Autor: Raquel

  • Lo que sigue del cuento

    Como una muestra de respeto al público, este mensaje no contiene risas grabadas

    mensaje pagado por Laura Zapata I de Vía Láctea

    Exigentina respiró hondo, como para controlar su miedo, y tocó a la puerta de la casa. Al poco rato le abrió la puerta una mujer vieja, tan arrugada que tenía arrugas en las arrugas, con el pelo blanco trenzado al modo de las campesinas. Todo en ella parecía momificado, excepto sus ojillos negros, relucientes e inquietos. No hizo preguntas, ni contestó ninguna duda: simplemente, le dijo a Exigentina que necesitaba una criada de confianza y que si ella aceptaba quedarse, a cambio de su trabajo le daría comida y casa. No era un trabajo para volverse rica y escalar a la cúspide social, pero era mejor que otra noche al aire libre con el estómago vacío. La niña aceptó y esa misma tarde ya estaba limpiando la casa y haciendo de comer para ella y para la anciana.

    Al día siguiente la Vieja (que era, por supuesto, la Bruja) le encomendó una tarea especial: deshierbar el campo cercano. Era demasiado trabajo y una cosa muy absurda -¿para qué deshierbar un terreno silvestre?; pero Exigentina obedeció. Era un trabajo lento, no muy cansado; pero sí aburrido. De pronto, un largo tallo de zacate salió con algo amarrado a su raíz: ¡era una llave!

    La niña recordó la plática que escuchó un par de noches antes y supuso que esa era la llave que el sapo necesitaba. Por un momento pensó en entregársela a su patrona, pero cambió de opinión y se la guardó en la bolsa del delantal.

    Volvió a la casa ya de noche. La Bruja la esperaba en la puerta, ansiosa (ansiosa la bruja, no la puerta).

    –¿Encontraste algo al deshierbar el jardín?

    –Nop

    –¿Estás segura?

    –Sip

    –¡Entonces, mañana volverás a deshierbar! –concluyó la Bruja, de muy mal humor, cosa que a Exigentina tuvo sin cuidado (¿dije ya que, además de exigente, era muy poco empática?)

    Al día siguiente, en vez de deshierbar la pradera, Exigentina se puso a buscar el tronco seco que se abriera con la llave. Era casi de noche cuando lo encontró: más que tronco, era apenas un tocón con una extraña cerradura. La llave entró y giró limpiamente. Abrió una puerta que antes no se veía y del tronco salió arrastrándose un ser espantoso: era pequeño, viscoso y sin patas.

    Por órdenes de Laura Zapata, hasta aquí por hoy, pero continúa mañana sin falta

  • Un post que no tiene nada que ver con Laura Zapata

    Disclaimer: En este post no se hablará acerca de Laura Zapata

    (mensaje pagado por Laura Zapata)

    Es un mensaje rápido, ya que estoy en el trabajo y todo mundo pelea por las computadoras. Justo en estos momentos, tengo a dos personas prendidas a mis tobillos Laura Zapata es simpática, pese a todo, mordiéndome, intentando quitarme de este lugar privilegiado si laura zapata estuviera aquí, seguramente nadie se atrevería a morderle los tobillos. Así que tengo que ser veloz e ir al grano.

    Primero que nada, una disculpa por la abrupta interrupción en la historia de Exigentina Laura zapata no la habría dejado a medias, lo sé; pero es que estos días han sido una locura.

    Segundo que nada, una disculpa por mentir Laura Zapata nunca miente: no fui raptada ni me salió musgo en los dedos. Lo que realmente ocurrió es que me han tenido trabajando como loca Laura Zapata tiene shock prostraumático, pero no está precisamente loca y no he podido sentarme a escribir con calma.

    Espero que sirva para mi descargo la noticia de que Laura Zapata está escribiendo el final de la historia, en la que Exigentina se encuentra con Laura Zapata y entre las dos crean un ejército de Lauras Zapatas que conquistan el planeta y la Tierra se convierte en laurazapatalandia, hordas y horas de Lauras Zapatas repitiendo como mantra ‘Vota por mí’ y actuando como Dulcina la de Rosa salvaje

    corte abrupto

    Erm. Una disculpa. Esta vez, no habrá más menciones a Laura Zapata.

    En realidad, la historia de Exigentina está casi terminada. La pondré aquí en cuanto tenga media hora de descanso, silencio y paz. Laura Zapata mediante.

  • Raptada

    Cielos, el moho se separó de los dedos y se convirtió en enormes Hombres-Moho que me tuvieron presa en lo que intentaban conquistar el mundo. No sé cómo logré escapar, ni por qué desaparecieron los hombres moho.

    Pero aquí estoy, y me siento mejor. En cuanto descanse un poco, podré continuar con la historia de Exigentina :)

    Y gracias a todos por la preocupación y sus muestras de apoyo!

  • Había una vez

    Había una vez una niña que decía que no se iba a casar con nadie, a menos de que apareciera en su vida el Caballero Perfecto. Su madre (de ella, no del Caballero; claro) estaba desesperada, porque en el tiempo de la niña la misoginia era cosa seria, y una mujer sin marido no tenía derecho a tierras ni… a derechos, pues. Pero eso no se acostumbra decir en estos cuentos. No es polite, digamos. Así que su mamá estaba simplemente desesperada, y de desespero murió.

    El mismo día del sepelio llegó a casa de la niña (¿11, 15, 17 años? No tengo idea) su tío, el único hermano de su madre (quien por ser viuda sí tenía derechos; pero al morir los había perdido todos, menos el de yacer en el cementerio del pueblo).

