Autor: Raquel

  • No te enojes con la gente bienintencionada

    No te enojes con la gente bienintencionada

    Antier, 19 de septiembre de 2017, hubo un temblor muy fuerte en México. Afectó a la capital y a varios estados vecinos. Hemos visto mucha solidaridad por parte de la gente pero también hay, obviamente, desazón y reacciones violentas. Pensando en ello publiqué esto en mi pared de Facebook hoy en la mañana; pero como ese medio tiene sus restricciones y su temporalidad, lo pongo también acá.

    Equipos de rescate y voluntarios buscan supervivientes entre los escombros. (fuente)
    Equipos de rescate y voluntarios buscan supervivientes entre los escombros. (fuente)

    No te enojes con la gente bienintencionada

    Me ha tocado ver muchos posts enojados. Con el ejército, que no permite que los rescatistas aficionados armen caos. Con los rescatistas aficionados que arman caos. Con los conductores de auto, que contribuyen al tráfico. Con los que siguen haciendo sándwiches cuando ya no hace falta comida. Con los reporteros que se equivocan. Con los tuiteros que dan información «vieja». Con los que corrigen a los que dan la información vieja. Con los que se preocupan por las mascotas. Con los que no se preocupan por las mascotas….

    Amigues:
    Tiene largo tiempo que somos una sociedad enojada. Y el enojo es una fase del duelo, así que es probable que en estos días nos sintamos más irritados al ver que algunas personas, en su afán por ayudar, hacen cosas de un modo distinto al nuestro. A lo mejor algunas de esas cosas están mal, sí. Pero quizá nos serviría tratar de meter el freno de mano a nuestro enojo y pensar si no lo harán pensando que está bien o si estarán tan desorientados, asustados y confundidos (como nosotros) que toman decisiones de pobre juicio.

    Si nos da la ira, peguémosle a la almohada. Pero tratemos de no derramarla en nuestros posts. Señalemos con amabilidad los errores. Evitemos las discusiones estériles. Refrenemos la gana de insultar. Ese «imbécil» que sale a las calles podría estar buscando a un familiar desaparecido. Esa «inútil» que da información vieja podría pensar que es actual y que es su única manera de contribuir. El «esnob» que corrije un dato podría tener una fuente más fidedigna.

    No nos ataquemos entre nosotros. No llenemos de (más) odio las redes sociales. Pensemos que si le gritamos a alguien una mentada en la calle, es molesto, cada quien se va por su lado y la mentada se la lleva el viento. En las redes, la mentada se queda. Hiere. Lastima. Ofende.

    Y lo que necesitamos es sanar.

    Les mando abrazos a todas las personas que se sienten enojadas a ratos (largos o cortos). Yo me siento igual. Pero, en serio, lo que necesitamos es sanar.

  • Estrenando

    Estrenando

    beso en tu futuro collage

     

    Ayer fue la primera presentación de mi nueva novela, Un beso en tu futuro. El libro está recién salidito de la imprenta, apenas empieza a llegar a librerías y yo sigo en la fase wow, no me lo creo. Aunque, para serles bien sincera, estoy en esa fase desde 2012, cuando Ojos llenos de sombra ganó el Gran Angular, porque cada vez que empiezo a asimilar las cosas buenas que me ocurren, pasa una nueva que me hace volver a decir wow.

    Por ejemplo, la presentación de ayer, que fue en una escuela en el oriente de la ciudad.

    Salí con tiempo, acompañada por Alberto y nuestro amigo José Luis Zárate; pero nuestro GPS se volvió loco y, en vez de llevarnos a la escuela, nos dirigió a un panteón. La calle tenía el evocador nombre de Fuego fatuo y, por suerte, estaba a diez minutos de la escuela, así que no llegamos tan tarde (y tuvimos ocasión de inventar algunas historias que, pienso yo, deberían ser escritas). Lo malo es que llegamos derrapando, directo a la charla.

