Autor: Raquel

  • La historia del monstruo del árbol

    «Yo era un príncipe rico, hermoso y feliz. Tanto así, que me llamaban ‘El Caballero Perfecto’. Mis padres me adoraban; mi pueblo se sentía orgulloso de mí. Corría el rumor de que mirarme hacía que los enfermos sanaran, pero eso no lo sé de cierto. Lo que sí sé es que era muy feliz.

    Crecí y mis padres decidieron que era tiempo de que me casara y asegurara una buena sucesión al trono. A mí me pareció buena idea, pero la soberbia anidó en mi corazón, y llegué a pensar que sólo podría casarme con una dama que fuera tan perfecta como yo.

    Conocí muchas mujeres, y todas tenían para mí un defecto: o eran bajas de estatura, o demasiado altas, o gordas, o tontas, o flacas y frívolas, o santurronas o…

    Mientras, mi padre el rey perdía la paciencia. Para evitar pleitos, ensillé mi caballo y salí en busca de la dama que sería mi esposa. Luego de mucho caminar, llegamos a un inmenso campo de margaritas y girasoles. En medio del campo había una casa. Toqué la puerta, buscando asilo, y me abrió la mujer más hermosa que hubiera visto nunca.

    (sigue luego)

  • Una pausa dramática

    La historia del monstruo tendrá que esperar a esta tarde: son las 10 de la mañana y tengo que entregar un guión para Diálogos a las 12… y estoy tan cansada como si hubiera trabajado toda la noche… o bailado… como las 12 princesas danzarinas (¿se saben ese cuento?)

  • CREDITOS

    El nuevo diseño del blog es cortesía de Alberto Chimal.

    La historia de Exigentina y el monstruo del árbol es cortesía de mi mente enferma.

    Los últimos mensajes en el tagboard son cortesía de Boo y Marbe.

    El uso de computadora es cortesía de Canal Once

    Chan charrán chan-chan

  • III. Donde Exigentina encuentra al monstruo viscoso

    Resumen de esta entrega:

    Exigentina encuentra al monstruo y su primera intención es huir, pero la curiosidad puede más que ella. El monstruo, que habla, le pide algo de comer y ella accede, súbitamente apiadada ante tanta fealdad. Cada día visita al monstruo y éste le platica historias maravillosas de una tierra lejana, donde reina el Caballero Perfecto. Exigentina decide que si con alguien se va a casar, será con ese personajo. El monstruo del árbol le pide que lo ayude a escapar y que a cambio, él la guiará al país del Caballero. Ella acepta, pero piensa que debe preparar muy bien la huída, porque la Bruja se enojará si descubre que ella había encontrado la llave y develado su secreto.

    Esa misma tarde, la Bruja recibe dos visitas: la primera es un viejo mago a quien la bruja robó su equipo de pociones. El mago exige que le devuelvan lo que es suyo y la Bruja se burla de él, porque ahora todo lo que puede hacer es convertir a la gente en ranitas pequeñas y verrugosas. Lo echa.

    El Mago apela al sentido de justicia de Exigentina, pero ella está demasiado ocupada planeando su escape y no considera oportuno ayudar a nadie más. El Mago se va, muy triste.

    La segunda visita es la hija de la Bruja, una mujer joven y guapa -muy guapa!- que trata a su madre tan mal como la Bruja trata a los demás. Escondida, Exigentina escucha que la hija de la Bruja exige al monstruo del árbol para poder ser la Reina del País del Caballero Perfecto. La bruja confiesa que el monstruo está perdido y la hija, en un ataque de ira, le dice que tiene una noche para encontrarlo, o ambas perderán todo lo que han ganado hasta el momento.

    Exigentina corre al árbol y pide al Monstruo que le explique por qué es tan importante, y cómo una hija de bruja se puede convertir en reina.

    El sapo abre la boca para contar su historia.

    Aparece la palabra CONTINUARÁ y corren los créditos.

  • Intermedio

    Nos reportan que la parte siguiente del cuento de Exigentina y el Monstruo del Árbol no apareció publicado. Es raro. Estamos investigando qué pasó. Mientras, los dejamos con José Asunción Silva y su Nocturno.

    ¿A poco no es una historia de terror?

    Una noche,

    Una noche toda llena de perfumes, de murmullos y de músicas de alas,

    Una noche,

    En que ardían en la sombra nupcial y húmeda las luciérnagas fantásticas,

    A mi lado, lentamente, contra mí ceñida toda,

    Muda y pálida

    Como si un presentimiento de amarguras infinitas,

    Hasta el más secreto fondo de tus fibras te agitara,

    Por la senda florecida que atraviesa la llanura

    Caminabas,

    Y la luna llena

    Por los cielos azulosos, infinitos y profundos esparcía su luz blanca,

    Y tu sombra

    Fina y lánguida,

    Y mi sombra

    Por los rayos de la luna proyectada

    Sobre las arenas tristes

    De la senda se juntaban

    Y eran una

    Y eran una

    ¡Y eran una sola sombra larga!

    ¡Y eran una sola sombra larga!

    ¡Y eran una sola sombra larga…!

    Esta noche

    Solo; el alma

    Llena de infinitas amarguras y agonías de tu muerte,

    Separado de ti misma, por la sombra, por el tiempo y la distancia,

    Por el infinito negro,

    Donde nuestra voz no alcanza,

    Solo y mudo

    Por la senda caminaba…

    Y se oían los ladridos de los perros a la luna,

    A la luna pálida

    Y el chirrido de las ranas…

    Sentí frío. Era el frío que tenían en la alcoba

    Tus mejillas y tus sienes y tus manos adoradas,

    Entre las blancuras níveas

    De las mortuorias sábanas!

    Era el frío del sepulcro, era el frío de la muerte,

    Era el frío de la nada…

    Y mi sombra

    Por los rayos de la luna proyectada,

    Iba sola,

    Iba sola,

    ¡Iba sola por la estepa solitaria!

    Y tu sombra, esbelta y ágil

    Fina y lánguida,

    Como en esa noche tibia de la muerta primavera,

    Como en esa noche llena de perfumes, de murmullos y de músicas de alas,

    Se acercó y marchó con ella,

    Se acercó y marchó con ella,

    Se acercó y marchó con ella…

    ¡Oh las sombras enlazadas!

    ¡Oh las sombras de los cuerpos que se juntan con las sombras de las almas!

    ¡Oh las sombras que se buscan y se juntan en las noches de negruras y de lágrimas…!