Autor: Raquel

  • Era broma, Señor, era broma

    Era broma, Señor, era broma

    Entre los oscuros pasados que conforman mi Oscuro Pasado (a partir de ahora, OP), hay uno relacionado con la Iglesia Protestante. No voy a ahondar en eso  esta vez (porque no quiero aburrir a los que se saben la historia y porque me desviaría del tema del que quiero hablar hoy) pero, como parte de ese OP, obtuve dos legados interesantes. Uno, conozco bastante bien la biblia y sus contenidos (y sus estilos literarios, ja) y dos, me sé un montón de chistes relacionados con la fe, las religiones, las sectas, las diferencias entre una iglesia y otra, los pasajes bíblicos y un montón de etcéteras. Lo malo es que ambas virtudes le son completamente intrascendentes a las personas no metidas en algo similar a mi OP, y, peor aún, que la mayor parte de la gente que sí le entiende a estos chistes suele ofenderse al escucharlos. Es un verdadero desperdicio. Sólo por eso me gustaría formar un grupo onda AA de ex-protestantes, para poder sentarnos a contar chistes y reírnos de ellos y discutir horas y horas sobre tal o cual pasaje bíblico pero sin sacar el argumento de «está bien porque está en la biblia».

    En fin, el chiste es que algunos de estos chistes (que escuché de pastores y laicos por igual) son realmente divertidos y oscuros como mi OP. Cuando los cuento, generalmente tengo que explicarlos, bu, aunque los hay que se sostienen solos, como éste:

    ¿Sabían que «Pérez» es el primer apellido que existió en el mundo? Sí, porque cuando Dios expulsó del paraíso a Adán y Eva les dijo: «Y pérez-serán».

    (¿Le entendieron? Perecerán, Pérez-serán, waka waka waka). Menos claros son estos:

    ¿Sabían que Pablo fue el primer torero del que se tiene noticia escrita? Porque en un de sus epístolas dice: «Dejé mi capote en Troas».

    ¿Quién era más rápido, Pedro o Juan? Juan, porque Pedro tiene primera y segunda, mientras que Juan tiene primera, segunda y tercera.

    También son divertidos los que tienen que ver con las diferentes ramas del protestantismo (porque no, señores, no todos los cristianos no-católicos creen exactamente en lo mismo!). Por ejemplo, está uno que yo escuché en boca de un metodista para burlarse de los pentecostales y otros «avivados»:

    Estaba una congregación de esas bien avivadas dale que dale al baile y los aplausos y hablando en lenguas y cantaban: «Manda fuego, Señor, manda fuego». Y más se prendían y más bailaban y levantaban las manos y cantaban: «Manda fuego, Señor, manda fueeeego». Y en eso cae un rayo en el techo de la iglesia y ésta se empieza a incendiar. Y los avivados cambian la letra de su alabanza: «Era broma, Señor, era broma».

    Se los cuento porque alguna vez le conté este chiste a Alberto, le gustó y ¡hasta lo hizo cuento! Y ahora… ¡incluso es el título de un libro! Para mí, como cuentachistes, es un verdadero honor. Y más porque el martes 21 de enero, a las 19:00 horas, ese libro será presentado en la Sala Manuel M. Ponce del Palacio de Bellas Artes de la ciudad de México. Ojalá se animen a acompañarnos, la entrada es gratuita. Prometo que a quien se me acerque y diga: «Raquel, quiero un chiste bíblico» le contaré alguno de los mejores de mi repertorio, ¡completamente gratis! (además de que podrán comprar el libro de Alberto, que está bien chido).

    manda fuegp

  • Ensalada raquelette

    Ensalada raquelette

    Hoy hice mi famosa ensalada raquelette (sí, yo la bauticé; sí, lo hice hace medio segundo) -y quedó tan pero tan buena que decidí ser linda y compartirles la receta.

