Autor: Raquel

  • Gratitud

    ¿Le notan algo distinto al blog? ¿Como que se ve más luminoso, más simpático, menos publicitario? todo se le debe (y se lo agradezco séntidamente) a Shered, quien me dejó gratamente sorprendida hoy por la mañana, con un mail que de tan cálido y lindo, me cortó la tos un buen rato…

    Y bueno, para eso es este mensajillo: para agradecer a doña Shered por sus atenciones!

  • El doctor Zorg y la abducción de ideas

    Esta tos cada vez más fea…

    Lo peor no es que suene a bronquitis, ni que me despierte en la noche, ni que me duela el pecho, ni que mi gato se espante. Lo peor no es el silbidito que se oye al respirar, ni los jadeos para tomar aire (argh, qué tos tan poco elegante). Lo verdaderamente peor es que me recuerda a mi mamá con su neumonía fulminante, su traqueotomía y su mirada de ‘ya no quiero toser más’. Caray, que la tos me remueve cosas que yo creía ya procesadas.

    Pero estoy de acuerdo: mi tos no es la de mi mamá (no tengo miedo de que me pase lo que a ella, es sólo que me acuerdo de ella, y definitivamente NO es el mejor recuerdo de los que tengo inventariados).

    Suficiente de eso.

    Tareas

    El maestro de los sábados me dejó hace dos sábados una tarea medio babas: escribir a dónde se van las ideas que tengo cuando voy en el coche, pero que llegando a casa no recuerdo (eso es real). Hice mi tarea, el méndigo no la revisó, yo hago berrinche y, para no hacer más berrinche, la pego aquí. Por si alguien puede explicarme qué tiene que ver esto con un curso de actualización en guionismo.

    El doctor Zorg y la abducción de ideas

    El periférico, como siempre, es un gran estacionamiento. La gente conduce con cara de hartazgo, los niños chilletean porque ya quieren llegar a ver la tele. En un coche, Raquel imagina: su auto es un pequeño mamífero primitivo, los autobuses son tiranosaurios, los taxis, simples cucarachas que sobrevivirán cualquier hecatombe.

    —Demonios —se dice en voz alta—, tendría que escribirlo algún día.

    Un coche se descompone más adelante. La mujer del automóvil al lado del de Raquel parece estar muerta.

    —Sí, eso, muerta… ¿qué pasaría si la fulana estuviera muerta y así fuera conduciendo? Es decir: choca más adelante y los paramédicos la encuentran muerta, pero la autopsia demuestra que la muerte fue, no sé, dos días antes o algo así… Qué miedo.

    Un claxon furioso indica que es momento de seguir adelante. La muerta queda atrás, y los rayos de sol, crueles y despiadados, siguen cayendo directamente sobre el auto de Raquel.

    —¿Qué pasaría si los rayos del sol se volvieran sólidos de repente? ¿que hubiera un enfriamiento de la tierra tan intenso así, de repente, que los rayos se hicieran hielo y se solidificaran?

    El auto avanza a una velocidad casi inexistente y su techo se va llenando de nubecitas sutiles de colores: son las ideas que Raquel ha ido generando.

    Mientras, a kilómetros de distancia, en un laboratorio escondido en la azotea de un edificio de deparatamentos, el doctor Zorg saca su máquina de extracción de ideas.

    —Viste, Aspirino, en el periférico hay ideas suficientes para generar la energía que mi máquina necesita—dice con emoción—. Una tarde más de embotellamientos inducidos con mi rayo generador de tráfico, y tendré el condensador de ideas a su máxima capacidad.

    Aspirino asiente, aunque la verdad es que no entiende nada. Es medio imbécil, pero igual obedece en todo al doctor Zorg, nunca pregunta nada y es por eso que el doctor le da cada mes el reconocimiento de ‘Asistente del mes’. Aspirino se emociona siempre y no ha caído en la cuenta que, de hecho, es el único asistente del doctor.

    El lector avezado ya se habrá dado cuenta de que Zorg es el villano de nuestra historia: es culpable de los embotellamientos, se roba las ideas. ¿Para qué? ¿Qué pretende?

