Autor: Raquel

  • Gua-ajolote

    Fue un sueño:
    Que Primo, mi gato, era un gato nadador. Que veía una alberca y movía la cola como perrito, suplicándome que lo dejara meterse al agua.
    Que yo se lo permitía, claro, y que su nado era de una brazada perfecta, envidiable, imposible para las articulaciones de un gato -pero que me parecía lo más natural, ja.
    Que íbamos a Nosedonde, tierra encantada que aparece en todos mis sueños (no se llama así, pero siempre voy, y no sé dónde es -obvio- pero en los sueños siempre es el mismo lugar…. muy raro) y Primo se echaba un clavado en una alberca que resultaba no ser tal: era una especie de fosa, o mejor aún: un laguito conectado a algún río subterráneo (una vez, hace mil años, mi primo Marco y yo cazamos ajolotes en un ojo de agua en Taxquillo. La fosa de este sueño era muy parecida a aquel ojo de agua, sólo que más grande, y rodeada de vegetación selvática, y algo oscura, y misteriosa).
    Tons, yo me preocupaba por Primo, no fuera a ser que buceando (oh, sí: el gato también buceaba) llegara al río y se nos perdiera. Así que me asomaba al estanque o lo que fuera y me sorprendía ver que estaba lleno de peces gato enormes y otras especies más chicas, y algas y agua turbia, pero no sucia.
    Y el gato nadaba entre los peces, feliz.
    Y de pronto, de entre las piedras del fondo, salía un animal extrañísimo: era un guajolote que en vez de patas tenía la parte inferior de un caracol, terminado en cola de ajolote. Nadaba sin dificultad. Su cabeza y pecho eran de un guajolote normal, excepto que en cada ‘hombro’ tenía una cabecita de guajolote, más pequeña. Éstas se movían como las metralletas de los ‘hombros’ de los tanques, y de hecho, al verlas esa fue la imagen que me remitieron.
    Había otra cabecita más, creo que en medio de la espalda del gua-ajolote. Y las cuatro cabezas se movían suave, tranquilamente, mientras el gato braceaba de croll o de mariposa, y yo caía en cuenta que son más los misterios de la Naturaleza que lo que ya conocemos. Y me preguntaba si la carne del gua-ajolote sabría a pescado o a pollo.

    Retrato hablado de una de las cabezas del gua-ajolote

  • La Hache en fuga

    Como prometí­ en un momento de bocazas, aquí­ está el cuento de Gianni Rodari, L’acca in fuga, traducido (aproximadamente) con explicación previa y notas posteriores.

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    Introducción:
    En italiano, como en español, la hache solita es muda. Pero si se combina con la c o con la g da lugar a sonidos distintos. La regla es un poco complicada en una primera aproximación, pero se asemeja mucho a nuestro uso de la u con la q y la g. En italiano, las sílabas che, chi suenan ke, ki (como en
    ‘queso’ o ‘quisiera’), mientras que sin la hache sonarían che, chi (como en ‘Chetumal’ o ‘chimuelo’). La g en Ghe, ghi es una g suave (como en ‘guepardo’ o ‘guitarra’). Ge, gi, en cambio, sonarían aproximadamente como nuestra ‘y’ en ‘ayer’ o a la ‘ll’ de ‘allí’.

