Etiqueta: Sueños

  • Lálien

    cosbaby-alien-pret

    –Doctor, ya arrégleme. ¿Por qué me duele la panza?
    –El estómago
    –¿Está seguro de que es el estógamo? ¿No podría ser el sarcófago o el duodinámico?
    –(Mirada de incomprensión)
    –Porque yo sé que en la panza hay muchas otras cosas además del esgótamo.
    –(Cara de que quiere llorar)
    –Estuve gugleando mi caso y tengo miedo que sea una apendejitis. Eso sólo se cura con cirugía, ¿no? Y qué tal que después de la cirugía quedo como actriz gringa mayor de sesenta años, que ni cerrar los ojos pueden?
    –Ay…
    –¿O qué tal que se equivoca usted de cirugía y me saca un piñón, o me arruina un pincelín?
    –¿Un pincelín?
    –Huy, perdón: un plumón. Es que a veces sí me hago un poquito bolas con los términos médicos.
    –(Dolor de cabeza intenso)
    –Oiga, doctor… el otro día soñé que iba en una nave espacial… ¿y si…? (Silencio dramático)
    –(Cayendo en la trampa) ¿Y si…?
    –¿Y si hubiera sido cierto? ¿Si de veras viajé al espacio y caí en el planeta de los álienes y se me metió uno y en la panza tengo lálien, questá creciendo, fingiendo que es apendejitis, listo para saltar de mi panza y comerse a alguien?
    –…
    –¿Eh, si fuera eso?
    –(Sollozo)
    –(En el cel) ¿Bueno, Alberto? Tengo una buena y una mala… La buena es que el dolor de panza no es que mi estógamo se esté muriendo para revivir como zombi y comerse el resto de mis tripas. La mala es que tengo lálien… ¿Cómo que qué es eso? ¿No viste la peli con Sigurni? ¡Tengo lálien! ¡Sí, me lo acaba de decir el gastroentomólogo!

  • Fiebre de domingo por la noche

    Tomado de http://www.shroomery.org/forums/showflat.php/Number/9868954
    Tomado de http://www.shroomery.org/forums/showflat.php/Number/9868954

    Me gustaría decir que nunca me enfermo, que tengo una salud de hierro, que mi umbral del dolor es más alto que la torre de babel, que mi dentadura es perfecta, que no heredé la migraña de mi abuelita, que no tengo sobrepeso, que mi condición física es excelente. Por supuesto que me gustaría decir todo eso, pero estaría mintiendo.

    Lo cierto es que soy más bien del tipo descuidado (aunque creo que mi umbral del dolor sí es alto) y que tengo algunas predisposiciones genéticas que incluyen el peso, la dentadura, los dolores de cabeza y toco madera con respecto a otros males que ni la pena vale mencionar.

    Y ahora, justamente ahora, estoy enferma. Traigo una infección marca llorarás en la amígdala izquierda (¿saben por qué, cuando las operan, siempre sacan juntas a las dos anginas? porque son muy amígdalas) y el bicho me ha ocasionado lo típico en estos casos: dificultad para tragar, cuerpo cortado, fiebre.

    Es justo de la fiebre de lo que quiero hablar. o mejor dicho: de los sueños que tengo cuando me da la fiebre. Son raros, son inquietantes y, sobre todo, muy cansados. Porque, para empezar, cuando tengo fiebre creo que estoy despierta aunque en realidad esté dormida. Luego, aparece una escena de lo más cotidiano (por ejemplo, yo en la cama, tratando de dormir y de pasar saliva, cuando de pronto me asalta el pensamiento de -no sé- digamos, «tendría que ponerle comida al gato».

    Ahí comienza la pesadilla. Porque inmediatamente después, me doy cuenta de que estoy dormida, despierto dentro de mi sueño, trato de pasar saliva y pienso: «tendría que ponerle comida al gato». Y entonces me angustio, porque me doy cuenta de que no desperté realmente, cosa que hago… y paso saliva y pienso: «gato. comida al gato. tendría que poner».

    Entonces me sobresalto, me aseguro de que estoy bien despierta, paso saliva y trato de volver a dormirme. Y pienso: «comida tendría. ponerle al gato. gato comida tener. gato».

    La cosa sigue por horas y horas. Entonces amanece, me siento en la cama y, antes de pararme o pasar saliva, me taladra el pensamiento: «al gato hay que ponerle comida. yo. tendría que hacerlo yo. ponerle al gato su comida. sí». Lo cual significa que en realidad no ha amanecido, ni han pasado horas y horas, ni he despertado.