    Como cada vez que me toca participar en una presentación, conferencia o similar, estaba muy nerviosa. Hay un momento en el que siento una punzada en la panza y mi síndrome de la impostora me susurra al oído a ver qué babosadas sueltas esta vez; pero ya aprendí a no hacerle demasiado caso. Hablé de mi paradoja: escribo porque hablar me pone nerviosa, pero luego me invitan a hablar de lo que escribo. Hablé de mis novelas anteriores y las preocupaciones que me hacían retorcerme con cada una, y cómo, pese a eso, todas me han hecho sentir muy satisfecha. Hablé del chico que me gustaba cuando tenía doce años y cómo odiaba que, siendo mi mejor amigo, me contara de las niñas que le gustaban. Hablé de cómo esa anécdota fue la semilla de Un beso en tu futuro, y de cómo convierto en ficción esas semillitas de realidad. Es decir, hablé un montón.

    Y entonces siguió la parte chida: habló la muchachada. Desde la primera pregunta me cayeron rebién: ¿qué consejos nos das a los que queremos escribir? Buenísimo cuando, estando en secundaria, quieren escribir y están dispuestos a escuchar consejos. Yo no era así y perdí mucho tiempo, la verdad.

    Luego me preguntaron sobre la manera en que me ha cambiado el hecho de publicar lo que escribo (ájale: buen momento para hablar de la responsabilidad que estoy convencida que tenemos al comunicarnos con otros) y cómo combato yo el bloqueo. Al final, una chica me preguntó qué había pasado con aquel muchachillo que había sido mi mejor amigo y crush entre los doce y los quince años.

    Mi intención era contarle, muy casual y chacotera –así como soy, ja–, que finalmente él se había dado cuenta de mi simpatía y particular encanto y que, un par de meses después, se dio cuenta también de mi neurosis y obsesividad; pero me ganó la emoción y sólo pude responder: bueno, pues fue mi primer novio.

    No sé explicarles por qué, pero fue un momento muy especial y mejor ya no hice bromas ni añadí nada de lo que se me había ocurrido en el momento (por ejemplo, que a la fecha nos vemos poco pero nos queremos mucho y que no va uno a comparar tres años de crush y dos meses de novios con veinticinco años de amistad).

    Y bueno, luego de eso, la gran sorpresa: varios de los asistentes ¡compraron el libro! Esto no es poca cosa, banda: uno a la secundaria no lleva dinero como para tirar al cielo, así que separar del fondo de emergencia, o pedir prestado, o usar los ahorros… para comprar un libro es una chingonería, con perdón.

    Así las cosas. Por supuesto, salí feliz, feliz, feliz. O sea: ¿saben lo que vale que alguien aprecie tus consejos? Seguro que muchísimo más que el mejor de los consejos, ¿no? ¿Cuánto vale que te escuchen con atención, que dediquen un rato de su tiempo a lo que uno tiene que decir, que se rían de los chistes –algunos francamente malones– que uno pueda hacer?

    ¿Se dan cuenta de mi gran trampa? Me invitan a una escuela a dar una charla y la que recibe un montonal de cosas ¡soy yo!

    Y apenas es la primera presentación del libro. Ya les iré contando qué más pasa.

    beso en tu futuro 1

    Ah, y aprovechando: los invito a leer el libro. No es por nada, pero yo me divertí mucho escribiéndolo y otro tanto corrigiéndolo, así que no sé decirles si es o no bueno, pero les garantizo que le invertí todo el seso y el corazón y que no escatimé recursos en dejarlo lo más chulo posible (y otro tanto hicieron en la editorial, qué bárbaros).

  • Escritura 2017: Dos ejercicios

    Escritura 2017: Dos ejercicios

    sentidos

    Afinar los sentidos: dos ejercicios

     

    Se dice que vivimos en una era obsesionada con lo visual: lo que percibimos a través de la vista parece ser más importante que lo que escuchamos, olemos, tocamos o paladeamos. Y eso, queridos míos, es un gran desperdicio, al menos desde el punto de vista escritural. Porque nuestros sentidos pueden hacernos evocar diferentes vivencias, lo que se puede traducir en distintas aproximaciones a una historia.

