Leía yo Salón de belleza (pueden ver la entrada correspondiente en notas previas) cuando mi gato llegó al sillón, muy dispuestito a exigir atención. Como no le hice caso, aplicó su típico plan b: saltar a mi regazo para quedar justo entre mis ojos y el libro.
Y entonces, pasó: el gato olisqueó el libro… lo volvió a olisquear… se le restregó encima, ronroneando como loco. Y comenzó a lamerlo con fruición. Como si el libro fuera de papel-whiska o algo así.
Cuando acabó el rapto pasional, la página que yo leía estaba reblandecida de tanto lengüetazo. El gato trató de arrebatarme el libro, pero como no me dejé, se marchó, ofendido.
Qué cosa más rara: Primo jamás se había interesado tanto en la literatura…
A mi gato también le gusta Mario Bellatin
Comentarios
3 respuestas a «A mi gato también le gusta Mario Bellatin»
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Tu anterior post sobre «Salón de belleza» me recordó que no lo había leído. Así que cumplí con ese pendiente. La verdad (y lo digo como un elogio) Mario Bellatin me intimida: siempre que lo leo me queda la sensación de que algo (algo importante) escapa de mi comprensión: de toda comprensión.
Me gustó el libro, y también me asustó. El «humanismo» del personaje es aterrador: su rechazo hacia las mujeres que solicitan la entrada al Moridero, su obsesión enfermiza con los peces (y con los enfermos, que son proyecciones antropomórficas —fálicas— de sus peces), su intolerancia contra cualquier forma de oración o de esperanza, configuran una crítica abismal, irrefutable, contra las nociones más básicas del «humanismo» ilustrado: no se necesita ser humano para ser humanitario… lo cual explica, de paso, el epígrafe de Kawabata.Gracias por la recomendación. A propósito, yo creo que el interés de tu gato no es solo literario: tal vez presintió los peces que abundan adentro de esas páginas.
Saludos.
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9 de cada 10 gatos prefieren a Mario Bellatin, jajajaja lo sé es una tontería pero se me hace buen juego de palabras.
De Bellatin me gusto mucho Flores, que ingenioso se me hizo eso de poder empezar a leerlo en cualquier capitulo y en cualquier orden.
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Parece mentira, pero los gatos tienen un agudo gusto literario. Al menos en el caso de mi gata, si bien no me demuestra su fruición para con la buena literatura, sí me deja claro qué cosas apestan, literalmente.
Una vez me dejó un rastro inconfundible en una pila de trabajos de mis alumnos. Yo estaba que me moría «¿Y ahora cómo entrego ESTO?!» Y mi hermana me dijo: «Muy fácil: les dices a tus alumnos Ustedes escriben tan mal… miren (y huelan) lo que mi gata opina de sus trabajos, ¡jajajaa!«
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