    Pues resulta que, con altísima tecnología de punta, extrae las ideas de los coches de la gente para hacer funcionar así otra de sus diabólicas creaciones: una rubia fabulosa, mitad zombi, mitad máquina, que un día será su esposa.

    Pero algo no anda bien: no sé si por descuido o por mera estupidez, Zorg no se ha dado cuenta de que casi todas las ideas que ha robado hasta el momento provienen de un solo automóvil. Y que no son precisamente coherentes. En su prisa por hacer funcionar a la rubia maravillosa, apunta su máquina de extracción de ideas a un solo coche y chupa cualquier conato de pensamiento sin ver siquiera de qué trata.

    Dos horas después: Raquel sigue en el coche, pero ya está llegando a casa. Viene emocionada por la cantidad de ideas que se le ocurrieron y piensa anotarlas tan pronto esté frente a su amada computadora. Abre la puerta del garage, se estaciona, saluda la familia y escarba en su cerebro… nada: las ideas se han ido. Ha vuelto a pasar.

    Mientras tanto, a kilómetros de distancia, en una azotea de un multifamiliar, una rubia escultural bate las pestañas, tose, mira a su alrededor con curiosidad. ¡Está viva!

    Zorg saca el anillo con diamantes para proponerle matrimonio y ella lo mira con una sonrisa extraña.

    —Vaya—dice la rubia, pensativa—. ¿Y si resultara que nos casamos y tenemos hijos medio zombis? ¿Te imaginas? Nacerían muertos, arrugaditos como momias, y conforme fuera pasando el tiempo irían rejuveneciendo (¿o tendría que decir solamente juveneciendo, considerando que no lo habían hecho nunca antes?), digo, irían haciéndose jóvenes, niños, bebés, para desaparecer a la hora del nacimiento…

    Zorg no responde. Sabe que algo salió mal, pero no atina a descubrir qué fue. Sin desanimarse, le borra la memoria a la rubia voluptuosa, que cae en una rara especie de coma roncador. Y vuelve a apuntar su máquina de extracción de ideas, horror, al mismo coche que justo sale para enfrentar el tráfico del periférico.

  • Tos de las tres

    Tiene razón el Portero: debería tomarme el té que me recomendó. Nomás que con la tos que traigo, no puedo acordarme cuál era la receta (ni la de Rasabadú, bua).

    Resultado: son las tres de la mañana y la tos me levantó. Bueno… no: estaba en una rara duermevela semi aguardentosa (es horrible!) cuando me despertó del todo el teléfono. Contestó mi hermano. Supongo (ahora, que estoy despierta) que fue su chava, no es tan raro (?) que le hable a estas horas. Pero en mi delirio de hace rato, soñaba yo que era una llamada de ultratumba que llegaba a él por estar dormido. Me imaginé entrando a su cuarto pa ver con quién hablaba, y encontrarlo con los ojos entreabiertos, en blanco, musitando en lenguas desconocidas sabe dios qué respuestas a sabe dios que ente cthulhiano…

    Así que abrí bien los ojos (el autoespanto se me da muy bien, pero no es sano) y vine a seudotrabajar (tengo harta chamba pendiente) pero es obvio que no voy a poder.

    Me encuentro, así, con dos sorprendentes cambios de imagen: el de este blog (gracias, Alberto!!!! De veras fue una super sorpresa) y el de hotmail. Claro que es mucho más lindo el del blog, con su ilustración de Olga Dugina y André Dugin (hay dos cuentos en español ilustrados por ellos, el Sastrecillo Valiente y Los tres pelos del diablo, nomás que acá es dragón en vez de diablo).

    *Tos, dolor de cabeza, frío*

    Y bueno, creo que mejor será que intente volver al sueño, sin fantasmas telefónicos u otras interferencias. Pero antes, dos cosas, dos:

    Una: Un agradecimiento extraespecial a Luisfey, quien me dejó un lindísimo mail con respecto a lo de no comprar nada (agregaré su aportación, y la de la Fla-k, a la lista ampliada de opciones, asap)

    Dos: Me preocupa que el tagboard se haya vuelto inaccesible para Mergruen. ¿Alguien más tiene problemas para dejar ahí sus comentarios? (si es así, déjenmelo dicho aquí abajito, en comments, para que sepa qué tan grave es el problema y veamos cómo resolverlo)

