Postal 1

Madrid está más cerca de la ciudad de México que de Berlín. Lo juro. Tiene un aire más ‘nuestro’. Y no sólo por la comida, que se parece mucho a la que hacía mi abuelita, sino en general. Es ese ‘aire latino’, supongo…

Madrid de noche está mucho más cerca de Guanajuato en tiempo de Cervantino que de la ciudad de México. La gente se sale a comprar chelas o calimochos (en unos vasos inmensos que se llaman minis) a la tiendita de la esquina, y luego se van a beberlos en la plaza más cercana.

No puedo negarlo (hay testigos): todo el asunto de beber en la calle me frikeó un poco. No me la creía del todo, aunque veía a todo mundo sentado en la banqueta con sus vasotes. Me temía que en cualquier momento llegara la Guardia Civil y me llevaran a la mazmorra más cercana, para luego juzgarme sumariamente y fusilarme, o bien, mandarme de retache a México. Y eso habría sido terrible, no habría podido tomar mis cursitos de guión :)

Después de Córdoba, un poco más conocedora de la cultura local, me fue menos difícil (casi nada, la verdad) sumergirme en la cultura del botellón, por lo menos un rato.

La última noche en España la pasé en una plaza, tomando un mini de cerveza, platicando con Ernesto de la vez que me dejó abandonada en la peor fiesta del mundo (y cuando estaba reclamándole lo que siempre le reclamo, que se haya ido a pasar un mejor rato en su casita de Atlixco, mientras yo tenía que quedarme a aburrirme hasta la mañana, porque estábamos en Puebla) nos interrumpió un mexicano que lleva cuatro años y medio en Madrid, con el que platicamos largo rato acerca de la comida que más extraña.

Fue una linda forma de despedirme de la ciudad…


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