    La hache en fuga

    Había una vez una hache…
    Era una pobre hache: valía una hache (1) y lo sabía. Por eso no era soberbia: se quedaba en su lugar y soportaba con paciencia las burlas de sus compañeras. Ellas le decían:
    –Oye, ¿de veras serás tú también una letra del alfabeto? ¿Con qué cara?
    –¿Sabes o no sabes que nadie te pronuncia?
    Lo sabía, lo sabía. Pero sabía también que en el extranjero hay países, e idiomas, en los que la hache tiene su renombre.
    –Quiero irme a Alemania –pensaba la hache cuando estaba más triste que de costumbre–. Me han dicho que allá las haches son importantísimas.
    Un día la hicieron enojar más que nunca. Y sin decir ni uno ni dos, hizo un atado con la poca ropa que tenía y se puso en viaje haciendo autostop.
    ¡Santo cielo! Lo que pasó de un momento al siguiente, a causa de esa fuga, no se puede describir. Las iglesias (2), al quedarse sin hache, se desplomaron como bajo los bombardeos. Los kioscos de periódicos (3), volviéndose de pronto demasiado ligeros, volaron por los aires diseminando los periódicos, cervezas, naranjadas y raspados (4) por todos lados.
    En compensación, del cielo cayeron los querubines (5): dejarlos sin hache era como quitarles las alas.
    Las llaves (6) ya no abrían más, y quien se había quedado fuera de casa tendría que resignarse a dormir a la intemperie.
    Las guitarras (7) perdieron todas las cuerdas y sonaban menos que las cacerolas.
    Y ni les cuento del Chianti (8), que sin hache sabía horrible. De todas formas era imposible beberlo, porque los vasos (9), convertidos en asos (9′), estallaban en mil pedacitos.
    Mi tío estaba clavando un clavo (10) en la pared cuando las haches desaparecieron. El «cavo» (10′) se escurrió bajo el martillo como si fuera de mantequilla.
    La mañana siguiente, de los Alpes al Mar Jonio, ni un solo gallo salió a cantar kikirikí (11): hacían chichirichí (11′), y parecía que estaban estornudando. Se temía una epidemia.
    Comenzó una gran cacería. Los puestos fronterizos fueron advertidos y redoblaron la vigilancia. La Hache fue descubierta en las cercanías del Brennero cuando trataba de entrar clandestinamente en Austria (12): no tenía pasaporte. Pero tuvieron que rogarle de rodillas: –¡Quédese con nosotros, no nos cause este embrollo! Sin usted, no podremos pronunciar correctamente el nombre de Dante Alighieri(13). Mire, aquí tenemos una petición de los habitantes de Chiavari, que le ofrecen una villa con vista al mar. Y ésta es una carta del jefe de la estación de Chiusi-Chianciano, que sin usted se convertiría en el jefe de estación de Ciusi-Cianciano: sería una degradación.
    La hache tenía un buen corazón, como ya había yo dicho. Y se quedó, para gran alivio del verbo parlotear (14) y del pronombre chicchessia (15). Pero hay que tratarla con respeto, porque de otro modo se irá de nuevo.
    Para mí, que soy miope, sería gravísimo: con los «occiali» (16) sin hache no veo de aquí a allí.

    Gianni Rodari

    1. ‘Valer una hache’ es una expresión italiana similar a nuestro ‘cero a la izquierda’.
    2. Chiese, plural de chiesa.
    3. Chioschi, prlural de chiosco.
    4. Los kioscos de periódicos, en Italia, venden también bebidas y una combinación de hielo con granadina equivalente a nuestros raspados.
    5. Cherubini.
    6. Chiavi, plural de chiave. Cuenta lo mismo para llaves de cerradura que las del agua; también significa ‘clave’.
    7. Chitarre. Plural de chitarra.
    8. Un tipo de vino de origen italiano.
    9. Bicchieri. 9′. El texto original dice ‘biccieri’, que no tiene significado alguno.
    10. Chiodo 10′. Ciodo, que, de nuevo, es una palabra sin significado.
    11. Chichirichì. 11′ ciciricì, que no significa nada.
    12. El Brennero es un paso montañés en los Alpes, que se encuentra en la frontera de Italia y Austria. Desde tiempos del Imperio Romano es un cruce importante en la región.
    13. /Aliguieri/ y no /Aliyeri/, como muchos malpronunciamos.
    14. Chiacchierare
    15. Pronombre colectivo sin traducción exacta al español. Más o menos equivale a ‘quien quiera que sea’.
    16. Occhiali: anteojos. Sin h, occiali, no significa nada.

