Categoría: Vida en Internet

  • Lista # 2

    Lista # 2

    Diez partes de mi cuerpo que me gustan o me desagradan

    1. Me gustan mis dientes. Antes me daban mucha pena, pero ahora los amo.
    2. Mi ojo virulo. A mi mamá le angustiaba que mi ojo se va de paseo, pero a mí me divierte.
    3. Mis uñas. Odio que sean tan fragilitas.
    4. Mis pies. Amor/odio. Me encanta mi lunar en el empeine, soy feliz de ya no tener una verruguita que brotó el año pasado, pero no me caen bien mis uñas.
    5. Mis cejas de pellizco. Me ponen de malas.
    6. Mi papada. Me choca.
    7. Mis chichis. Quien diga que si son grandes son chidas es porque no las carga (ni tiene que sacarse del brasier las moronitas del pan o las galletas).
    8. Mis manos. Me gustan.
    9. Mi cicatriz en la rodilla. Sé que no es linda pero yo le tengo cariño.
    10. Mi cabello. Me da muchos dolores de cabeza. Waka waka. ¿Entendieron? Dolores de cabeza.
  • Lista # 1

    Lista # 1

    Diez revistas de las que he sido adepta

    Antecedentes, je.

    Ayer propuse este juego para todo el mes. Y hoy en la mañana, Alberto hizo de ManoSanta y sacó el papelito para la primera lista. Como habíamos dicho, la escribí en el cuaderno y me dispuse a subirla al blog… Pero como las cosas fáciles son aburridas, entonces pasaron varias cosas: primero, me equivoqué y lo subí a una versión de mi blog que ya no uso (acá). Luego, lo subí al que sí… y nomás no hubo forma de que se publicara. Llegué a la oficina para intentarlo… y nisiquiera está como borrador, bu. Así que ahí voy de nuevo, qué caray (eso es lo bueno de haberlo escrito primero en el cuaderno, ¿verdad?).

    Así que el papelito fue «diez revistas a las que he sido adepta». Al principio no tuve bronca con la brevedad, pero hacia la mitad me moría de ganas de echar todo el rollo de qué, cómo, cuándo y por qué. Creo que eso refuerza la hipótesis de que las listas ayudan a escribir. Ya me contarán ustedes cómo les va, si es que se animan al juego. Y ahora sí, sin más dilación…

    Las diez revistas (que son trece, ups).

    1. Barbie. Por el fotocuento.
    2. . En casa de mis primas. Traía calcomanías.
    3. Eres. Mi mamá me la compraba, desde la segunda que salió -¿para hacerme “más normal”?- y al principio me caía gorda, pero me enganché a los tests.
    4. Año Cero. En mi periodo cuchicuchesco.
    5. Chispa. Por su cómic. Me acuerdo de uno sobre un caballito de mar.
    6. Aposento Alto. Era, después de la Biblia, la lectura favorita de mi abuela. Y ahí me publicaron por primera vez. ¡Me pagaron!
    7. Selecciones del Reader’s Digest. Estuve suscrita varios años. Empezaba leyendo los chistes.
    8. Real Simple. Mi favorita actual, desde hace ¿15 años?.
    9. TVyNovelas. Nomás en la fila del súper)
    10. TeleGuía. Sobre todo por la columna de Chucha Lechuga y los horóscopos.
    11. Pilón: Notitas musicales, MAD y el Videorrisa.

    Epílogo. Curiosamente, esta versión difiere de la que alcancé a publicar en mi otro blog. No en la lista en sí, sino en la redacción. Qué curioso funciona el autocorrector interno, ¿no?

    Tons… ¿se animan a jugar?

  • Diez cosas que…

    Diez cosas que…

    ¿Un mes de listas?

    El los últimos meses he tomado varios cursos online en la plataforma Domestika. Desde algunos que, espero, servirán para hacer mejor mi trabajo, hasta los que son del puritito gusto de aprender algo nuevo (por ejemplo, tejer). Por supuesto, me enrolé en algunos de escritura -ya saben ustedes: soy fan de cursos, manuales, talleres… ¡siempre hay algo nuevo que aprender! (Y, por supuesto, me inscribí al de Alberto, que está bien chiroliro).

