Entra la Cuca con un ratón en el hocico. El animalito me mira con ojos húmedos y siento un escalofrío. El ratón -lo acabo de descubrir- es un ser inteligente, siente, duda, y en este caso, se muere de miedo.
Tampoco entiende por qué no lo salvo de las fauces de mi gato.
Pero entonces la Cuca me mira, y sus ojos también tienen esa chispa. Sólo que en su caso también hay amenaza: No te metas…
De pronto me doy cuenta de que no sé nada del mundo que me rodea. Y corro al espejo, pero en mis ojos no alcanzo a descubrir ese brillo…
Deja un comentario