  • Cinco hábitos extraños

    I. Mirarme al espejo y decir: «para serte honesta…». Lo hago cada vez que estoy sola frente a un espejo, y la frase siempre queda inconclusa.
    II. Entrar a mi blog, abrir la página de edición de blogger, sentir que no tiene caso y cerrarla, varias veces hasta que por fin me decido a escribir un texto… o no.
    III. Torcer la espalda, los dedos, muñecas, codos, dedos de los pies y cuello hasta que truenan. Cosa a la vez, claro.
    IV. Poner SIEMPRE el mismo cassette cuando voy sola en el auto.
    V. Inventarme historias de miedo, creérmelas y no poder dormir por causa de ellas.

  • Mascotas virtuales

    Y no. la gripa no me raptó, ni nada parecido. Fuimos, sí, a la feria del Libro en Guadalajara, que fue una delicia en libros y comida. Y luego, he andado aquí y allá.
    No, no he estado jugando sims día y noche.

    Pero sí, mi nueva ausencia se debe a un juguetito, como siempre. Esta vez se trata de una mascotita virtual y toda la culpa la tiene el programa de radio para el que hago guiones.

    Me explico: me tocó hacer un guión sobre vida virtual y me puse a investigar al respecto. De los sims pasé a los tamagochis y luego a las mascotas virtuales, que me parecía algo muy bobo… hasta que descubrí los neopets. Que no deja de ser algo bobo, pero también me resulta vaciado, divertido y mono.

    Uno entra y crea su mascota virtual. Hay varios modelos para elegir, se puede hacer un macho o una hembra, y se escoge el color. La máquina genera al azar sus características básicas.

    Y bueno, no deja de ser un simple dibujo, pero se trata de tener imaginación, señores.

    Al adoptar al neopet, le dan a uno no sé cuántos neopuntos, que son como los panchólares, y sirven para comprarle a los pets comida, juguetes, libros, etc. También para pagarles clases y demás (jaja). Lo vaciado es que nunca aparece un flash o cosa así… excepto cuando se entra a los juegos (tipo tetris y similares) para ganar puntos que se suman a la cuenta existente…

    olvidaba algo importante: el público meta principal de los neopets son los niños de 9 a 12 años, aproximadamente. :P Así que si ustedes se sienten niños de corazón o tienen niños que quieran jugar cosas destas, o simplemente quieren ver qué diantres me entretiene este mes, adopten su neopet.

    Pero háganlo desde este link para que me den un regalito para Pukisplanchis, mi neopet :P


    este es pukisplanchis. ve a www.neopets.com por tu neopet

  • gripa que viene y va

    Lo más desagradable de la gripa es su ánimo explorador -e incluso conquistador: no le basta con tomar posesión de uno, quiere extenderse por toda la casa, la colonia, el país, el mundo…
    Y entonces puede durar años, porque apenas uno se cura, se la pasa al marido, o al gato, o al hermano, y cuando ellos se curan, nos la devuelven, y así.
    No es broma: conocí a una pareja que tuvo la gripa por cuarenta y siete años, alternándose el virus alegremente…
    y lo terrible es que la cepa del virus muta, se vuelve cada vez más fuerte y ni la medicina ni el DDT le hace nada. Así le ocurrió a esta pareja que les cuento, que al final su virus era ya una forma evolucionada de inteligencia: barría, trapeaba, escribía cuentos y recitaba poemas de machado…
    Por supuesto, cuando el doctor descubrió la penicilina novena generación que podría terminar con semejante bicho, la pareja se negó rotundamente: no sólo ya estaban encariñados con su gripa, sino que además le habían arreglado un ventajoso matrimonio con cierto político importante de la zona…

    El caso es que yo ya estoy casi-bien, pero ahora Alberto empieza con el picor de garganta, el dolor de cabeza, y los etcéteras que acompañan al mal gripal. Y bien pensado, no estaría mal que nuestra gripa durara muchote, como para que vaya a la Universidad y nos mantenga en nuestra vejez…