Despedida en cinco tiempos

Uno: Vizcaínas, hace dos millones de años.

Ultimo día de clase. Maribel y yo pasábamos de segundo a tercero, nos quedaba un año más en la secundaria. Pero estábamos tristes. Hay despedidas que llegan antes de lo que uno se imagina.

Nos encontramos un poema de José Angel Buesa. De ésos que luego iba a recitar al hartazgo Paco Stanley, antes de que lo mataran y la gente dejara de imitarlo en todo momento (ahora imitan a Adal Ramonez. Me pregunto si… bueh).

Es un poema cursi, pero servía bien, nos prestaba palabras para despedir a ciertos álguienes. Decía:

Te digo adiós y acaso te quiero todavía

no sé si he de olvidarte, pero te digo adiós…


Y, efectivamente, sigo sin olvidar a los que se fueron, pero aunque los volví a ver, están idos. Para siempre.

Dos: Leo el texto de hoy de Casciari y se me figura un poco al poema de Buesa. No es cursi, no; pero me presta esas palabras que yo aún no sabría formular. Estamos cerrando un ciclo y yo no me había dado cuenta.

Tres: Las diez plagas, los siete sellos, las 9 señales. Cada fin de ciclo se acompaña de señales que pueden ser o no reconocidas. En mi caso, hay algunas endógenas: la boda, el cansancio matutino, la ida a Vizcaínas, el desligue total y definitivo con algunos que fueron amigos queridos y que hoy sé hostiles (y hacia los que profeso la misma cálida hostilidad). Cure ya vino.

Y están las exógenas: Putito, mi visitante anónimo, que tan fácilmente me hizo decidir quitar tagboard y comments; el cierre de otros blogs (Felisa, Mujer gorda, etecé); la huelga que sostuvo por un par de semanas mi modem.

Cuatro: Nada ocurre sin contexto. Los hechos se concatenan. Hay momentos en que pienso en Putito, mi visitante anónimo (Mamá, ya le puse nombre. ¿Nos lo podemos quedar? ¡Es tan mierdita, tan tierno a su modo!), bien podría ser alguno de aquellos que un día consideré amigos y blablabla. Otro ejemplo: justo cuando estoy pensando en rediseñar esto, leo lo de Hernán.

Otro: justo cuando va a salir la entrevista sobre blogs en televisa, me siento enhuevada para seguir escribiendo.

Y hago las cosas y luego les pienso el por qué.

Cinco: el asunto es que todavía no sé si esto es una despedida temporal o definitiva. Incluso cabe la posibilidad de que no interrumpa la escribidera; pero de que esto se acabó hace semanas, y de que hoy le estamos dando el cierre formal, no tengo duda. O bueno… al menos, no muchas dudas. Creo.

Bueh.


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