Categoría: Varia invención

Todo lo que no cae en otras categorías. O bien: pura loquera.

  • Antes de la postal 3: por qué me despierto temprano y llego tarde al trabajo

    Es jueves. En teoría, ya debería estar hecha a la rutina. El viaje es cosa del pasado, sólo falta terminar de deshacer la maleta y seguir contando una que otra postal, ligando (sin permiso, claro) una que otra foto…

    Es jueves y estos días se me han ido volando. Nada que ver con el ritmo pausado de las dos semanas anteriores. Los minutos se comprimen para viajar en metro, para caber en el periférico sin contribuir al ya de por sí horrendo tráfico de la ciudad.

    Lo peor de todo es que viví 15 días dedicando todo -o casi todo- el tiempo a mí misma. Dormir cuando tenía sueño, escribir hasta que se me diera la gana, comer en el restaurante que más se me antojara, o el que resultara más conveniente según mis propios oscuros intereses…

    Creo que por eso me levanto temprano: a las seis soy la única despierta en casa. Puedo venir a escribir sin más compañía que el ronroneo del CPU. Aquí recupero lo que mi amigo Daniel llamaba ‘mi lentitud’.

    Creo que por eso llego tarde al trabajo: me cuesta volver al mundo donde todo va de prisa.

    Y no es que no me guste la compañía. No es que no quiera a los míos, o que no me guste lo que hago, o nada por el estilo…

  • Postal 2

    Nota: No, queridos míos; la foto que veis no es mía, sino que la saqué de la Red. Ya compartiré las que yo tomé (que no están mal, creo, pero tampoco tan fantásticas como éstas) cuando termine de deshacer la maleta…

    Nota 2: Gracias por los mensajes de bienvenidez :)

    Mi llegada a Córdoba pudo haber sido accidentada, pero tengo la buena estrella de que mis viajes transcurren sin problemas, siempre. Llegué a la terminal de autobuses de Madrid a las 3.55 (mi autobús salía a las 4). Pero en lo que bajaba a los andenes, me dieron las cuatro… y yo no sabía de qué dársena salía mi camioncito. Así que corrí. Y me dijeron ‘es ese de allá’, señalando un punto no muy claro, del que tres autobuses estaban por arrancar.

    Corrí y paré al primero. Abrió el compartimento de equipajes, y entonces pregunté si era el de Córdoba. No. Era el de Sevilla, je.

    Lo dejé y corrí a parar el segundo. Era el de Málaga.

    Al fin paré el tercero, que sí era el mío, y fui -claro- la última persona en trepar.

    En el asiento que me corresponde (en España numeran hasta los asientos del cine, jo) estaba una guitarra. Le pedí que verificara si era su asiento, pero no respondió nada. Quien sí lo hizo, y muy amablemente, fue el joven que iba junto a la guitarra. La quitó, me senté, y despegó el bus.

    -o-

    Las dos priemras horas de carretera fueron horribles. Llegué corriendo al autobús, sin aliento, y así me quedé, porque no se me ocurrió llevar ni qué comer ni qué beber. Temperatura: 38ºC. El AC del bus no furulaba. Yo cerraba los ojos y veía cocacolas heladas bailando a mi alrededor. Me pregunté cuánto tarda en morir de sed una persona, pero gracias al cielo llegamos a un paradero: 15 minutos para ir al baño, para beber, para comprar comida.

    Regresé al bus más viva, y supongo que mi compañero de asiento también, porque empezamos a platicar animadamente. Se llama Javier. Iba a un seminario del conservatorio de música de Córdoba. Tiene un grupo de música folk/antigua que se llama Balbarda (y pueden ver su página web aquí). Me regaló un disco de Balbarda, que pretendo reseñar en algún lado y, al bajar del bus, me guió a tomar el camioncito que va al centro de Córdoba, me regaló su mapa y, por supuesto, hizo de lo más sencillo mi arribo a mi hotel.

    Yo creo que los ángeles sí existen :)

    o-o-o-o-o-o-o

    La mezquita de Córdoba

  • Postal 1

    Madrid está más cerca de la ciudad de México que de Berlín. Lo juro. Tiene un aire más ‘nuestro’. Y no sólo por la comida, que se parece mucho a la que hacía mi abuelita, sino en general. Es ese ‘aire latino’, supongo…

    Madrid de noche está mucho más cerca de Guanajuato en tiempo de Cervantino que de la ciudad de México. La gente se sale a comprar chelas o calimochos (en unos vasos inmensos que se llaman minis) a la tiendita de la esquina, y luego se van a beberlos en la plaza más cercana.

    No puedo negarlo (hay testigos): todo el asunto de beber en la calle me frikeó un poco. No me la creía del todo, aunque veía a todo mundo sentado en la banqueta con sus vasotes. Me temía que en cualquier momento llegara la Guardia Civil y me llevaran a la mazmorra más cercana, para luego juzgarme sumariamente y fusilarme, o bien, mandarme de retache a México. Y eso habría sido terrible, no habría podido tomar mis cursitos de guión :)

    Después de Córdoba, un poco más conocedora de la cultura local, me fue menos difícil (casi nada, la verdad) sumergirme en la cultura del botellón, por lo menos un rato.

