Madrugando

Señores: es miércoles, son las seis 21 de la mañana y yo tengo que irme en menos de diez minutos.

Toca un día complicadillo: mercado por flores –> panteón –> desayuno –> clase de guionismo a estudiantes de videojuegología –> vuelta a casa para hacer dos guiones –> horror, y más horror.

La pregunta del día: ¿es esto vida?

La respuesta: sí. Y por alguna razón torcida de mi torcida y recién recerebrada cabecita, me encanta. Digo, sufro buena parte del trabajo (quejas y quejas aquí lo demuestran); pero también hay muchas otras que disfruto. Ayer, cuando daba clase de guionismo a futuros guionistas, me di cuenta de eso: ¡me encanta dar clases! y ¡me encanta hacer guiones!

Así que las dos cosas, combinadas, son mega-cool.

(Lástima de que paguen poco, que las jornadas sean extenuantes, que algunas jefas sean el Horror personificado, que Hacienda ande tras mis huesos, que el país esté en crisis, etcétera, etcétera, etcétera… pero una vida sin problemas sería aburrida… me imagino).


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