Ellos también sufren…
Acabo de leer una entrevista con un actor porno japonés. Uno imaginaría que se trata de lo mucho que goza el glamour de su vida, lo feliz que es porque le pagan por cogerse a las fulanas más voluptuosas del Japón… pero no, no es así.
Comienza diciendo que tener sexo tantas veces a la semana lo ha vuelto estúpido, porque no puede pensar en otras cosas, y porque pierde muchos nutrientes en sus… en… emisiones, digamos (ya sé, se dice eyaculaciones, pero estaba tratando de ser eufimista).
Luego, narra la cantidad de infecciones de transmisión sexual que ha pescado como parte del trabajo (clamidia, virus de papiloma, herpes) y cuenta de actores que han tenido que ser hospitalizados por realizar esfuerzos muy grandes (sin más detalles).
Al final habla de otras practiquillas que son populares en el porno parafílico y concluye con que es un trabajo de la chingada. Si quieren leerlo completo, vayan a este link.
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En otras noticias: casi no me acuerdo del sueño raro de antenoche. Nomás me queda claro que era una especie de juego de realidad virtual, en el que chavitos ultrarreligiosos de entre 8 y 11 años me perseguían con la intención de crucificarme… creo que casi al final me tocaba el ‘game over’, y los chavitos, con metralletas, me mataban… pero como yo sabía que era un juego, platicaba con la otra persona del coche mientras nos desangrábamos.
Lo terrorífico venía después: una falla en el juego me hacía regresar una y otra vez, en cotnra de mi voluntad, en momentos insospechados, y cada vez sentía más reales las sensaciones…
desperté con la preocupación de que la realidad virtual del juego me estaba devorando, y cuando acabara de asimilarme, me volvería personaje pa siempre (pero siempre era un decir, porque en cuanto los chamaquitos me atraparan, goodbye rachel).
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Voy a descansar un ratón. Seeya.
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