión de esto en la peli 3, la vida de los Wachoski sería distinta…)

    En fin. Yo no juego realmente. Voy casi en todo unos pasitos atrás del juego, pero lo mismo me divierto y me asombro y me tardo cuatro horas en la cosa esa en vez de hacer MIS guiones.

    Dice Alberto que pidamos una beca para hacer un juego de inmersión acá en el Mex. Estaría cool. ¿Alguien tiene una beca que le sobre y nos la quiera dar?

    PD. Hora de trabajar. Pero luego les cuento lo del sapito brincador. Gracias por las felicitancias, es un honor tener gusano de honor. Y, Portero, los blogs son maravillosos, sí, pero Alberto y yo nos conocimos en una era pre-blog. :)

  • Buen día

    El buen humor ha vuelto. Viva la vida, yuppi, ja, ja. Ayer, el evento Fatal Espejoso fue cálido, agradable, una reunión amistosa y sin tensiones (o eso digo yo, que no tuve que subir a leer, je). Los escritores, super cool. Hubo gente querida, blogueros estimados.

    Una mala noticia, pero que ya nos esperábamos. Así que habrá que apelar al budismo (ommmm, ommmm) y seguir palante con la pérdida de sede para las fatalactividades.

    Hoy, desayuno tempranero (muy) en Woolworth con mi papá. Platicamos de todo, hasta de mis planes para el año que viene. Se portó comprensivo y respetuoso de mis ideas, aunque creo que las bodas por la iglesia le gustan más que mi idea de ‘si usted quiere celebrarnos, invítenos a comer la semana posterior a la ceremonia’.

    Y es que entendieron bien, damas y caballeros: me caso. O debo decir: nos casamos. Pero para eso falta medio año, así que se queda como nota dentro de un blog (pero se aceptan regalos e invitaciones a festejar por adelantado).

    En fin, que estoy contenta.

    La tarde viene promisoria: lectura de cuentos albertianos en la uam iztapalapa.

    Y mañana, amiguitas en el restaurante, para platicar los últimos acontecimientos.

    ***

    Habrá que añadir una regla a las de Carreño: en reunión pública, es mejor no hablar de política, religión y Matrix, a menos que la gente tenga una pasión por las discusiones que no llegan a ningún lado (o un inusual respeto por las opiniones ajenas).

    PD. Recuérdenme platicar más tarde acerca de la historia del sapito brincador.

  • El final de una saga

    Ayer llegué tarde, cansada, medio zombie (me dio un bajón energético cuando estábamos en Tarotlandia Alberto, Libia y yo: creo que la tienda esa me succionó el power), estaba llegando, pues, en esas condiciones, por lo que tardé un poquitín en darme cuenta de que había algo distinto en mi recámara: orden.

    Los libros en su sitio, los papeles en el suyo, todo donde debía estar. Y es que los martes recibimos la ayuda nunca del todo bien ponderada de Lupita, que viene y en un instante arregla lo que yo tardé una semana en desmadrosar.

    Me cae que Lupita pondría a temblar al universo, con esas tendencias caóticas, y que lo haría volver a su estado primigenio (si el universo fuera un poco más chico, o ella un poco más grande).

    Lo que importa no es eso, en todo caso. Lo que quiero decir es que Lupita, práctica y metódica como es, llevó el cuchillo a la cocina, lo lavó, lo secó y lo dejó en medio de sus hermanos cuchillos.

    Fui al cajón a buscarlo, pero no lo pude reconocer. Miré a los otros con rencor y les dije: ‘nada sois y en nada os parecéis a mi cuchillo’, pero en el fondo sabía que mi cuchillo era uno de ellos, que sí se parecían, y que mi saga del cuchillo se había quedado en una era más antigua y gloriosa.

  • Por último: un cumpleaños raro

    Esta semana se cumplen 20 años de que los virus computacionales dan lata. Su evolución viajera (del floppy, lento como carreta, al mail, veloz como monorriel) y algo más sobre el bisne, se puede leer aquí. ¿Debemos decir ‘felicidades’? (No lo creo….)