    Pensando en ello, propongo estos ejercicios:

     

    Tiempo para los sentidos

    1. Necesitas un espacio tranquilo, donde puedes concentrarte un rato sin interrupciones y sin peligro de que te atropellen, asalten, coma un oso, etc. Mi sugerencia es que, al menos las primeras veces, busques un lugar más o menos tranquilo, pero no es indispensable.
    2. Ponte de pie. Cierra los ojos.
    3. Ahora… escucha. Escucha todo lo que suena a tu alrededor. Pon atención. Enlista lo que escuchas. Trata de escuchar qué hay arriba, qué hay abajo, que suena a tu derecha, a tu izquierda, atrás…
    4. Concéntrate en lo que sientes: el roce de tu ropa, del aire, el sol sobre tu piel o el viento helado. Las plantillas de los zapatos, el nacimiento de tu cabello, ¿la sangre fluyendo? Estírate y siente tus músculos. Relájalos. Pasa tus manos sobre tu piel, sobre tu ropa, sobre la pared o el piso.
    5. Ahora céntrate en los olores. ¿A qué huele a tu alrededor? Separa las hebras de diversos olores y trata de distinguirlos por separado.
    6. Pasa de esos olores a los sabores. Una opción para empezar es inhalar con la boca abierta: ¿a qué saben los olores que te llegan? Luego, paladea el propio sabor de tu boca (una versión un poco más elaborada es que tengas contigo muestras con diversos sabores).
    7. Abre los ojos, despacio. Y mira con atención lo que hay a tu alrededor. Fíjate en las formas, en los colores, las texturas. Enfoca lo que está cerca, lo que está lejos, lo que está frente a tu nariz.
    8. Ahora busca donde sentarte y anota todo lo que recuerdes de lo que acabas de percibir, junto con las sensaciones subjetivas: lo que te gustó, lo que te sorprendió, lo que te disgustó, etc.

     

     

    Los sentidos y sus recuerdos

     

    1. Elige uno de los sentidos y piensa en algo que lo estimule. De ser posible, no sólo lo evoques: si puedes exponerte al estímulo real, funciona mucho mejor (por ejemplo, si vas a entrarle al sentido del tacto pensando en qué se sentía traer un suéter de lana impuesto por la abuela, una opción es solo recordar, pero una mejor es conseguir una prenda de lana y ponértela, o al menos acariciarla un rato).
    2. A partir de eso, deja que fluyan los recuerdos.
    3. Escribe una breve narración a partir de esos recuerdos.

     

    Aquí un ejemplo que hice yo a partir del sentido del olfato:

     

    Era morra. Terminó mi primer noviazgo serio y, aunque los días y las semanas pasaban, de tanto en tanto me sorprendía el olor de mi ex, flotando a mi alrededor. Debo decir que era un olor muy grato, sí; pero no ayudaba nadita a que superara el rompimiento y, sobre todo, la ausencia. Eso de que alguien se vuelve parte de T O D O y luego T O D O tiene una especie de vacío, de silencio helado, es más pinche cuando un aroma llega de pronto a reafirmarlo.
    Pasó el tiempo, cambié algunos hábitos, y un día, años después, encontré en mi peinador una botella casi vacía del perfume que me encantaba usar a los quince. Al ponerme un poco, me envolvió aquel aroma que yo asociaba con el ex. ¡Ah, Raquelita! ¡El olor aquel no era el del ex y no te estaba acechando por embrujo o juego de tu mente!
    Sí: era MI olor, y en algún momento yo lo había asociado con él, como quien le cede lo mejor de su propia personalidad a la persona que se fue.
    Así que me compré una nueva botella y me dediqué un buen rato a recolonizar el aroma: a asociarlo con nuevas vivencias. Conmigo.
    (Se los cuento porque el último mes me dio por usar otro perfume que encontré en mi peinador, pero esta vez se trata de la penúltima botella que queda del que usaba mi mamá. Y, como bien saben los amantes de las magdalenas y los tiempos perdidos, los aromas pueden ser causa de evocaciones bien interesantes…. pero eso se los platicaré en otra ocasión).

