Categoría: recuerdos

  • La gira del reencuentro

    La gira del reencuentro

    Ayer le celebramos el cumpleaños a Alberto y fuimos a desayunar rico y a pasear por el centro de la ciudad. Estuvimos en el Museo Franz Mayer y vimos una exposición muy interesante de Pierre et Gilles, una pareja y equipo de artistas franceses que tienen como ¡cincuenta años! de hacer retratos juntos. Retratos muy locos, además, todos recargados (intervenidos: Pierre los toma y Gilles pinta sobre ellos) y con marcos loquísimos, a veces dorados y a veces como de caramelo. Nos acompañaron nuestra querida amiga Atenea Cruz (¿ya leyeron sus cuentos?) y Alex, un amigo de toda la vida de Alberto.

    Y luego, saliendo, él nos tomó la foto que se ve arriba. La verdad es que en ese momento estábamos cansados y teníamos mucha hambre, pero ¿a poco no parecemos una banda de dark? A lo mejor para la gira del reencuentro.

    Aquí les dejo unas fotitos de los retratos de Pierre et Gilles. ¡Una escándala!

  • Adioses difíciles en forma de MeGusta

    ¡Qué difícil es esto de escribir sobre personas que fueron importantes en tu vida y que aún lo son en el recuerdo! Personas que elegiste como familia y que pensaste que estarían siempre ahí, que nunca se apartarían de ti o tú de ellas. Y es difícil porque aquella certeza fue en realidad un espejismo; pero el dolor de la ausencia, de la pérdida, de la desilusión, es real. Vaya que lo es. Aunque sepas que no hay culpas (o bueno, que no hay tantas) sino responsabilidades compartidas.

    Y es que desde el principio cada quien tenía un camino único, y aunque pareciera que lo compartías con ellos, esa compañía ya estaba destinada a ser temporal. Claro que uno no lo nota, en parte porque para eso de la vida no hay una ruta de Waze preprogramada (¡y menos cuando todavía no sabes ni qué quieres hacer con tu vida!), y los amigos con los que sigues hasta el fin de los tiempos no tienen una señal que los distinga de los que sólo van a estar parte de la ruta…

    Además, cuando comienza el distanciamiento uno casi ni lo nota: de pronto es más difícil hacer coincidir las agendas (¿desde cuándo empezaste a poner a esa persona en la agenda? ¿no era antes como el sol, que está ahí diario sin necesidad de programarlo?) y luego, «de repente», te das cuenta de que hace mil años que no sabes nada de su vida (lo que pone en Instagram y Facebook no cuenta como «saber de su vida»; ¿o qué ya no te acuerdas cómo era lo de compartir de verdad el corazón?).

    Entonces surge la gran pregunta: ¿Quién traicionó a quién? O al menos espero que lleguemos a esa pregunta y no nos quedemos en ¿Por qué me abandonó?, que es una etapa previa pero todavía más egoísta. Y es que, con un poco de suerte, lo cierto es que nadie traicionó a nadie (aunque ya sé que hay cada caso…). O, si prefieres, fue la vida la que traicionó a todos los involucrados. O mejor todavía: fue nuestra ignorancia sobre cómo funciona la vida la que nos hace sentir que hay una traición donde lo único que hay es el paso normal del tiempo en una sociedad que nos enseña a ser el centro de nuestro mundo y esperar que sean los demás los que se adapten a nuestras circunstancias (me quedé sin aliento al decirlo de corridito).

