Esta no es una historia alucinada, aunque lo parezca. Tampoco es una historia apasionante, aunque ahora ya no sé…
Va así:
Resulta que Alberto y yo teníamos un blog privado en el que nos escribíamos esas cosas que se escriben los amantes y que para nada me avergüenza resumir aquí: sexo, carantoñas, apapachos, cursilerías, tristezas, alegrías, reconciliaciones, sueños, relatos eróticos, fórmulas secretas para lograr la invisibilidad, esas cosas. Cualquiera que esté medianamente enamorado sabe de qué va la cosa.
PERO hoy le pasaron el tip a Alberto de que alguien andaba corriendo el url de nuestro blog.
No fue pena lo que sentí. La verdad, me dio risa, porque pensé que esas cosas de los papparazzis (noten que ni siquiera sé cómo se escribe) eran exclusivos de la nobleza. ¿Qué de interesante puede tener el hecho de ver lo que nos escribimos Alberto y yo? Misterio. En todo caso, ya suscribimos la página en adultcheck para que si alguien es tan pero tan weirdo como para encontrar placer en leer nuesta correspondencia, por lo menos nos pague las chelas del fin de semana, jeje.
(La neta, me sentí como Eloísa la de Abelardo y fue muy bonito. El paso que sigue es que me pidan autógrafos o tips de… esteee…. de las fórmulas para la invisibilidad, claro).
///Miro en la compu de al lado y veo que Alberto escribe más o menos sobre la misma experiencia. Qué puedo decir, en público o privado? Que estamos
conectados y a quien le parezca cursi, que diga misa… o le mando al pitufo kkk.
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