Anoche me desperté como a las tres de la madrugueta, con ganas de ir al baño. No quise prender la luz, porque detesto sentirme lampareada. Además me sé el camino, pues.
La puerta del baño estaba cerrada, y por la rendija se veía luz. Dentro, sonaba el güuurrrrrrrrrrr-briiiiiiiii-trrritriiitrüit de otras veces. Me armé de valor y abrí la puerta….
Sobre el depósito de agua de la taza de baño estaba sentado Deíctico. Se veía arrobado. Una lagrimita con olor a atún escurría de su ojito derecho.
Seguí su mirada hasta la tina y…. ¡no es una foca! (balaría). Lo que Deíctico tiene en la tina es
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