    El tío, borracho y jugador, llegó con la firme intención de hacerse cargo de la sobrina y de su fortuna. Si además de todo la casaba (a la niña, no a la fortuna) se quedaría con la casa, los campos, los animales: todo lo que había pertenecido a su hermana; y además tenía planes para no tener que dar la dote. Las dotes eran el dinero que una mujer (o su familia) tenía que pagar para que otro hombre se hiciera cargo de ella. Habráse visto: además de conseguir puta, criada y preservadora genética, el hombre recibía dinero o bienes. Hay que admitir que quien lo haya inventado era un hombre inteligente. Perverso, sí, pero inteligente.

    Y claro, así era también el tío. Perverso e inteligente. Pero su sobrina no sabía nada de doblar las manitas: no por nada era hija de un mujerón capaz de mantener su fortuna -y hacerla más grande- en un mundo de hombres. Así que cuando el tío dijo que la casaría (horror) con el molinero (doble horror), ella (necesita un nombre, puede ser Exigentina) huyó de la casa.

    Aquí haremos una pausa: no sé si Exigentina realmente quería casarse con un hombre perfecto o si era el pretexto para seguir soltera. Me inclino por la primera opción, porque así es un personaje menos plano: es buena, pero exigente (como yo con la comida).

    Exigentina huyó, pues, y caminó días y días, hasta que llegó a un campo de girasoles. Tenía sueño y se durmió entre las flores. Cuando despertó el dinosaurio todavía estaba ahí (no pude evitarlo, mis dedos musgosos están posesos. Pero va de nuevo)

    Cuando despertó, era de noche. Y cerca de ella, dos personajes, a los que no podía ver, hablaban entre sí.

    –Si por deberle dinero me convirtió en ratón, ¿qué me hará cuando sepa que perdí el frijol de plata? –decía una voz aguda y veloz.

    –No te quejes. A mí me convirtió en sapo por no regalarle la manteca. ¿Sabes qué me hará cuando sepa que perdí la llave?–contestó una voz lenta y profunda.

    –¿Qué haremos? Recuerdo que el frijol de plata lo guardé en una cajita y que la metí en algún lado, pero no sé donde.

    –Yo sí sé donde está la llave: la amarré a la raiz de algún herbajo, cerca de la entrada de la casa. Pero no tengo manos, nunca terminaría de arrancarlos todos.

    Las voces siguieron platicando y así Exigentina se enteró de que estos ex-humanos trabajaban para una bruja. Y que la llave abría una puerta en un tronco seco dentro del cuál estaba un ser horrible, más feo que el sapo. Y que el frijol de plata, sembrado en tierra negra y regado con lágrimas, daría la planta necesaria para que la bruja se hiciera reina. Cómo, eso no lo dijeron. Más bien comenzaron a pelear y Exigentina se volvió a quedar dormida. Despertó de día, y se encontró a pocos pasos de una casita con las paredes cubiertas de escamas de pescado. Era la casa de la Bruja.

    (continuará someday)

  • Mutaciones

    Yo creo que la radiación sí nos está haciendo daño. Tantos celulares y hornos de microondas y bombas atómicas y maíz transgénico y todo eso, seguro está causando daños en nuestro equilibrio genético

    Pongo por ejemplo a Rasabadú, mitad col de bruselas y mitad dragón de papel (por cierto, su historia del dragón me hizo llorar, bujú).

    Pero -claro- ese es un ejemplo bastante obvio: cualquiera se da cuenta de que un ser mitad dragón de papel y mitad col de Bruselas tiene algún tipo de problema.

    Hay otros más sutiles y, por lo mismo, más escalofriantes. Y no voy a hablar de mis propias mutaciones, porque mis detractores dirán que se deben a mi sangre extraterrestre y a mi afición a comer dulces de plutonio.

    No: hay cosas peores, mucho peores, y lo más terrible es que nadie parece darse cuenta, nadie hace nada.

    Hoy en la mañana llegué aquí, mi sacrosanto trabajo, y me encontré con que el chavo de seguridad (que es muy lindo, me deja entrar aunque no traiga credencial si le invento un buen pretexto) tenía una cosa extraña en la cara. Era como una herida, una abertura como hecha con arma cortopunzante (portocunzante? cunzoportante? torcozunpante?), con unas cosas blancas, como piedritas. Digamos que si no fuera un elemento de seguridad, diría que era una sonrisa.

    (This is becoming silly. Estuve a punto de borrar todo el párrafo del chavo de seguridad, pero lo voy a dejar como muestra de absurdez. Vamos de nuevo al tema, y esperemos que esta ocasión salga de mis dedos enmusgados algo más lógico).

    Hablábamos de las mutaciones. Dicen que las palomitas echas en microondas son especialmente malignas y que quienes las consumen desarrollan nuevas extremidades, o el gusto por las convenciones de strip chess (es como el strip poker, pero es ajedrez: si te comen una pieza, te quitas una prenda).

    Pero más grave es que generan poderes extraordinarios: ven más allá de lo evidente, o recuerdan pagar a tiempo sus deudas con Hacienda.

    (This is becoming silly… again)

    En realidad, quería hablar del Hombre-Cocodrilo que conducía el auto que iba junto a mío hoy en el Viaducto. No le dije nada a Alberto para que no se asustara, así que no lo vio; pero puedo asegurarles que fue una cosa terrible de ver.

    Ya acabé de trabajar hoy. Parece que sí me van a validar acá el servicio social. Así que mejor me voy y desde la tranquilidad de mi hogar tal vez pueda escribir cosas menos absurdas.

    Por cierto, Deíctico no ha vuelto…