    Pero mientras menos nos estacionemos en esa pregunta, mejor. Y en vez de esperar una disculpa, ya podríamos simplemente rescatar lo mejor de los recuerdos y pasar a lo que sigue. Espera, lo refraseo: ya podríamos admitir sin remordimientos que hace mucho que pasamos a lo que sigue y que está bien que ellos también lo hayan hecho. Que han llegado y seguirán llegando nuevas amistades y que muchas de ellas también se irán (y que nosotros también nos iremos) y que está bien que lo hayan hecho. Que aunque de pronto te encuentres a alguno de ellos o se escriban por inbox después de algún like a alguna foto antigua, es muy poco probable que ese «hay que vernos» se concrete en un encuentro, y que si éste se da (wonder of wonders, miracle of miracles!), el «ahora hay que hacerlo más seguido» es una forma muy cabrona de retar al universo o de querer agitar al diablito de los resentimientos. Buena suerte con eso.

    Claro que, como ya dije de pasadita, hay otras amistades, esas que llegaron para quedarse (aunque las veas sólo muy de vez en cuando). Pero esas son la excepción y no la regla. Así que en vez de resentir que la mayor parte de los amigos no son como este puñado de relaciones excepcionales (y que conste que lo excepcional es la relación, no la persona: no se trata de una virtud individual sino de una combinación afortunada, lo que Bob Ross llamaría un accidente feliz)… en vez de andar de resentidos, digo, disfrutemos el rato que podemos gozar de la gente que está ahora con nosotros. Y démosle un like de tanto en tanto a esos antiguos amigos, agradeciéndoles lo que, en su momento, nos hicieron sentir, y dejándolos seguir su camino en paz y sin reproches. En silencio, sugiero; porque mandar un mensaje de «hola, quiero avisarte que ya entendí que ya no somos amigos así que vengo nada más a despedirme», suena más bien a ganas de seguir en el enganche y pelear un poquito, digo yo. Y eso, ¿como para qué?

  • Canción de América

    Canción de América

    La poesía de Margarita Paz Paredes llegó a mi vida porque mi mamá era su fan. Mamá me contaba que Paz Paredes le había dado clase en la Normal Superior y eso me alucinaba. Para bien, obvio. Mi mamá me leía poemas de Margarita Paz Paredes y me encantaba que tenían menciones a la lucha social, la justicia, sin que por eso dejaran de estar llenos de sentimiento.

    Luego de la muerte de mi mamá (muy cerca de su muerte, un año después, cuando mucho), participé en un concurso de declamación con un poema de Paz Paredes, «Canción de América». Me encantaría decirles que lo hice maravillosamente y que todo mundo me pidió información sobre la poeta… pero lo cierto fue que, mientras lo iba recitando, se me hizo de sal la garganta, se me olvidaron las palabras, se me llenaron los ojos de un ardor líquido y… salí corriendo del sitio del concurso. Adolescencia, luto, qué sé yo.

    Y después, cuando me casé, el libro de Paz Paredes (Litoral del tiempo, en la edición de Lecturas Mexicanas de la SEP) se quedó en casa de mi papá porque pensé que sería facilísimo de encontrar la obra de Paz Paredes en internet. Extrañamente no ha sido así. Por suerte, la editorial guanajuatense Ediciones La Rana tiene una edición muy guapa, que recién llegó a mis manos antier. Estoy muy emocionada. Y por eso, y porque tenía muy abandonado este blog, les comparto ese poema que no pude acabar de declamar cuando era morrilla:

    Canción de América

    Te amo, América,

    por el cauce infinito de tus lágrimas,

    por lo que tienes de solar y altiva,

    por tu sabor intenso de aceituna,

    por tu aroma de selva conmovida,

    porque juegas tu vida con la muerte

    y mueres de soñar viviendo herida.


    Te amo, América,

    porque vengo de un barro alucinado

    -sangre lustral y médula de estrella-

    donde una raza muerta y renacida

    forjó en la noche su auroral bandera.


    Te amo, América,

    por tu dolida infancia sin luceros,

    por tu rebelde juventud invicta,

    por tu callado grito subterráneo

    que sediento de jugos primordiales,

    hizo estallar las venas de la tierra.


    Yo siento

    que el tallo espiritual que me sostiene

    se hincha de amor para nombrarte, América,

    y adquieren los recintos de mi alma

    dimensiones de bóveda infinita,

    y una acústica grave

    para tu voz precisa.


