Autor: Raquel

  • Post data

    Otra vez estoy sobrecargada. Creo que tengo que soltar actividades, pero no sé exactamente cuales…

    el trabajo, por supuesto que no.

    la revista, supongo que sí.

    dormir, no.

    comer, tampoco.

    el fatal… creo que no, pero…

    necesito una beca. Alguien tiene unos mil millones que le sobren? Los quiero para dedicarme a comer, dormir y leer (y ver pelis) de aquí a que reviente mi pobre corazoncito haciendo ‘plop!’ como el sapito brincador, q.e.p.d.

  • Olviden al sapito brincador

    Acabo de leer en las noticias que lo atropelló un caminó cuando trataba de cruzar una carretera. Parece que el camión le abrió la cabeza, por lo que el diamante se le incrustó a la llanta, causando una volcadura. Considerando que el camión era un trailer de doble remolque que llevaba canicas de la fábrica de canicas Marble Co., podemos imaginar el desmadre que se armó cuando todos los coches que venían detrás de él empezaron a resbalar sobre las caincas, caniquitas y canicotas. Es un caos, la peor tragedia de la historia. La fila de autos colapsados en una carambola sensacional mide ya 17 kilómetros y sigue, pues para colmo es un día de neblina y los coches que vienen nomás no ven nada (bueno, los conductores) y se estampan…

    Parece que el chofer del trailer se dio a la fuga.

  • Introducción

    La creencia popular indica que todos los sapos brincan a grandes saltos y lo disfrutan mucho. También hay ideas de que los sapos sirven para curar las verrugas, y que su carne hervida es buena para prevenir la calvicie. Casi todo, son mentiras.

    También se dice que los sapos llevan en la cabeza un diamante… y eso es cierto.

    Bueno, no todos los sapos tienen un diamante en vez de cerebro, pero el de nuestra historia sí lo tenía, y eso lo hacía un sapo muy infeliz.

    Porque en vez de ir por los charcos del mundo saltando y croando, se tenía que arrastrar lastimosamente sobre su panza, pues el diamante pesaba y mucho.

    Y además, lo hacía bastante lento de aprendizaje (es lo que llamaríamos un ‘cabeza dura’).

    Para colmo, el sapito tenía que esconderse de continuo, para evitar que algún crédulo le rompiera la cabeza buscando el valioso contenido.

    En suma, el sapo era un sapo terriblemente desgraciado. Y de brincador tenía sólo el nombre: por alguna ironía trágica, el animalillo era conocido en el bajo mundo del pantano como El Sapito Brincador.

    (seguirá)

  • La prueba de los dos minutos

    Son 7.28 y a la media tengo que ir a desayunar. Cosas de la disciplina y llegar al trabajo y todo eso… así que nada más tengo dos minutos para escribir. Uff. Lo malo es que no se me ocurre nada: lo del sapito es demasiado largo para hacerlo en dos minutos (uno y medio, me temo) y lo que hice el fin de semana, pior.

    Pero en breve, se me ocurre que voy a comentar que ayer, en Plaza Loreto, estuvo el Batallón de San Patricio, con sus gaitas y sus bailes escoceses y estuvo wow. Me encantó.

    Soy medio cursi: hubo ratos wn que se me hacía el nudo en la garganta.

    Me dieron ganas de aprender bailes escoceses y a tocar la gaita. Dicen que es difícil, pero nada es difícil para una desertora profesional, como yo. Oh, no. No es la dificultad lo que me lleva a dejar las cosas a medias. Es una forma de vida, un…

    tiempo.

    Hasta al ratito, si puedo apropiarme de una compu en la chamba :)

  • Las cinco del viernes

    Ya me había encontrado el enlace, pero por una razón u otra… no sé, no sé.

    Pero ya que comentan que es una forma de organizar a los bloguitas de habla hispana, y ya que me da tanta envidia que los méndigos za(*) tengan sus cuestionarios de martes, voy esta vez con todo, je. Pero no acá. Mejor en el desván :)

    *Za: sudafricanos. Los de la lista a la que pertenecía Cliff y a la que me meto nomás pa recordarlo… y bueno, para leer noticias de otros lares :)