De acuerdo, me ayudó en su momento, pero tuve que ser yo, y del modo difícil, quien descubriera que tengo un mini-trastorno de la personalidad. Le digo ‘mini’ porque está dentro de los límites de lo aceptable, no atenta contra mi vida de un modo radical…
Tengo (y lo supe hoy en la mañana, al preparar mi clase de al rato) un trastorno de la personalidad por evitación. Es como una timidez extrema. En los casos graves, no se aceptan empleos si implican tratar con gente, no se tiene amigos, no se sale de un rincón. Lo bueno, es que es gente que puede dedicarse a actividades solitarias (como hacer guiones, erm) con singular alegría. Lo malo es que el círculo de amistades es pobre y la gente de fuera puede no entenderlo. Parece que tiene que ver con un terrible miedo al rechazo y una contrafobia (se evita todo contacto para evitar así el rechazo).
En mi caso, y gracias a mis otros problemas mentales (que son muchos y variados y simpáticos), el mal ataca sólo cuando estoy rodeada de mucha gente. En eso podría parecerse a una agorafobia. Fuera terminajos: lo que pasa es que cuando estoy con mucha gente, que grita y se carcajea y dice cosas inteligentes/simpáticas/ingeniosas, me siento cortadísima: me gustaría ser desenvuelta y frívola, pero nomás no se me da. En cambio, me da por sentir que NADA DE LO QUE DIGA le importa a la demás gente. Así, para qué decirlo, ¿no?
Claro, cuando estoy con mis puerquiamigos o con gente de estimación intensa (y de preferencia, poquitos a la vez) no pasa nada: me da un ataquillo ligero y lo venzo. Cuando estoy con UNA (a lo mucho dos) personas menos cercanas, puedo ser casi encantadora, y medianamente ingeniosa.
Ahhhhhhh…. pero en situaciones como la de ayer (montones de gente con la que no estoy habituada a convivir) me da el ataque de angustia, porque aunque se me antojaría integrarme soy incapaz de gritar más fuerte y soltar más datos interesantes y ser más categórica y desinhibida. Y entonces, parece (horror) que soy una sangrona petulante y menos me integro (y menos cuando, realmente, no hay nada en mí que le pueda interesar a la gente: no me conocen y no tengo modo de hacerme una buena publicidad del tipo: LLEVE, LLEVE, RAQUELITAS SIMPÁTICAS A MITAD DE PRECIO. CASI NO HABLAN, PERO ESCUCHAN CON ATENCIÓN).
Es horrible, sobre todo porque esta vida que llevamos exige don de gentes. Pero… no sé. Según los psicodoctores, se arregla con terapia de grupo y mucho entrenamiento asertivo. En fin… habrá que ver…
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