Autor: Raquel

  • Adiós, Cuca

    Adiós, Cuca

    Se llamaba Cucurumbé y era, por supuesto, negrita. Su madre, Miau II, era negra también y había llegado a mi vida cuando era apenas un bebé: la compré en un tianguis, en un impulso, nomás de la tristeza que me daba verla en una jaula, tratando de escalar. No hacía tanto de la desaparición definitiva de Miau I, que era blanca y tenía un ojo azul y el otro verde, y cuya historia contaré en otra ocasión.

    Así que Miau II se incorporó entusiasta a nuestra vida familiar, que era un poco un desmadre, lo que sea de cada quien. No se me ocurrió que habría que operarla, y tuvo una camada variopinta. Nos quedamos a la que parecía su clon, a los otros los regalamos. La clon, negrísima y con actitud rebelde desde chiquitita, se llamó Cuca, porque Miau III era un exceso.

    Luego Miau II tuvo otra camada, la última. Una camada con mala suerte: un gatito se murió, otro se escapó. Al tercero lo regalamos bien, el cuarto se quedó con nosotros. Mi hermano lo bautizó Beakman.

    Miau II desapareció de repente, cuando aún estaba criando a Beakman y sus hermanos. Sospechamos que la envenenaron o la robaron, porque un día nomás no regresó. Entonces Cucurumbé tomó su lugar y se dedicó a cuidar de sus medios hermanos. A regañadientes, creo, porque les pegaba de vez en cuando si se ponían muy cariñosos, pero igual los bañaba y dormía con ellos y les compartía la comida.

    Total, que se quedaron Cucurumbé y Beakman. Y el nombre de ella se acortó, porque así pasa con la cercanía, el tiempo y el cariño, que hacen que se acorten o se alarguen los nombres con diminutivos ridículos de tan amorosos: Cucurucha. Cucaracha. Cucurumbuca. Al final gana la practicidad casi siempre: Cúcaramácaratíterefue tomó el nombre artístico de Cuca.

    La Cuca fue musa de este blog desde el principio. Aparece por primera vez aquí. Como todos los gatos, tenía sus hábitos que la hacían única e irrepetible: le gustaba jugar con una corcholata en particular, que guardaba detrás del refri cuando terminaba de usarla; era una cazadora excelente y traía ratones de las casas vecinas para soltarlos en mi cuarto y hacer su safari mientras yo, aterrada, escuchaba todo desde mi cama; exigía que se le rascara la panza en el punto exacto del patio que se le antojaba; cuidaba a Beakman y decidía con cuáles de los gatos vecinos compartir la comida y el espacio. Dormía en mi cama y un par de veces me puso el susto de la vida al levantarse a bufarle a algo que ella veía pero yo no.

    Su mayor excentricidad: le dábamos golpecitos en la grupa y, al dejar de hacerlo, ella salía disparada a buscar el zapato más cercano y esconder en él la cabeza.

    Cuando me fui de casa de mi papá, Cuca y Beakman se quedaron. Acostumbrados a su jardín, su patio y sus humanos, hubiera sido absurdo llevármelos. Además no sólo eran mis gatos: eran, son, de mi papá y de mi hermano; también adoptaron a Mary, la esposa de mi papá, y se lo demostró la Cuca dejándole cadáveres de pajaritos y ratones en la almohada o junto a sus zapatos. Dejar atrás a mis gatos no fue fácil, pero a veces uno tiene que aprender a desprenderse. Y cada visita a casa de mi papá era también visita a los mininos.

    El viernes, la Cuca no quiso comer. El sábado la llevaron al veterinario y el diagnóstico no fue grato: insuficiencia renal y cardiaca, anemia, quizá una hemorragia interna. La doctora dijo que la mejor alternativa era dormirla. Mi papá me llamó anoche, domingo, para que tomáramos juntos la decisión. La Cuca nació en 1997 o 1998: incluso si nos poníamos necios, era de lo más improbable que saliera de ésta. Estuvimos de acuerdo en que no tenía caso someterla a sufrimientos innecesarios.

