No se deberían perder, queridos, la antología Palabras en poesía, de Editorial Siglo XXI. A modo de diccionario, nos presenta palabras (en orden alfabético, claro) y sus «definiciones», que, en este caso, consisten en poemas.
Son cincuenta autores los que participaron y hay cosas muy muy muy monas. Ya lo verán.
Sólo como probadita, el «Soneto con eñes» de Eduardo Langagne (y que viene, precisamente, en la entrada de la «ñ»):
Si hago al año un soneto, en el otoño,
me sentiré tacaño en el cariño:
sin hacer un rasguño en tu corpiño
desharé como un niño el rojo moño.
Haré un guiño a la flor de tu retoño
y avanzaré hogareño en mi escudriño:
ñoño tal vez, un verso algo lampiño
hará subir peldaños al bisoño.
Por mis mañas tal vez frunzas el ceño
o el regaño se exprese con tu puño
al ver extraño lo que aquí pergeño.
Un verso taño y es de nuevo cuño:
un soneto con eñes ahora preño
y si me engaño nunca refunfuño.
(¡Y eso que no han visto el soneto que puso en la letra j! ¡Todos los versos acaban con palabras que finalizan en j, sin repetir un sólo término! No es por nada, pero el Maestro Langagne es geniecito del lenguaje).
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