Lo más desagradable de la gripa es su ánimo explorador -e incluso conquistador: no le basta con tomar posesión de uno, quiere extenderse por toda la casa, la colonia, el país, el mundo…
Y entonces puede durar años, porque apenas uno se cura, se la pasa al marido, o al gato, o al hermano, y cuando ellos se curan, nos la devuelven, y así.
No es broma: conocí a una pareja que tuvo la gripa por cuarenta y siete años, alternándose el virus alegremente…
y lo terrible es que la cepa del virus muta, se vuelve cada vez más fuerte y ni la medicina ni el DDT le hace nada. Así le ocurrió a esta pareja que les cuento, que al final su virus era ya una forma evolucionada de inteligencia: barría, trapeaba, escribía cuentos y recitaba poemas de machado…
Por supuesto, cuando el doctor descubrió la penicilina novena generación que podría terminar con semejante bicho, la pareja se negó rotundamente: no sólo ya estaban encariñados con su gripa, sino que además le habían arreglado un ventajoso matrimonio con cierto político importante de la zona…
El caso es que yo ya estoy casi-bien, pero ahora Alberto empieza con el picor de garganta, el dolor de cabeza, y los etcéteras que acompañan al mal gripal. Y bien pensado, no estaría mal que nuestra gripa durara muchote, como para que vaya a la Universidad y nos mantenga en nuestra vejez…
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