Hoy es martes. Tengo sueño y clase de francés en un rato, así que no me puedo dar el lujo de dormir… ni de pensar. Supongo que se debe al cansancio, al calor, a la digestión, o a la extirpación de cerebro de que fui sujeta esta mañana.
Lo cuento antes de que desaparezcan los pocos recuerdos que quedaron acumulados en mi memoria RAM…
Dejé en la mañana a Alberto en su casa y me encaminé a Canal Once. En un alto, se me acercó un limpia-parabrisas… sólo que no era uno común y corriente: vestía como devoto del KKK, sólo que en color azul rey. Pensé que sería, tal vez, un Pitufo Anónimo; pero la estatura no correspondía.
El ser limpió mi parabrisas y me dijo con voz aflautada: ‘Son diezmil pesos o un riñón’. Imbécil. Cualquiera sabe que un riñón vale mucho más que eso. Sin duda querría revenderlo luego, al doble o triple. El muy perro. Y ni siquiera había dejado tan limpio mi parabrisas.
Le dije que no. Dijo que (aquí me doy cuenta de que estoy tomando pedazos de un texto de José Vizcaíno Pérez. Qué raro es el inconsciente —es decir, mi mente inconsciente, no pretendo acusar a Vizcaíno Pérez de inconsciente)….
En fin, decía yo que no le quise dar la lana ni el riñón, por lo que nos pusimos a regatear:
–dos pesos, mijo.
–tu alma
–el alma de mi gato
–el alma de tu gato y cincomil pesos
–dosmil pesos y un monitor descompuesto
–dosmil pesos, el monitor descompuesto y un playstation one.
–el play, el monitor, y sin el dinero
–el dinero sin el play y el monitor
–el dinero sin el dinero, sin el play y sin el monitor
y así seguimos por horas, mientras la fila de carros detrás del mío crecía y crecía. Al final, no sé ni cómo, pero acepté un trueque: su disfraz de pitufo kkk a cambio de mi hemisferio cerebral derecho; su botella de jabón, su alma y un pulmón, a cambio de mi hemisferio cerebral izquierdo.
Creo que el negocio me convino… para qué voy a necesitar un brecero anedtor edla baceza? pueso piendar nieb ni ssu adyua…
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