Estoy, una vez más (es un libro al que se puede volver una y otra vez) con Cosmología esencial de Rafael Pérez Estrada. El libro es una delicia, desde la dedicatoria de mi amigo Fran, hasta la ilustración de la última página. Entiendo que no es fácil de conseguir. Por eso, aquí les dejo una probadita:
Crónicas
Dice un tratado coreano de cosmología que las nubes enloquecen si se coloca bajo ellas, y durante algun tiempo, un espejo horizontal. Y que de su miedo nacen las tormentas.
Las doncellas de Sumatra, en los inicios de la primavera, suelen encender en los montes más altos infinitas hogueras para que las nubes se tuesten y devuelvan a la tierra el maná de la lluvia.
Nube, pájaro y estrella eran en la antigua Caldea sinónimos de misterio, olvido y muerte. El hombre que sueñe con una nube será algún día arrebatado en carne mortal por los dioeses, y el que vea un pájaro volar la medida de su noche, vivirá eternamente la proximidad desesperante del amor. Sólo quien descubra el significado de la estrella será sabio, pues el destino ha escrito la palabra geométrica en su frente, y sus labios permanecerán cerrados.
En el Códice de Addis-Abeba, o segundo Evangelio de la Infancia, el verdadero milagro de Jesús no estriba en andar sobre las aguas, sino en descansar toda una noche sobre una nube.
(Busquen a Pérez Estrada. Lean, cuando menos, esta entrevista que le hicieron en 1996, cuatro años antes de su muerte.
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