Autor: Raquel

  • Primera!

    Segunda va a hora pedazo de….

    Seguunda!

    Mi queridísimo Aroche (tal vez no sepan, pero es un amigo muy muy querido, al que todavía en ocasiones extraño cuando llego al messenger -nos divertíamos tanto…)… decía, el simpatiquete de Aroche me pone en evidencia en su blog: quedamos de vernos el viernes, pero, calculé la ecuación distancia/tráfico de un modo francamente iluso (como si de la Roma a CU hubiera menos distancia, o menos tráfico, o las dos cosas).

    Quedamos de vernos a las seis. Llegué a las siete. Ernesto ya no estaba. Me sentí mal, culpabla, todo eso. Y él… bueno, él escribió en su blog.

    Como parte de mi contrición, pongo aquí el link al blog de Aroche, pa que lean lo mala que soy. Bujú.

    Peeeeeero… en todo caso -y como bien dice él- muchos plantones fueron los suyos, así que, si bien no fue venganza, tampoco fue tan terrible. Espero. Argh.

    Por cierto: yo pienso igual que Ernesto: ¿qué hubiera pasado si en vez de ir a la ruralita enep aragón, me hubieran asignado la super ciudad universitaria? jeje. No nos hagan caso. En el asunto universitario, los de Aragón somos como el ratón de campo que visita a su primo de la ciudad… :)

  • Primera!

    El domingo vimos el espectáculo del Batallón de San Patricio, y ese mismo día, el domingo, puse el disco de Moonspell para que Alberto lo conociera (con eso de las gaitas y el folk metal y todo eso).

    Ok, hoy es MIÉRCOLES. Han pasado uno, dos, tres días y yo sigo con una maldita rola de Moonspell en la cabeza (para ser exactos, Treboruna). Es horribleeeeeeeee. Digo, la canción es linda, pero

    a) no me la sé

    b) ya chole

    Como no me la sé, mi mentecita enferma repite maniacamente los primeros acordes de ¿gaita? y luego se pierde en la bruma de la letra del primer verso, algo como:

    ta-tatatatáta-tatatatatá / ta-tatatatáta-tatatatatá / Treboruna dadadamanasa shabadabashabadaba….

    Ergo, ya chole.

    Pero por más que me cambio la música, que escucho otras cosas, que intento recordar las canciones del disco de Heidi (Abuelito dime túuuuuuu), la rola de Moonspell sigue dueña de mi cabeza, por momentos en segundo plano, pero en otros, en un absoluto y dominante primer lugar.

    Supongo que es hora de recurrir a un remedio radical, digamos, una lobotomía. Estoy segura d que me vería guapa e interesante así, disfrazada de lobo :P (o qué… lobotomía no es cambiar la anatomía propia por la de un animalito aullador?).

    Lo que me da miedo es que, una vez lobotomizada, lo único que quede en mi mente sea el eco de esa rola… esa rola por siempre… Treboruna…

    Y ya entrados en gastos, me pregunto: si tuviera que escuchar siempre, y eso significa SIEMPRE, una misma canción, ¿cuál escogería?

    Se aceptan sugerencias….

  • Post data

    Otra vez estoy sobrecargada. Creo que tengo que soltar actividades, pero no sé exactamente cuales…

    el trabajo, por supuesto que no.

    la revista, supongo que sí.

    dormir, no.

    comer, tampoco.

    el fatal… creo que no, pero…

    necesito una beca. Alguien tiene unos mil millones que le sobren? Los quiero para dedicarme a comer, dormir y leer (y ver pelis) de aquí a que reviente mi pobre corazoncito haciendo ‘plop!’ como el sapito brincador, q.e.p.d.

  • Olviden al sapito brincador

    Acabo de leer en las noticias que lo atropelló un caminó cuando trataba de cruzar una carretera. Parece que el camión le abrió la cabeza, por lo que el diamante se le incrustó a la llanta, causando una volcadura. Considerando que el camión era un trailer de doble remolque que llevaba canicas de la fábrica de canicas Marble Co., podemos imaginar el desmadre que se armó cuando todos los coches que venían detrás de él empezaron a resbalar sobre las caincas, caniquitas y canicotas. Es un caos, la peor tragedia de la historia. La fila de autos colapsados en una carambola sensacional mide ya 17 kilómetros y sigue, pues para colmo es un día de neblina y los coches que vienen nomás no ven nada (bueno, los conductores) y se estampan…

    Parece que el chofer del trailer se dio a la fuga.

  • Introducción

    La creencia popular indica que todos los sapos brincan a grandes saltos y lo disfrutan mucho. También hay ideas de que los sapos sirven para curar las verrugas, y que su carne hervida es buena para prevenir la calvicie. Casi todo, son mentiras.

    También se dice que los sapos llevan en la cabeza un diamante… y eso es cierto.

    Bueno, no todos los sapos tienen un diamante en vez de cerebro, pero el de nuestra historia sí lo tenía, y eso lo hacía un sapo muy infeliz.

    Porque en vez de ir por los charcos del mundo saltando y croando, se tenía que arrastrar lastimosamente sobre su panza, pues el diamante pesaba y mucho.

    Y además, lo hacía bastante lento de aprendizaje (es lo que llamaríamos un ‘cabeza dura’).

    Para colmo, el sapito tenía que esconderse de continuo, para evitar que algún crédulo le rompiera la cabeza buscando el valioso contenido.

    En suma, el sapo era un sapo terriblemente desgraciado. Y de brincador tenía sólo el nombre: por alguna ironía trágica, el animalillo era conocido en el bajo mundo del pantano como El Sapito Brincador.

    (seguirá)