    A veces, lo que sigue es que alguien más aparezca, por ejemplo, mi mamá, y se sienta en la orilla de la cama (es tan real) y me dice: «¿ya le pusiste comida al gato?». En esos momentos febriles, resulta más espantador que una horda de zombis, y despierto con el corazón a todo lo que da: tucutún tucutún tucutún. Y trato de calmarme. Y pienso… claro, en la comida del gato.

    Cuando al fin despierto ya no sé si estoy realmente despierta o no, si le puse o no comida al gato, si tengo o no un gato.

    (tendría que irme a dormir, pero… )

  • El virus que se creía historia

    Anoche soñé que estaba enferma, en cama, muy mal, pobre de mí. Entonces llegaba el doctor, me auscultaba y me decía que con inyecciones nos deshariamos de mi mal.

    Méndigo doc, sacaba una jeringa de esas gordotas, de cristal, con aguja de metal (como la que mi abuelito tenía en un estuche y usaba una y otra y otra vez).

    Y me ponía en la pierna izquierda una inyección de un líquido color miel, que -sueño o no sueño- dolía como la chingada.

    Yo, valiente, brava, donairosa como soy, no decía ni «ouch», aunque me dolía mucho.

    Y el doc, en vez de felicitarme por mi valor, mi bravura y mi donaire, sacaba otra jeringa igualita, ya cargada… ¡y madres! Otra inyección.

    Y otra. Y otra más. ¡Todas en el mismo sitio de la pierna izquierda! (onda Luna amarga, bujujú).

    Y yo volteaba y veía que el doc tenía cuatro o cinco jeringas ya preparadas…

    –Oiga, doc, ¿no son muchas?–le preguntaba, tratando de mantener la bravura y todo eso.

    –Es necesario–me respondía, muy docto–: tienes un virus que se cree historia, y esta es la única forma de eliminarlo.

    Yo me quedaba pensando en algo: si es virus, ¿para qué las inyecciones? En cambio, me iba a quedar sin pierna… y desperté, con la pierna izquierda súper dormida, claro.

    Pero entonces lo repensé: «un virus que se cree historia». Suena padrísimo, ¿no? Deberían darle un óscar al libretista que elabora mis sueños :)

  • Trascendencia

    Ayer discutía con alguien sobre la tan llevada y traída trascendencia humana: ¿sólo se consigue teniendo hijos? ¿todo mundo quiere trascender? ¿me arrepentiré cuando sea una anciana de no haber tenido trascendente descendencia? (¿llegaré a anciana?).

    Tanto me quedé pensando en eso que soñé que descubrían el modo de ser todos inmortales; pero que, para controlar la cantidad de gente en el mundo, la opción era: o inmortalidad o hijo (sí, sólo uno/a por persona). Y en mi sueño, muchos que ya tenían hijos mentaban cuanta madre, diciendo que era injusto que les negaran la inmortalidad porque cuando tuvieron a los hijos «no sabían» que habría luego la posibilidad de no morir; otros, en cambio, preferían tener al hijo que vivir por siempre; y otros más planeaban el asesinato de sus hijos para ver si aplicaba la nueva ley a su favor…

    Era una especie de fin del mundo, pues. Muy divertido, aunque sin zombies.

  • Opción A

    — Doctor, ¿se acuerda de mí? Dejé de venir hace como seis años porque tenía la impresión de que usted, en vez de ayudarme, estaba viendo la forma de sacarme más y más dinero. Como cuando me mandó al taller de Constelaciones Familiares en Tlayacapan a precio de Cancún, o cuando me embarcó en la fitoterapia para adelgazar y mejorar la psique, todo a la vez.
    –Ah, sí, Raquel… me acuerdo de ti. Pero ¿no me dijiste que te ibas porque habías conseguido una beca para estudiar esperanto en Finlandia?
    –Este… ah, sí. Era eso. De la terapia que deserté por lo que dije hace rato era otra, no la de usted, je.
    –¿Y qué tal el esperanto?
    –Nomás cheque: hofolafa, ¿cófomofo estáfa?
    –Guau. Te felicito. ¿Y por qué volviste, a todo esto?
    –Es que sueño zombis, doctor.
    –…
    –…
    –…
    –Oiga, no se supone que sea usted lacaniano, doctor. Deme algo para ya no soñar zombies.

    No. Ir a terapia no es opción.