Van a dar las siete…

Tengo frío, tengo flojera. Ayer llovió todo el día, por la mañana era una llovizna invisible pero constante; por la tarde un aguacero descarado: como que la humedad se salió del clóset.

Días así no queda sino encerrarse, tomarse un café y, por ejemplo, ver Gosford Park –eso es lo que Alberto y yo hicimos. Me gustó la película, además de que el clima fuera de la pantalla le añadía un toque multimedia. Y hoy… algo de trabajo pendiente, muchas cosas qué hacer (se casa mi tía en dos semanas; me toca hacer una crónica para su despedida; soy algo así como la cronista familiar).

Me duele la cabeza. Quiero ponerme a escribir, pero al mismo tiempo no tengo ganas. Alberto está en Toluca y lo extraño.

Van a dar las siete…


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