    ¿Dije ya que a veces cuesta mucho desprenderse? Dejar ir a alguien a quien amas, sea o no humano, debe ser una de las cosas más cabronas de la vida. Pero si ese alguien sólo te dio siempre lo mejor que estuvo en sus manos (o sus garras), se lo debes: pensar un ratito en su bienestar y no en el propio. Así que anoche la Cuca se durmió, no a los pies de mi cama, sino en el consultorio de la veterinaria, para ya no despertar más. Voy a extrañar a la gatita dark.

  • El día mundial de Internet

    El día mundial de Internet

    Me entero, no sin sorpresa, de que hoy es el día mundial de Internet (cabe la posibilidad de que me haya enterado el año pasado, y se me haya olvidado, así que la sorpresa sigue siendo válida). Esta noticia me puso a pensar en mi propia relación con la red. A fin de cuentas, somos amigas desde hace ya muchísimo tiempo y es parte importante de mi cotidianidad. Y me pareció un bonito modo de conmemorar la fecha metiendo una entrada sobre el tema en mi pobre blog, tan abandonado que está. (Y sí: ésta es esa entrada).

    Mi relación con Internet empezó en 1996. En esos entonces, yo no tenía computadora en casa (¡nunca había tenido!) y mi único curso sobre el asunto había sido en segundo de secundaria, para aprender logo, un programa para hacer gráficos. Ah, y a diferencia de mi amiga Heidi, que se volvió buenaza para las compus desde entonces, yo deserté del curso.

    Pero volvamos a 1996: en esa época, Angelito, un amigo de la universidad, nos pasó a varios el tip de que podíamos meternos a Internet en el centro de cómputo de la escuela (entonces se llamaba ENEP Aragón). Sólo había que pagar el servicio, decir al encargado que sí, que sabíamos usar las computadoras con red y listo.

    La noticia me cayó de lujo: yo, sin computadora en casa, sabía lo que era Internet porque era muy fan de la revista Colors de Benetton, que desde años antes incluía en su directorio hipervínculos a visitar. Así que pagué mi acceso al centro de cómputo, reuní mis revistas Colors y me apersoné a mentir descaradamente al responsable del servicio.

    —¿Sabes usar Unix? —me preguntó, mirándome con desconfianza. Tenía yo todo para estar mintiendo: era de la carrera de comunicación (que apenas llevaba una materia de «introducción a la computación» y otra de «introducción a word y a excel» en su plan de estudios), era mujer (bueno, sigo siendo) y era del grupito de darketines que se sentaba en un pasillo a ver pasar a la gente en vez de entrar a todas las clases y hacer tareas y esas cosas. ¿Cómo se podría suponer que yo hubiera aprendido Unix?, parecía decir su cara.

    Mientras, yo ponía mi mejor cara de póker (no es por presumir, pero sigo siendo excelente para poner esa cara inexpresiva), aunque por dentro tenía ganas de correr. Antes de que lo hiciera, el tipo se dio por vencido.
    —Llena esto, firma aquí, firma acá, ven mañana por tu clave.

    Al día siguiente me dieron mi clave de ingreso, que era también la de mi primer cuenta de correo: raqcm@hp-720.aragon.unam.mx y el password, que no recuerdo pero que cambié por rasha1 (no: ese password ya no lo uso para nada). Y entré a la sala llena de computadoras hp720, unos maquinones grandotes, de pantalla gigante-pera-esos-tiempos. Ahí llegó mi primera desilusión: ¡no sabía prender una computadora! Suponía que tenían un botón o switch o algo, pero ¿dónde estaría? Busqué y busqué. Estaba a punto de darme por vencida cuando se levantó de otra compu un tipo gordito y fodongón (¡mi primer acercamiento con un nerd!), se me acercó, y se ofreció a ayudarme. El cuate (en este momento acabo de recordar que se llamaba Arturo y que era estudiante de ingeniería en computación) se convirtió en mi mentor: me enseñó no sólo a prender la compu, sino también a usar pine y elm para revisar mi correo; a abrir netscape desde el sistema operativo; a imprimir (el comando es ls, creo recordar) y a saber cuánta otra cosa. Yo era buena alumna: le pedí prestado un libro a mi primo Marco (ay, todavía tengo el libro… y de repente, todavía lo leo!) y tips diversos para una más feliz navegación (en esos tiempos, mi primo estudiaba una carrera computosa en el Tec de Monterrey).

