Todos los días me levanto con la firme intención de hacer ejercicio, bañarme, escribir un poco e irme a la oficina antes de las nueve. Todos los días fallo miserablemente: me levanto tarde, prendo la tele, me hago pato, evito el baño muy ecológicamente, veo la tele, salgo corriendo a las nueve y media.
Todas las tardes me prometo ir derechito a casa, escribir un rato, hacer ejercicio, repasar las clases de ruso o de italiano y mil etcéteras que no vienen del todo al caso. PEEEEERO…. sí, adivinan ustedes: fallo también miserablemente por las tardes.
No es realmente una tragedia (excepto porque peso ya mil ochocientos kilos y llevo sólo página y media de mi proyecto de novela onda «La Guerra y la Paz»), pero me hace dudar de mi capacidad de organización.
Ni modo: no todos traemos agenda integrada, me digo cuando analizo mis «áreas de oportunidad» (no soy organizada, pero sí aprendí jerguita isonuevemil para despistar al enemigo). Y entonces me pongo a buscar en la red una bonita agenda que supla la que dios no me dio (léase en tono de Sara García), pero me distraigo con cualquier cosa en la red (el facebook, fotos de gatitos, neopets… ¡incluso pasé una tarde entera en whiskas.com.mx!)
Y bueno, ¿qué le vamos a hacer? Quizá en el fondo no es que sea yo desordenada, sino que tengo un fuerte arraigo a mis tradiciones. O a lo mejor todo radica en que, en realidad, estoy muy a gusto. O que gasto toda mi energía en ser ordenada en la oficina (donde tampoco hago ejercicio, por supuesto).
En fin. La verdad es que ya me estoy distrayendo… y como no quiero dejar esta nota eternamente en el limbo de los borradores, mejor les comparto la letra y un video harto ad hoc a la ocasión: en versión de Heavy Nopal (que es la primera que yo conocí), una muy bonita y triste pero alegre rola de Rockdrigo González.
Y dice….
Cabalgo sobre sueños, innecesarios y rotos
prisionero iluso de esta selva cotidiana
y como hoja seca, que vaga en el viento
vuelo imaginario, sobre historias de concreto.
Navego en el mar, de las cosas exactas
muy clavado en momentos de semánticas gastadas
y cual si fuera una nube, esculpida sobre el cielo
dibujo insatisfecho, mis huellas en el invierno
ya que yo:
No tengo tiempo de cambiar mi vida
la máquina me ha vuelto una sombra borrosa
y aunque soy la misma tuerca que han negado tus ojos
sé que aún tengo tiempo, para atracar en un puerto de amor.
Camino automático, en una sombra de estatuas
masticando en mi mente las verdades más sabidas
y como lobo salvaje, que ha perdido su camino
he llenado mis bolsillos, con escombros del destino.
Sabes bien que:
Manejo implacable mi nave cibernética
entre aquel laberinto de los planetas muertos
y cual si fuera la espuma de un anuncio de cerveza
una marca me ha vendido la forma de mi cabeza
ya que yo:
No tengo tiempo de cambiar mi vida
la máquina me ha vuelto una sombra borrosa
y aunque soy la misma tuerca que han negado tus ojos
sé que aún tengo tiempo, para atracar en un puerto de amor.
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