    En uno de esos cursos (éste), me gustó una recomendación: hacer listas. De ahí pueden venir ideas para historias, características de personajes, problemas que han de enfrentar… qué se yo. Y en otro de los cursos (éste de acá) se recomienda hacer proyectos de duración específica, como para ir agarrando callito (o disciplina). Así que pensé: ¿y si combino las dos ideas?

    Así que durante diciembre del 2020 trataré de poner en este, su blog amigo, una lista distinta cada día. Es decir, haré alrededor de 31 listas de alrededor de 10 items (trataré de que sean las 31 listas, pero en 2020 uno no sabe…). Y, por pura diversión, les invito a hacer también sus propias listas a partir de cada propuesta, sea que quieran compartir o guardar; que quieran hacerlas todas o sólo alguna(s) que les llame la atención. El chiste, obvi, es pasarla bien.

    Ah, me faltó decir una parte: hoy, 30 de noviembre, hice una lista con muchas más de 30 posibles listas; las imprimí y convertí en papelitos doblados para que sea el azar quien decida cada día la lista a elaborar. ¿A poco no está simpaticón el asunto?

    Por último: ya que yo soy MUY indisciplinada y la idea es que el proyectito ayude a meterme un poco en cintura, me puse algunas reglas:

    1. Todo va primero al cuaderno y luego lo paso al blog (y a twitter y facebook, supongo). Estas reglas y la introducción de arriba, de hecho, están en el cuaderno. Y los temas de las listas originales, también.
    2. No se vale cambiar de papelito
    3. Se vale que sean más o menos items (pero cuando menos ocho y máximo 20, que tampoco es kermés).
    4. También se vale darle la vuelta al tema de la lista, siempre y cuando siga habiendo relación entre éste y la lista.

    Y eso es todo. ¿Juegan?

  • Algún tiempo después…

    Algún tiempo después…

    Esta es la primera nota en este sitio en un buen rato, pero ahora tengo la intención de publicar más aquí. No en abundancia, pero sí con un poquito más de frecuencia, para compartirles alguna que otra cosilla.

    Por ejemplo, este video, que se me había pasado publicar, y en el que Alberto y yo hablamos de nuestros libros más queridos. ¿Cuáles son los de ustedes? ¿Qué historias los han acompañado durante más tiempo?

    La foto no me hace la más feliz, pero yo sé que ustedes me quieren como soy. ;)

    Gracias a José Ramón Calvo, Marina Taibo y todos nuestros amigos de la Brigada para Leer en Libertad.

    También les cuento que seguimos con el canal de nuestros propios videos y que algunos de ellos están ya disponibles en formato de podcast (los pueden hallar en los podcasts de Apple). ¿Nos acompañan en ese proyecto?

  • Señoras que…

    Señoras que…

    1. Desde hace algunos años existe la moda en las redes sociales. Se trata de ridiculizar o denunciar alguna actitud que cae gorda. Pero el modo de hacerlo es comenzar diciendo «señoras que hacen tal» o «señores que hacen cual». «Señora» o «señor» ahí no es respeto, es insulto.

    2. Aparecen de tanto en tanto fotos de «antes» y «después» de actrices, cantantas y hasta políticas. Que si eran bellísimas y ahora son monstruosas por las operaciones y el botox. «Se arruinaron la jeta», dice alguien en un comentario bajo una de las fotos. «¿Por qué no pueden envejecer con dignidad?».

    3. Pero también vemos de tanto en tanto fotos de actrices, cantantas y hasta políticas que se dejan las arrugas en su sitio. O las canas. O las arrugas y las canas. Y no falta el que dice «tan guapa que era antes, ¿qué le pasó?».

    3.1 ¿Qué le pasó? Que envejeció. Como todos. Que hasta el que se lava la cara con evian y duerme en un refri, tarde que temprano pierde la batalla contra la entropía y, sorry, envejece.

    3.1.1 O quizá no debería decir «el que se lava»: un hombre con arrugas está bien, un hombre con canas es sexy, un hombre «mayorcito» puede seguir siendo galán. Una mujer de la misma edad, no. Por ejemplo, las telenovelas: la que primero era pareja del galán, luego es la mamá y luego la nana. En menos de veinte años. Y en ese mismo tiempo, él tiene chance de seguir siendo «el galán».

