Este es un blog que dice poco y en el que su silencio dice mucho….
Categoría: Varia invención
Todo lo que no cae en otras categorías. O bien: pura loquera.
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La última de antes de ir a trabajar
Nuevamente, texto de Pescetti. Esta vez, porque un cuento de 100 palabras de Jordi me recordó éste. Viene en el libro que ya les mencioné antes, Historias de los señores Moc y Poc.
Miscelánea ética de los señores Moc y Poc
Pedir disculpas es un acto de humildad ante el otro, y exige tanto de una sincera espontaneidad, como de un mínimo de ritual. La espontaneidad la dejaremos al cuidado de cada quien y veremos un poco los otros aspectos.
Es imposible pedir disculpas si no se tiene aunque sea un poco de aprecio por la otra persona, si no nos importa su cariño ni su cuidado; pero, sobre todo, es imposible pedir disculpas si no se ha cometido algún tipo de falta previamente. Las faltas son imprescindibles porque sino ¿de qué nos disculparíamos? ¿de algo bueno? ¿y qué hay de malo en algo bueno? Nada, por lo tanto, no se puede uno disculpar de nada. Y si la disculpa es un acto de humildad, ahí ya se ve que lo bueno, al no ofrecer nada de qué disculparse, no ofrece nada para ser humilde, por lo tanto es un acto de orgullo. El problema está en que lo humilde, por su condición de humilde, jamás se atrevería a señalar que es mejor que el orgullo, porque entonces ya lo diría con orgullo y dejaría de ser humilde. Con lo cual sería una trampa que algo cambie su condición al hacer algo malo porque entonces lo malo se tendría que hacer cargo de todas las cosas malas y quedaría para lo bueno la gloria permanente de que se le atribuyan todas las cosas buenas. Lo justo sería que si lo bueno hace algo malo, no pase a ser malo, sino que siga siendo bueno, para que sea lo bueno responsable de lo malo, también. Porque ¿qué culpa tendría lo malo de eso malo que ha hecho lo bueno? Como, así también, si un día lo malo hace algo bueno, no por eso tendría que pasar a ser bueno, porque ¿qué mérito tiene lo bueno ahí, si no estaba haciendo nada y le cae como llovido del cielo la recompensa de lo bueno que acaba de hacer lo malo?
Pero, entonces, si no es lo humilde lo que elige como mejor a lo humilde que a lo orgulloso ¿quién lo elige? Uno Mismo, claro. Pero Uno Mismo ¿elige con humildad, con orgullo o con neutralidad? Si elige con neutralidad no es confiable, porque ¿en base a qué elige? Si elige con humildad puede que no se atreva a elegir la humildad, ya que parecería vanidad reconocer la humildad y elija, entonces, el orgullo, para hacerse cargo de la parte menos apreciada. Si elige con orgullo, puede que elija con el orgullo de ser humilde, con lo cual arruina lo humilde con su orgullo.
De manera que, primero observamos que lo correcto no da la oportunidad de ser humilde, y luego, que lo humilde no permite ser elegido, por lo tanto, lo correcto es inútil. ¿Y a quién le gusta ser inútil? A nadie. Por lo tanto, dado que no puede haber una conducta actuada por nadie, lo correcto y lo humilde son acciones imposibles…
… perdón, queríamos sostener lo contrario. Les rogamos que, a pesar de las evidencias en contra, sean humildes y correctos.
© Luis Pescetti
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Va a ser uno de esos días…
Mucho trabajo. Y en la noche, una reunión de la que tengo muchas dudas. Para colmo, tengo tos. Me pregunto si será realmente tos, o si durante la noche un percoespín hizo nido en mi garganta. Me pican sus púas, al menos hubiera tenido la decencia de rasurarse antes de entrar.
Ya me lo imagino, alfombrando, poniendo cuadros en la pared circular y carnosita, tocando el arpa en mis cuerdas vocales. Colgándose de una sinapsis para hacer sus propias llamadas telefónicas y decirle a sus cuates: ‘hey, no saben qué casita tan cómoda encontré. ¿no quieren venir a visitarme?’.