    Si se animan a hacer sus ejercicios, cuéntenme en los comentarios cómo les fue ;)

  • Una invitación: Escritura 2017

    Una invitación: Escritura 2017

    escritura2017

    Tenía un buen rato sin publicar nada por acá, pero ya va siendo tiempo de revivir el sitio. Y me parece lindo hacerlo con esta invitación a un pequeño proyecto: Alberto, mi esposo, y yo lo hemos llamado #Escritura2017, y se trata… pues, de eso. Comprometernos a escribir durante el año hasta completar el primer borrador de un proyecto, del tipo que sea. Puede ser un libro, un texto suelto, una colección de textos breves. Como nuestra especialidad es la escritura de narrativa (cuento, novela, etcétera) nos concentraremos en ella, pero cualquier tipo de escritura se vale.

    Cualquier persona interesada puede participar. La etiqueta (hashtag) #Escritura2017 se puede usar para publicar notas sobre su trabajo, compartir sus progresos o pedir ayuda a otros. Durante todo el año, nosotros publicaremos ejercicios, sugerencias y enlaces a recursos útiles en este sitio y en el de Alberto. Además, cada mes haremos una transmisión en Periscope para conversar con quienes estén trabajando en sus proyectos. No será un taller, porque no sería posible leer en vivo el trabajo de todo el mundo, pero un espacio para intercambiar ideas y crear una red de apoyo.

    Hay proyectos semejantes, como el llamado NaNoWriMo (National Novel Writing Month, o Mes Nacional de Escritura de Novela, que es una idea de una comunidad virtual de los Estados Unidos). En este caso el objetivo no es completar una novela en un tiempo fijo sino mantener la disciplina de la escritura tanto tiempo como sea posible.

    Loinvitamos.

     

    Aquí pueden ver el video de nuestra presentación original del proyecto:

    Y aquí nuestra primera lista de sugerencias, para definir un proyecto de escritura narrativa.

     

    1. Establecer (y apartar) el tiempo con el que se va a contar. Lo importante no es la cuota sino la CONSTANCIA. Y se debe ser realista con las posibilidades que se tienen.
    2. Establecer una primera idea de la extensión del trabajo. Puede ser novela o libro de cuentos o novela corta. Y es posible cambiar de opinión, pero dependiendo de las necesidades del texto, que sólo se verán a medida que se vaya escribiendo.
    3. Establecer una primera idea de la forma del trabajo. Una novela no sólo es más larga que un cuento, por ejemplo, sino que propone su historia de otra manera, que puede ser más intrincada o más derivativa.
    4. Dividir el año de escritura en etapas y plantearse metas. Metas realizables.
    5. Empezar la “preproducción” tan pronto sea posible. Pero no dejar que esa preproducción consuma el tiempo de escritura.

     

    Hay muchos manuales de escritura que les pueden ser de utilidad, y aquí dejamos la referencia a uno que escribió Alberto y que puede descargarse gratuitamente.

    Las personas que nunca hayan escrito narrativa pueden hacer primero los ocho ejercicios fundamentales del manual, que están aquí: https://t.co/uMJDPSjcjb

  • Dammit, Janet!

    Dammit, Janet!

    El Show de Terror de Rocky empieza asì: Janet y Brad van a una fiesta y, poco después, quedan varados en un camino desierto, en una noche oscura y tormentosa. Brad y Janet se bajan para pedir ayuda en un castillo y ¡madres! empieza la locura.

    rocky locura

    Anoche, Alberto y yo tuvimos nuestra propia versión de eso: de regreso de un compromiso ineludible (yo, comenzando a enfermare de gripe; Alberto, más o menos saliendo de una bronquitis), nos quedamos varados en la carretera. No era un camino solitario, pero como si lo fuera: sólo una vez se detuvo un vehìculo para ofrecernos ayuda -y les dijimos que no, gracias, pero ahora llego a eso.