    La última noche en España la pasé en una plaza, tomando un mini de cerveza, platicando con Ernesto de la vez que me dejó abandonada en la peor fiesta del mundo (y cuando estaba reclamándole lo que siempre le reclamo, que se haya ido a pasar un mejor rato en su casita de Atlixco, mientras yo tenía que quedarme a aburrirme hasta la mañana, porque estábamos en Puebla) nos interrumpió un mexicano que lleva cuatro años y medio en Madrid, con el que platicamos largo rato acerca de la comida que más extraña.

    Fue una linda forma de despedirme de la ciudad…

  • Yo también estoy de vuelta

    1. Es una obra de teatro de Mario Benedetti. Juan se va de vacaciones a Europa y, cuando vuelve, se siente tan de vuelta de todo que su mujer, María, lo ve perdido.

    Cuando el autor aparece en escena e intenta conquistar a María (?), ella se da cuenta de que, sin haber viajado, también está de vuelta.

    Y corre a buscar a Juan.

    -o-o-o-o-o-o-o-

    2. Ayer, a eso de las once de la noche, llegué por fin. El viaje de regreso fue largo y cansado. Cuatro, casi cinco horas en Nueva York, un retraso porque el avión no tenía aire acondicionado, dolor de espalda y muchas ganas de estar de vuelta. Un buen sueño, aunque no sé si reparador. Estoy cansada.

    Y me siento triste.

    Cruda de emociones, creo.

    Estuve en un lugar tan antiguo que se podía respirar la edad. Córdoba, qué sitio, ¿eh?

    Va la foto.

  • Los blogs también tienen corazón

    Y bueno, eso quiere decir que también merecen vacaciones. Sé que en parte eso significa que muchas de las vivencias maravillosas que he estado experimentando se perderán del ojo lector para siempre (aunque las anoto en mi diario, soy realista y sé que probablemente nunca las transcriba ni aquí ni en otro lado).

    Pero -vamos- que el descanso nos hacía falta a todos: al blog, a mí, a mis dedos, a mis ojos, a mi espalda, a mis riñones, a mi túnel de los Cárpatos…

    En todo caso, como hoy es jueves 14 de mayo, y todos sabemos lo que se celebra el jueves 14 de mayo de cada bisiesto, heme aquí, escribiendo -pero poquito, para que el blog no haga huelga.

    Estoy en Córdoba, España. El clima está a 35 grados en promedio, aunque hoy amaneció nublado; dan las 10 de la noche y todavía hay luz de sol.

    La ciudad es pequeñita, simpática, hermosa. Es fácil perderse en sus callejones y olvidar el siglo en que se vive.

    Si caemos en la tentación comparativa, diremos que se parece un poquitín a Taxco (así como Madrid de noche se me figuró un inmenso Festival Cervantino Guanajuatense, nomás que -a Dios gracias- sin panistas).

    Es una ciudad con calles estrechas y paredes encaladas, patios interiores y balcones.

    Es un poquinho triste, si pensamos que fue la sede cultural de España antes de que a los católicos les agarrara una de sus proberbiales explosiones de intolerancia…

    Fui ya a la Sinagoga (lo que queda de ella) y me falta ir a la Mezquita. He caminado toda la parte histórica (o casi) y buen trecho de la comercial. Lamento informarles, queridos, que hay apenas dos librerías, aunque el equivalente de El Palacio de Hierro tiene más libros que todo Gandhi, me cae que sí. Así que a quienes han encargado libros, dos o tres cosas:

    1. Denme los títulos asap a mi cuenta de hotmail

    2. Comprendan que viajo con recursos limitados y no puedo desembolsar, en total, más de 200 euros en libros, por lo que no se manchen. Sé que es un comentario asqueroso por materialista, pero la culpa es de mi papá por no ser un narco poderoso, de esos que mandan a sus raquelinas a Europa nomás a blanquear dinero.

    3. En Córdoba estoy hasta el viernes 22 a las 3 pm. A esa hora me voy a Madrid, a donde llego a eso de las 9 pm. Al otro día vuelo de regreso a las 9 am. Dicho de otro modo, si no hay en Córdoba los libros encargados, ¡nos jodimos! Espero que lo comprendan y sean, je, comprensivos.

    A quienes han encargado flores: olvídenlo. Acabo de ver La bella y la bestia, y ni en pedo me voy a poner a arrancar rosas en los jardines de por acá. ¡Ja!

    A quienes no encargaron nada, no se preocupen: podré con el encargo seguramente :)

    Una cosa extraña: la filmoteca de Andalucía está llena de hormigas. Anoche incluso las soñé. Brrr.

    Y bueno, yo creo que escribo la próxima semana, ¿vale? Mientras, cuidáos, portáos y mandáos los listáos de libráos (en los casos correspondientes).

    Saludos del tipo rax espeshal a la Fla-k, Felpu, Rasabadú, Bubu, Felipe Huerta, 7o sentido, Joe Mercury, y muy en especial a Luisfey, quien me ha dado tantos tips, a Arochito que fue un gran guía y excelente compaña en Madrí, a Cin y sus consejos, a Erika con su buena vibra, Maribel con su ánimo, y, but off corpse, a Alberto Chimal.

    Sin ustedes y su interés, amigos, probablemente no me habría animado a hacer este viajecín. Ah, y al queridísimo Subcielo, pero él viene mañana, así que le daré las gracias (y los paquetes que le enviaron) en directo.

    Basta de sentimentalismos (sniff) que el teclado hace corto si se llena de lágrimas.

    Je. A comer.