Podría llamar a un cazador de puercoespines para sacarlo, matarlo y hacer carnitas y chicharrón espinoso. Pero… siempre viene el pero… me imagino sus ojitos brillantes y su carita de yo no fui: ‘no había ningún letrero de prohibido colonizar esta garganta‘, dirá. Y tendría razón, nunca legislé al respecto.
Es un roedor simpático. Y si se va, puede causarme problemas: ¿qué tal que la siguiente noche me coloniza la garganta un elefante, una ballena, o un ejército gringo?
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Lunes noche
No sé cómo decir lo que estoy pensando. No es plan bromístico, sino un poco de indignación por la falta de sensibilidad de algunas personas. Me acuerdo de una doña que se quejaba de un vagabundo que había tenido ‘el mal gusto’ de escoger su puerta para ir a agonizar. A ella le encabronaba porque le afeaba la entrada y le estorbaba.
Sí, ya sé, la moda es burlarse de esas cosas y decir sandeces como ‘matemos y comamos niños de la calle: acabamos con la indigencia, y con el hambre’. (He escuchado gente diciendo esto. Gente que además hace chistes sobre judíos, negros e indígenas. Gente con la que preferiría no compartir habitación, ni siquiera durante una fiesta).
Cuando veo un campesino en el metro, vestido de manta, con los pies hechos trizas por los huaraches y las manos marcadas para siempre por la tierra, palabra, se me clava la desigualdad bien hondo. No es justo. Ya sé que no puedo hacer gran cosa. Pero al menos puedo seguir indignándome. Eso no me lo pueden quitar, es el granito de humanidad que aún me queda y que guardo celosamente.
A veces es desgastante seguir sintiendo. Pero ¿por qué volverme lo que ellos quieren que sea?
Supongo que, en todo caso, debo respetar la indiferencia de quienes deciden ser indiferentes. Pero no es fácil, especialmente cuando navegan con bandera de ‘soy puro sentimiento’. Porque entonces, además de indiferentes al sufrimiento, son hipócritas.
(Y me acuerdo de otras personas, unas que dicen que la empatía, la solidaridad, el sufrimiento por el sufrimiento de los otros, son defectos, debilidades, fallas que hay que trabajar para poder ser ecuánimes y felices. Chale. Bien pensado, más que coraje, me deberían de dar lástima. Debe ser tristísimo ya no tener lágrimas, o usarlas sólo para cuando una ciudad sim es arrasada por el océano de bits).
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La nota veloz de un martes por la mañana, o XHGC al servicio de la comunidad
Me acabo de poner el traje de Seria (es metáfora, en realidad estoy en pijama) para hacer el siguiente anuncio, por si a alguien le interesa.
Va así:
Hay un chance (pequeño, pero ahí está) de trabajar como maestro/a de español en una secundaria diurna (o sea, del gob) durante tres meses (porque la ticher tiene incapacidad por maternidad, creo). El requisito es tener 100% de créditos –y de preferencia título– en Letras o afines (Comunicación incluida). Acá somos muy muy muy inclusivos y odiamos a los mamones que discriminan a la gente de la UNAM, así que no importa dónde se haya obtenido esa constancia de estudios (excepto, claro, las imprentas piratas de Santo Domingo).
La escuela está en Iztacalco, así que recomiendo el puesto a personas que vivan por los rumbos de la ciudad de México, preferentemente zona de Jardín Balbuena (pero esto es recomendación por su comodidad, no por requisito).
El director de esta secundaria es mi papá, así que si alguien se anima y le dan el trabajo, está prohibido llegar borrachos o contar lo que leyeron en mi último blog :P
Ah, un detalle más: es urgente. Hoy en la tarde le debo dar el nombre de mi sugerencia a mi apá (al cual le agradezco muchísimo que primero piense en mi banda y luego en el sindicato de maestros. Porfas, no le digan al sindicato de maestros).
That’s it. :)