  • Una de dos

    a) La gripa ha vuelto, justo cuando toca volver a las prisas y la corredera, los guiones matutinos y todo eso. Para colmo, ha vuelto cuando más frío hacer (supongo que es su trabajo). A ver cómo pinta la semana.

    b) Mi hermano ha vuelto a ser padre de un cardumen. Mientras lo veía, como loco, tratando de salvar a los recién nacidos charalillos de la voracidad de los charalotes, me sentí feliz de que tengo dos gatos y ningún pez. Pero luego vi a mi gato ‘marcando su territorio’… adentro de la casa. Grrr. Es una mañana nueva, tiene que ver con un macho dominante recién llegado al barrio. Pero ¿qué hago con un gato cobarde que elige orinarse dentro de la casa? (Buscaré pecera y redecilla).

    c) Hoy nos sentamos a leer. Alberto hacía berrinches con ‘El camino del escritor’, libro medio mamuco que pretende que hay una formulita perfecta para hacer de toda historia una obra maestra y vendedora. Mientras, yo disfrutaba ‘La ventana: el recuerdo como relato’, el libro con el que Erika Mergruen ganó su premio DEMAC el año pasado.

    Me pregunté por qué tardé tanto en leerlo. Me respondí que primero me faltaba el libro, después el rato relajado y tranquilo. Creo que cada dos minutos interrumpía a Alberto en su lectura para decirle: ‘Carajo. Qué bien escribe la profesora Mergruen’. Y no es exageración. Se trata de un premio MUY merecido.

    c bis) Alberto y yo sentados en la sala, cada quien con su libro: par de nerds. Je.

    d) Hablando de la profesora Mergruen. Desayuné en su casa el viernes y nos quedamos en la charla ociosa (pero no por ello inútil, que conste) hasta ya entrada la noche. Para mí fue uno de esos ratos (largo, lo confieso) memorables, en los que se habla de todos y de nada, se escucha, se aprende, se comparte. Me gusta que la conversación no se agota, tiene sus matices, con risas y silencios y momentos de susto y de sorpresa y de alivio y… vaya, que fue un rato, como ya dije, memorable. Espero que Diego (el hijo de Erika) no me odie por haberle acaparado a su amá el día casi completo, je.

    d bis) Por cierto que a Diego lo conocía, pero casi sólo de vista, porque como buen niño se encierra cuando mamá recibe gente. (Ay, lo entiendo: alguna vez me tocó jugar a la anfitriona con invitados de mi papá y es ABURRIDÍSIMOOO). Pero esta vez, quizá forzado por el hambre, salió de su escondite un rato. Veo, veo: va a ser un hombre guapísimo y de corazón de oro (eso se nota que ya es). Madre de Diego: puede sentirse desde ya orgullosa (en realidad sé que desde ya lo está).

    e) El curso de ayer, una porquería. Clase en sábado, de 10 a 2, solo para que no revisaran la tarea y nos pusieran a escribir 16 minutos sobre ‘cualquier cosa’. Luego pongo por acá el ejercicio: me quedó mono (pero para eso, mejor en mi casita).

    f) Hoy Alberto estuvo ayudando a papá-pez (mi hermano, claro) a planear un cuento que ha de entregar papá-pez mañana en la escuela. Fue bonito verlos. Y bueno, también metí mi cuchara, pero poquito. En todo caso, es lindo que se lleven bien los hombres a los que amo (en realidad, son tres: mi papá es el otro, y también se lleva bien con Alberto y Fa, así que estoy contenta).

    g) Hablando de Alberto… me echó la mano ayer para cambiar la plantilla. Me gusta mucho cómo quedó. Hubiera cambiado también los colores, para una transformación radical, pero es que tampoco me atrevo a tanto: vean cuánto tiempo y no logro decidir raparme o pintarme de azul el cabello.

    h) Viene semana movida. Horror. Y tos.

    i) Era ‘una de dos’ porque iba a poner algo más. Pero blogger anda delicadito, así que mejor despuésn.

  • Día de no comprar nada

    Un poco tarde me llega la noticia de que hoy es el día mundial contra el consumismo. Lástima. De haberlo sabido antes, habríamos podido organizar algo, no sé qué, pero algo.