    Eran casi las ocho de la noche. El auto decidió no funcionar más y, solo por suerte o buena onda del universo o alguna cosa así, logramos llegar a la entrada de un camino de terracería en el que nos pudimos hacer a un lado para no estorbar al flujo vehicular. Ya deteniditos, abrimos el cofre y…

    –¿Le notas algo raro? –preguntó Alberto.
    –No veo una rata decapitada, lo que ya es ganancia –dije yo, recordando la última vez que habíamos abierto el cofre (*). Tampoco es que sepamos mucho de coches.

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    Nos regresamos al auto e hice lo que toda persona adulta, madura y bien ajustada hace en un caso así: le llamé a mi papá (**). Le pregunté a mi papá si era buena idea llamar al servicio de asistencia vial que pago mes con mes, me dijo que sí.
    Así que llamó Alberto al servicio en cuestión y prometieron mandar una grúa en diez minutos.

    A los diez minutos…. no, no llegó la grúa. Llamaron para avisar que la grúa tardaría entre 45 y 60 minutos más. Nos pidieron datos precisos de nuestra ubicación.
    –Estamos aquí, esquina con acá. O sea, sepa dónde. O sea, esto no aparece en nuestro mapa de google. Pero vamos de A hacia B y ya pasamos por TalLugar.
    –Con eso los encontraremos, somos súper chipocludos. ¡Esperen un poco! –nos dijo el operador (***) y colgó.

    rocky horror lluvia

    Una hora más tarde…
    Estaba muy oscuro.
    Hacía mucho frío.
    Llovía a madres.
    Si abríamos el vidrio del auto nos congelábamos, si lo cerrábamos se empañaba todo.
    Temíamos que se acabara la batería.
    Yo, que no tolero muy bien la inectividad, comencé a golpearme la frente contra el volante (****).

    –Podemos pedir un uber y te vas a la casa –sugirió Alberto.
    –¿Cómo crees? De aquí sólo nos iremos juntos.
    –Puedo ir a pie al puente peatonal que pasamos hace media hora y cruzar y caminar para ir a la gasolinera y comprarte algo…
    –¡Nooooo!
    Me daba miedo que una nave extraterrestre se lo robara, la verdad. (*****)

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    Así que tras varias llamadas y una hora más, al fin llegó el de la grúa, que nos buscaba del otro lado de la carretera porque Chipocludo NO ENTENDIÓ dónde estábamos y le dio mal los datos. En el ínter llegó el vehículo que nos ofreció ayuda (*6): una patrulla municipal. Pero como creìamos que ya merito llegaba la grúa les dijimos que todo bien y se jueron.

    Total que llegó la grúa, trepamos el auto a la grúa, nos trepamos nosotros a la cabina de la grúa (junto con el chofer y su copilota) y dos horas más tarde, o quizá tres (perdí la cuenta) llegamos a casa de mi papá. Cansados. Hambrientos. Adoloridos. Ateridos.
    Pero en realidad no nos fue tan mal. Si lo piensan, ni siquiera es una historia emocionante. A lo mejor habría sido distinta si nos hubiéramos ido a buscar un castillo desde dónde llamar a la grúa, pero nuestros celulares tenían batería y señal. Ni modos. Así es como la tecnología arruina una buena historia de terror, pero no me quejo (*7)

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    * Esto es una exageración para darle sabor a la narración. Favor de no venir a decirme que la culpa es mía por no abrir nunca el cofre, osh.

    ** Esto quizá no sea una exageración, en el sentido de que quizá efectivamente lo hice. Pero sé que no toda la gente recurre a mi papá cuando tiene un problema con el auto, no hace falta que me lo aclaren, osh osh.

    *** Quizá no usó esas palabras, pero sí dijo que con esos datosa nos encontrarían. Osh osh osh.

    **** De nuevo exagero un ppquito. Ningún volante resultó lastimado. Oshx4

    ***** Una nave, un narco, un policía, un tráiler. Hay muchos peligros en la carretera. Y no quería que se expusiera al frío, así enfermito. Y no me quería quedar solita. Cinco oshes.

    *6 La ayuda nos la ofrecieron los tripulantes del vehìculo, por supuesto. ¡No sean puristas, muchachos! Muchos oshes.

    *7. Aunque sí me hubiera gustado bailar el baile del sapo, osh al infinito.

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