    Te das a todos, multiplicada y única,

    Patria, gigante niña de almidón y alpiste,

    que cabes en la palma de mi mano

    como dormido pájaro en su nido.


    Amo tu arquitectura vegetal, tu corazón raíz,

    tu epidermis durazo,

    tu pie trigal que danza por el valle,

    y tus ardidos brazos campesinos

    sembradores de amor y de esperanza.


    Te amo como eres, tierra mártir:

    contradictoria, amarga y desolada,

    fértil y pródiga y sedienta,

    con el costado herido de miseria

    y el pecho tropical, pulpa y guanábana.


    Yo vivo para hablarte quedamente,

    casi en sordina por los barrios pobres,

    para contarles cuentos a los niños

    modelados de sombras y de angustia.


    Mi voz es tan pequeña que se pierde,

    se diluye en el barro estremecido;

    mi voz ya no es mi voz, se vuelve ajena

    y me llega después más íntima y profunda

    en el sollozo inmenso de la madre

    que lleva un hijo muerto entre los brazos.


    ENVÍO:

    Venid, poetas,

    traed a flor de tierra vuestro canto.

    El mensaje de amor es como un niño

    que siembra amaneceres en el campo.


    ¡Es aquí nuestro sitio!

    Soltad la voz desnuda

    y dejadla llorar a la intemperie.

    mañana ha de surgir, íntegra y pura,

    con el húmedo tallo florecifo.


    Venid, poetas,

    caminad conmigo

    por esas noches lentas y terribles

    en que seres proscritos de la aurora

    agonizan sin pan y sin palabras.


    Venid, poetas,

    purificad la estrofa y la conciencia.

    Volved los pasos a la infancia.

    Traed la voz más clara.

    Caminemos descalzos por América,

    y sea nuestro canto tan sencillo,

    tan íntimo, tan hondo, tan sincero,

    que lo entiendan los héroes y los niños

    y estremezca de amor toda la tierra.

    Por cierto: ayer, 30 de marzo de 2022, fue el centenario del natalicio de Margarita Paz Paredes. Me estoy enterando justo ahora. Que precisamente hoy retome el blog para escribir sobre ella, que justo antier me haya llegado el libro, es una muy bonita coincidencia.

    Por cierto 2: Además de todo, me encanta pensar que este poema de Margarita Paz Paredes dialoga con esta canción de Residente:

  • Pregunta 04 del #Raxxiechallenge

    Pregunta 04 del #Raxxiechallenge

    ¿No olvida nada…?

    El sábado se me olvidó venir a poner la entrada semanal. No sé qué pasó: cuando desperté, me acordaba perfecto de que tenía que hacerlo; pero entre una y otra cosa… pues no lo hice. Y luego ya no se me olvidó, pero me costó trabajo hacerme de un ratito para venir. En todo caso, lo sucedido me inspiró para la pregunta de la semana: ¿en qué piensas cuando te digo «olvidos»?

    Yo pienso en una cosa que me pasa en ocasiones y que me cae muy gorda: me acuerdo de algo que tengo que hacer (felicitar a alguien por su cumpleaños, llevar algo que prometí a una reunión, poner una entrada en el blog…) pero lo aplazo: al ratito lo hago, me digo. Y a veces me vuelvo a acordar varias veces -y lo vuelvo a aplazar una y otra vez. Hasta que, de repente, ya no lo aplazo… porque ya no me acuerdo. Y vuelvo a acordarme cuando ya pasó el cumpleaños, o ya llegué a la reunión o…

    Hay otros olvidos que me parecen más extraños: en general creo tener buena memoria, así que cuando me hablan de alguna vivencia compartida, de la que yo no recuerdo absolutamente nada, me da un terrorcito… o como cuando se me olvidó la cara de un maestro (y la sustituí con la de un actor). Y cuando llegué a buscar al maestro, porque iba a ser sinodal en mi examen de titulación, me sentí dentro de los Expedientes X y la pasé muy muy mal.