    En todo caso, no es tarde para enterarnos, ver su sitio web y decidir unirnos (o no hacerlo).

    Yo acabo de decidir hacerlo. Y desde ahora planearé algo para el año que viene, tal vez el curso de trueque que tengo en mente desde principios de año, tal vez alguna otra cosa…

    Y es que -carajo- no entiendo por qué la necesidad compulsiva de comprar cosas:

    La semana pasada fuimos a comer a casa de Erika, y me tocó llevar el helado. Pasé a una tienda a comprarlo y, como en casi todas las tiendas, para llegar a la zona de comestibles hay que pasar por las pelis, la música, los electrodomésticos, la ropa. ¡La ropa!

    Había un suéter negro muy mono, a tan sólo doscientos pesos. Lo eché en el carrito. Fui por el helado, y cuando iba de regreso a la caja, me detuve y miré el suéter. Me acordé de aquél artículo sobre la gente que compra compulsivamente, cancelando en ese momento su capacidad de raciocinio, y me dio pena.

    Dejé el suéter (me costó trabajo) y me llevé nomás mis dos litros de helado. Pero de veras duela. Es difícil.

    Los de la página web del bannercito que está allá arriba proponen como forma de activismo ‘primeriza’ ir al super o al mall y verlo todo sin comprar nada. Dicen que para mucha gente es MUY difícil. Para mí lo es. Y luego ya no lo es, porque se acaba el dinero antes del día de pago, y ahí anda uno chilleteando, pidiendo prestado, encerrándose en casa con la idea de que sin dinero no hay diversión.

    Pues no, señores. En especial señores y señoritas solteros, que no tienen que mantener hijos, esposos, abuelos y etcéteras. (Porque ni modo de decirle al bebecín de un año: ‘mijo, hoy es día de no comprar nada, te aguantas el hambre, mañana te doy tu leche’).

    En fin. Van mis propuestas para hoy, día del no consumo, y para cualquier día que no haya lana o ganas de gastarla estúpidamente:

    * Ir a un parque (en la ciudad de México funciona perfecto el de los Viveros) a darle de comer a las ardillas (sólo hay que tener una bolsita de cacahuates, que se puede haber comprado un día antes, por ejemplo)

    * Invitar a todos los amigos a una sesión de limpieza de casa (entre todos es más rápido y puede ser divertido). Al final, una bien ganada comida casera de sandwiches y agua de limón.

    * Ir al mall a probarse toooooda la ropa, ver cómo luce, atreverse a lo más sexy y a lo más ridículo… pero sin llevar dinero ni tarjetas. Ý con la mentalidad de que se va en plan de diversión, no de sufrir lo lejos que estamos de quienes sí pueden comprar esa playera blanca sin estampado de 500 pesos.

    * Organizar una lectura de cuentos pública en algún sitio público

    * Ir a Cruz Blanca como voluntario para dar de comer a los chavitos

    * Maratón de películas con los amigos, en casa del que tenga la mejor tele.

    * Empezar un diario desde comprar el cuaderno, personalizarlo, forrarlo, etc.

    * Buscar páginas web estúpidas, locas o muy feas.

    * Hacerle a alguien trencitas toda la cabeza

    * Hacer que alguien te haga trencitas toda la cabeza

    * Sexo, por supuesto

    * Ir a Santo Domingo o a otra plaza de Iglesia a darle de comer a las palomas.

    * Acomodar tus libros por título y autor

    * Acomodar tus libros por color o por tamaño

    * Volver a poner los libros en orden

    * Inventar horóscopos para la gente a la que quieres, escribirlos en tarjetitas y dárselos.

    * Cenar con esa tía a la que nunca visitas (en su casa, claro)

    * Ir a un refugio de animales como voluntario para jugar con ellos

    * Buscar las funciones gratuitas de música o teatro que ofrecen diversas instituciones

    * Jugar lotería, uno o scrabble con la banda. Para hacerlo más emocionante, apostar… pero no dinero: trabajos manuales, favores, etc (si gano, tú lavas los vasos; si pierdo, yo cuido a tu hijo mañana; etc).

    Soy coleccionista de sugerencias. Por favor denme otras, las añadiré a la lista con el crédito correspondiente.