    3.1.2 Aunque tarde o temprano también ellos sucumben. Dejan de ser galanes para ser señores que.

    2.1 ¿Por qué no pueden envejecer con dignidad? A lo mejor porque necesitan trabajo. O porque durante toda la vida las bombardearon con que la única fuente de valor que tenían era su apariencia física. O porque sin la piel lisita y las curvas pronunciadas no saben quiénes son. Quizá enfrentan tanta presión que ni siquiera creen tener otra opción. A lo mejor les prometieron otra cosa y, ya hecho el daño, ni modo de dejar el botox y el silicón en casa. O no salir.

    2.1.1 Hay quienes preferirían que no salieran. Que la gente mayor se tarda en cruzar las calles, maneja despacio, «afea el paisaje». «Vi a unos viejitos besándose, guácala», escuché decir a una mujer de unos treinta. ¿Neto no se da cuenta de que está más cerca de los 60 que de volver a los veinte? Ojalá entonces siga amando y besando.

    1.1 «Señoras que se quejan porque no entienden. Equis, somos chavos», dice una mujer de más de veinticinco. Ya no es chava, lo siento. Ya no es una morra. Es una mujer y, nada más por cómo funciona nuestro universo, está más cerca de los 60, 70, 80, que de volver a los 20, insisto. Porque el tiempo no va en la otra dirección.

    1.1.1 O pensarán que cuando les toque encontrarse la primera cana o la primera arruga, la ciencia ya habrá avanzado lo suficiente como para revertir esas señales del envejecimiento «con buen gusto y dignidad». «Y a un precio accesible para todos», pienso.

    3.2 ¿Por qué decimos «perder la batalla» o «sucumbir» cuando hablamos de envejecer? ¿Por qué decimos «dio el viejazo»? ¿Por qué le tenemos tanto miedo al tiempo, que tratamos de ser adolescentes hasta los cuarenta, hasta los cincuenta, hasta los mil?

    3.2.1 Claro que me da miedo a veces. Veo mis fotos de hace veinte años y sé que no estoy como entonces. Y sé, nomás por ver las fotos de mis tías y mi abuela, que me arrugaré, la piel se me llenará de manchas, que tendré que poner atención para no engordar mórbidamente o para que no se me disuelvan los huesos de las piernas cuando llegue la osteoporosis. Que si no me cuido los dientes, se irán como las flores de verano; que el cabello se irá haciendo ralo y que no falta tanto para que necesite los anteojos de tiempo completo.

    3.2.2 Pienso que uso tinte en el cabello porque me gusta el cabello de colores, y que uso botas altas porque me gustan las botas altas. Pienso que no tendría que renunciar a eso cuando «dé el viejazo», pero no sé.

    1.1.2 Me pregunto si me metería botox o me restiraría la piel si, cuando me sienta arrugada y cansada, el precio es accesible.

    2.1.2 Me gustaría pensar que llegaré a los sesenta, setenta, ochenta, con suficiente calcio en los huesos como para caminar por la calle, aunque sea despacio, y besar al hombre que amo, aunque las treintañeras piensen que guácala.

    2.1.3 Sin que mi identidad dependa del hombre que amo.

    4 Sobre todo, me gustaría pensar que la educación está cambiando y que seremos las últimas generaciones en sufrir estos miedos y estas presiones.

    4.1 No porque el botox y el silicón sean accesibles para cualquier presupuesto, sino porque educaremos a las nuevas generaciones a pensar que la vejez es un premio para quien vivió bien.

    4.2 Que, como sociedad, pensaremos que «vivir bien» no tiene que ver con la apariencia física.

    1.2 Quizá lo primero que tendríamos que hacer es asumir la edad que tenemos. No como una condena, sino como una realidad.

    1.2.1 Y que evitemos usar las palabras relacionadas con la edad como insultos.

    5 Señoras cuarentonas que se pintan el pelo y usan botas altas y quieren seguir besando al hombre que aman hasta los noventa aunque a las adolescentes de treinta les dé asco.

    5.1 Señoras que piensan que debe ser posible estar a gusto con su autoimagen sin ser esclavas de su autoimagen.

    5.2 Señoras que quieren ser como las vuvalini cuando sean (más) grandes.

    vuvalini