    Pero un olvido que me entristeció mucho fue cuando dejé a Pepe, mi zorrillo de peluche, en un avión. Llamé a la aerolínea, rogué y supliqué (mentí un poquito: dije que era el muñeco favorito de «mi hija de cinco años»), pero según ellos no lo encontraron :(

    Y ustedes, ¿qué olvidan? ¿O qué les gustaría olvidar? ¿O qué hacen cuando alguien más olvida algo que es importante para ustedes? Yo antes me tomaba muy a pecho que olvidaran mi cumpleaños, pero con los años me he vuelto más sosegada, supongo -o comprensiva, con eso de que yo misma olvido felicitar a otros cumpleañeros.

  • Pregunta 03 del #RaxxieChallenge

    Pregunta 03 del #RaxxieChallenge

    ¿Qué música te llega al corazón?

    En días pasados estuve viendo la serie de Netflix Supongamos que Nueva York es una ciudad, en la que Martin Scorsese escucha con deleite a Fran Lebowitz, quien habla de un montón de temas, incluida la música. Y ella comenta ahí, entre otras cosas, lo sorprendente que es que una canción pueda hacernos felices aunque no nos guste (nomás porque era lo que se escuchaba en cierta época, por ejemplo). También se refiere al misterio que envuelve la composición musical, una forma de creación que ella no comprende (y me súper identifiqué, porque es algo que a mí también me maravilla). Eso me lleva a pensar en muchas posibilidades para desarrollar este tema: ¿Hay alguna canción que te transporte a otro momento de la vida? ¿Una que sea muy importante para ti y que nadie más conozca? ¿Alguna composición que defina tu personalidad o una etapa de tu desarrollo? ¿Algo que, al tararearlo, podría echarte de cabeza en algo que ocultas o quisieras olvidar (tu edad, tu gusto por cierto género, qué se yo)?

    Mi hermano y yo tenemos una historia con una canción. La conocemos como «El vaquero del sur», y mi mamá solía cantarla para nosotros, sobre todo en viajes en carretera. Se cuenta que alguna vez, siendo yo muy chiquita, lloré por horas diciendo «se fue» y creían que era porque extrañaba a uno de mis primos, pero resultó que era que quería que me cantaran la canción. Ahora que somos adultos y que mi hermano es músico (baterista que está aprendiendo a tocar la guitarra) y que yo soy obsesiva (pero con buenos sentimientos), hemos peinado la red en busca de la canción… y nada. Nadie la conoce, su letra no está en ningún sitio web. Mi papá sí la recuerda (fiu), pero dice que no tiene idea de dónde la aprendió mi mamá. Así que tenemos ese pequeño misterio. Me gustaría pensar que nadie, nunca, podrá resolvernos la duda y que la canción quedará así, como recuerdo misterioso; o que mi hermano la re-lanzará en versión de ska y que será su pase a la fama, jiji. En todo caso, me gusta recordar esos viajes por carretera en los que cantábamos a dos voces:

    Yo soy un vaquero del sur (del sur)
    al que sólo le queda cantar (cantar)
    porque el único amor que yo tenía
    para siempre se me fue.
    Ay, se me fue (ay, se me fue)
    mi único amor (mi único amor)
    y hoy sólo voy (y hoy sólo voy)
    con mi dolor...

    Ah, pero si alguno de ustedes sabe algo sobre esta cancioncita, me dará gusto enterarme. Y ustedes, ¿en qué piensan al escuchar la frase «música que llega al corazón»?

    PD. Los leo en los comentarios. No he podido responder, pero loa leo con gusto y atención. Me encanta que se animen a escribir, acá o en sus blogs/cuadernos/diarios/o-en-donde-prefieran sobre estos asuntos (o los que a ustedes se les ocurra).