    A los pocos meses yo ya me metía hasta al autocad, nomás por ociosa; tenía amigos virtuales en el tec, en el poli y en otros países (sobre todo, amigos góticos y fans de les luthiers); cotorreaba en chatrooms .html, jugaba MUDs y pasaba horas bajando fotos a diskettes.

    Al semestre siguiente me prohibieron entrar a la sala de las hp-720, pero a cambio me asignaron a una de pc’s. Yo instalé el icq (un programita de mensajería instantánea, para quien no lo sepa) en varias de ellas y me convertí en la Guía-Oficial-Para-NoIngenieros que pagaban su clave y llegaban al centro de cómputo sin saber cómo prender una máquina.

    Luego tomé un curso de diseño de páginas web e hice la mía, en geocities (q.e.p.d.); me volví adicta a los clubes -y luego a los grupos- de Yahoo; abrí mi primer blog (este mismo, pero entonces estaba en blogspot.com); tuve páginas favoritas como Dark Side of the Web, Hecklers (RIP) y Numancia, ciudad virtual (RIP); pero, sobre todo, hice amigos. En esa época, para mí, la red fue sobre todo una herramienta social que estaba íntimamente ligada a la mal llamada vida real: por ejemplo, amigos españoles me mandaron vhs con shows de Les Luthiers. No es poca cosa: Nancho, un amigo de Valencia, tenía los videos en casa de sus padres. Tuvo que ir a visitarlos, buscar las cintas, transferirlas de PAL a NTSC y mandarlas en un envío transoceánico, sólo porque éramos amigos. Si eso no es real, entonces no sé qué es.

    Para cuando perdí mi cuenta raqcm@hp-720.aragon.unam.mx, ya tenía acceso a Internet en casa (y computadora, claro). Desde entonces he tenido montones de cuentas de correo (en hotmail, yahoo, excite, raqmail en zzn, fatalespejo, etcétera) y perfiles en blogger, myspace, orkut, hi5, linkedin, goodreads, facebook, twitter y a saber cuántos sitios más. Algunas las conservo por nostalgia; de otras no recuerdo el password; otras murieron cuando el servicio correspondiente fue desconectado (ay, como mi página en geocities).

    Me gustaría hablar de los trolls, del modo en que el anonimato de la red afecta a algunos, de la manera en que la publicidad se ha ido metiendo a la red; pero hoy, día mundial de Internet, mejor me quedo con el buen sabor de boca del lado solidario, lúdico y gozoso de la vida virtual. Que siga por mucho, mucho tiempo.

  • Horóscopos bibliománticos del 3 de octubre de 2011

    Horóscopos bibliománticos del 3 de octubre de 2011

    Me encontré el libro La música de los vampiros en un botadero. La portada era horrible y el título también. Nunca había escuchado hablar de la autora. Pero estaba muy barato y era de vampiros. ¿Qué podía perder?

    Ya que comencé a leerlo me enteré de varias cosas: que la autora, Poppy Z. Brite, era una chica gótica, muy joven, de Nueva Orleans; que el título original era Lost souls y que había otra versión en español (que nunca he visto) titulada El alma del vampiro; que la historia era oscura, muy oscura. Me encantó.


    Es uno de esos libros de la adolescencia tardía que puedo releer una y otra vez; y que vale la pena leer en inglés al menos una vez (Poppy es una narradora con oficio, que sabe lo que quiere decir y cómo decirlo).


    Mi libro de botadero tiene ahora, en la primera página, la dedicatoria de la autora:

    To Rachel
    With love,
    Poppy Z. Brite

    Es uno de mis tesoros.

    Y de este tesoro (si se lo encuentran, léanlo, en serio no tiene desperdicio) salen los horóscopos bibliománticos de la primera semana de octubre de 2011:

    Aries: Bueno… eso cambia las cosas, ¿verdad? Eso hace que todo sea todavía mejor…

    Tauro: ¿Quieres perder el tiempo conmigo?

    Géminis: Ahora me toca a mí.

