A. Llego a las 9 de la mañana a las inmediaciones de mi trabajo. Me estaciono en una calle de tránsito local, lejos de la esquina, sin estorbar a ninguna entrada de automóviles (hay muchas en esta calle).
B. salgo a las seis de la tarde, llego a mi coche para encontrarlo dos metros adelante de donde lo dejé, estorbando a un garage y con una multa en el parabrisas.
C. Descubro que la parte de atrás del coche está hecha acordeón, madreadísima pues. Le dieron un llegue monumental.
D. El dueño de la casa se asoma, dice que fue una camioneta roja y que la conductora dejó un papelito en mi parabrisas. Pero que al no poder sacar él su auto de la cochera llamó a la policía. Que llgaron, pusieron la multa y se llevaron el papelito.
E. La dueña de una cerrajería cercana se acerca y me da un post it en el que anotó el modelo, la marca y la placa de la camioneta roja.
F. Llamo al seguro. Viene el ajustador. Tengo dos opciones: pagar el deducible o ir al ministerio público, levantar un acta y esperar que localicen a la conductora de la camioneta roja para que pague.
G. Llega un señor muy amable, que se identifica como el marido de la señora de la camioneta roja. Dice que sabe que la culpa fue suya, que van a pagar, y que ha estado dándose sus vueltas, esperando la llegada del dueño del coche siniestrado (es decir, yo) para ponerse a sus órdenes y tal.
H. El esposo de la señora de la camioneta roja llama a su seguro. Llega su ajustador. Firmamos papeles y nos retiramos, mientras los ajustadores se encargan de todo.
I. Me sorprendo de la buenaondez del esposo de la señora de la camioneta roja: podrían haberse dado a la fuga y ya; pero luego me sorprendo de mi propia sorpresa: ¿no es así como deberíamos comportarnos todos en una situación similar?
J. Por lo pronto, a andar a pie…
Deja un comentario