    Cáncer: No querrás que te dejen tirado, ¿verdad? ¡Venga, recuerda que te largas de aquí!

    Leo: ¿Por qué no pasamos la noche levantados tomando copas?

    Virgo: Lo hice como quería hacerlo.

    Libra: Nunca llegamos a ser amantes, aunque yo lo deseé con un anhelo desesperado.

    Escorpión: Ahí fuera hay algo.

    Sagitario: ¡Dímelo! ¡Dime quién soy!

    Capricornio: Basta. Basta todo el mundo. Nos vamos ahora mismo.

    Acuario: Desearía que no salieras esta noche.

    Piscis: Quítame las manos de encima.

  • Horóscopos para la semana del 5 de septiembre

    Horóscopos para la semana del 5 de septiembre

    Horóscopos bibliománticos para la semana del 5 de septiembre

    No sé ustedes, pero yo amo a Peter Straub. Uno de sus libros, «Fantasmas», está en el top 5 de libros que me han dado miedo. Por eso me emociona que sea de un libro suyo el horóscopo de esta semana: la novela “Misterio”, publicada por Ediciones B.

    Por cierto, hay otro motivo para estar contenta: desde hoy, los horóscopos aparecen también cada semana en el periódico poblano Lado Be

    Pero bueno, eso no quita que aparezcan también acá. Y van así:

    Aries: ¿Y quieres saber quién era? Te lo voy a decir, pero ahí se acaba el tema. ¿Me has entendido?

    Tauro: Personas que nunca han robado en su vida, se transforman en cleptómanas.

    Géminis: Todo cuanto necesita es descansar un poco más de lo que suele hacerlo.

    Cáncer: ¿Así que quieres empezar de nuevo donde lo dejamos? Me gusta esa idea.

    Leo: De repente, todo parece haber cambiado ligeramente. Tengo la sensación de que te has estado metiendo en un sitio que no es el tuyo.

    Virgo: ¡Oh, lo ha hecho usted muy bien!

    Libra: Esto me pone enferma, maldita sea. Porque casi estuve a punto de creer a ese hombre.

    Escorpión: Ni pensarlo, en absoluto.

    Sagitario: Mi consejo es que pienses en las oportunidades que ofrece el mundo empresarial. Sal afuera y empieza de nuevo, créate tu propia vida.

    Capricornio: Bueno, tendré que empezar a sonreír.

    Acuario: Porque ahí es donde nos encontramos.

    Piscis: La verdad es que disponemos de un extraordinario servicio postal, ¿sabes?

  • Horóscopos del 29 de agosto de 2011

    Horóscopos del 29 de agosto de 2011

    Primero vi la película de Greenaway. Me encantó. Luego me dediqué por años a buscar el libro de Sei Shonagon, escrito por ái del año mil de nuestra era. Un par de veces lo encontré, inaccesible de tan caro.

    Pero entonces encontré El libro de la almohada (también conocido como El libro de cabecera) en el sello Adriana Hidalgo Editora, a menos de cien pesos. Y, para festejar el hallazgo, de ahí salen los horóscopos de la última semana de agosto. Y son como siguen:

    Aries: El hombre que amamos está borracho y se pasa repitiendo las mismas cosas.

    Tauro: Verano e invierno. Noche y día. Lluvia y rayos de sol. Juventud con vejez. La risa de una persona con su cólera.

    Géminis: El hecho es que ella no quería que tú ganaras.

    Cáncer: Muy bien. Por nada del mundo se lo digas.

    Leo: No hace falta mucho para consolarte.

    Virgo: ¿Han cerrado bien la puerta externa?

    Libra: ¿Y qué hay de las personas que deseaban escribir?

    Escorpión: Un hombre sin importancia que reprime a un criado.

    Sagitario: ¿Por qué tan silenciosa? Di algo, me entristece no oírte.

    Capricornio: ¿Y tú qué piensas?

    Acuario: Siempre te he visto como un ser como los otros, pero ahora veo qué notable mujer eres realmente.

    Piscis: ¿Por qué debo preocuparme tanto? Simplemente me mostraré tal cual soy.

     

    Y de regalo…. una geisha zombie :P