    Van a necesitar:

    • Verduras varias. Yo hoy usé cuatro calabacines, un chayote, un pimiento verde, uno rojo y uno amarillo -el paquetito «semáforo», le dicen. Otras veces uso champiñones, ejotes, pepinos, apio, zanahorias, brócoli, chícharos y/o granitos de elote :)
    • Jugo Maggi bajo en sal
    • Aceite de oliva
    • Sal de mar
    • Limones amarillos (dos)
    • Limones verdes (mínimo uno)
    • Semillas de girasol o pepitas de calabaza (un puñito)
    • Cacahuates tostados sin aceite ni sal (otro puñito)

    Pasos a seguir:

    1. Laven todas las verduras. Bien. Que no queremos que nadie se enferme, ¿verdad?
    2. Piquen tooodas las verduras en cubitos. Yo procuro que queden como de dos centímetros cúbicos.
    3. Rebanen un limón amarillo. Uno nomás.
    4. Partan el otro limón amarillo por la mitad.
    5. Pongan un sartén en la lumbre con un chorrito de aceite. Mi chorrito es como de una cucharada sopera porque es nomás para dar sabor y los cositos grasos saludables que necesita el cuerpo. Ni siquiera espero a que se caliente demasiado, nomás a que corra bien. Como mi sartén es de esos teflonosos, nada se le pega. eso es bueno, diría yo.
    6. Echen la verdura, los cacahuates y las rebanadas de limón amarillo en el aceite, nomás a que se ablande tantirri. A mí me gusta casi cruda, que cruja, pues. Así la recomiendo pero cada quién.
    7. Pónganle jugo maggi al gusto. Yo le pongo hartito, por eso uso el bajo en sal, para que no me dé tanta culpa luego ;)
    8. Ya que esté con la textura adecuada, pásenlo todo a un tupper que tenga tapa y exprímanle el jugo del otro limón amarillo y de todos los limones verdes que quieran (aguas con la gastritis).
    9. Añadan las semillas de girasol o calabaza.
    10. Tapen el recipiente y agiten todo con vigor y entusiasmo.

    Y listo.

    Acá en casa la comemos así, tibiecita, recién salida de la estufa, o a temperatura ambiente, o directo del refri. También la usamos como base para sopa y queda buena ;)

    Les iba a poner una foto pero fui al refri, saqué el tupper con la ensaladilla, me comí dos cucharadas y no fotografié nada. Vine, me senté, me acordé a qué había ido, me paré de nuevo, volví a ir al refri, saqué de nuevo el tupper y me comí otra vez un par de cucharadas y no tomé fotos. Así que les quedo a deber la foto :( Pero a cambio les dejo una de una ensalada de gatos :D

    No hagan esto en casa
    No hagan esto en casa
  • Hoy toca País de Maravillas

    Hoy toca País de Maravillas

    Y como no quiero inundar a la banda con mis letras, hoy no pongo nada en el blog. Pero aquí está la liga a la entrada de hoy en La Jornada Aguascalientes, por si ocupan.

    El gato lector

  • Hace falta humor

    Hace falta humor

    En marzo de 2012 participé en el encuentro Reescribir a México en el siglo XXI, en Puebla. Este fue el texto que leí, se los comparto.

    Hace falta humor
    Raquel Castro (o sea yo)

    Estaba terminando mi texto sobre “Reescribir México en el siglo XXI” cuando comenzó a temblar. No fue algo del otro mundo (sí, fue de 7.8 grados en la escala de Richter, pero sólo grado II en la de Mercalli, lo que significa que fue “débil”), pero se convirtió en el tema dominante en las redes sociales por varias horas.
    Lo que más me sorprendió fue la facilidad con la que la gente se convirtió en una turba dispuesta a linchar a cualquiera que hiciera un chiste sobre “la tragedia” que, acá entre nos, realmente no fue una tragedia. Un susto, tal vez. Una molestia. Pero ni punto de comparación con el terremoto aquel de 1985, que se ha vuelto referencia para todas nuestras movidas telúricas.
    Entonces tiré a la basura el texto que estaba terminando y empecé de nuevo: tenemos que rescribir México desde el humor. Se supone que somos un país que se ríe de la muerte, que domina el humor negro y que no tiene miedo de carcajearse de sí mismo. Se supone que tenemos una tradición literaria que también sabe tomarse con humor las cosas, heredera del español Francisco de Quevedo, con representantes como José Joaquín Fernández de Lizardi, Jorge Ibargüengoitia, Emma Godoy, Jorge Mejía Prieto y Carlos Monsiváis, por mencionar sólo a algunos.
    Se supone que incluso Sor Juana escribió gracejadas de vez en cuando, ¿no? Pero a veces se nos olvida. A veces, la literatura mexicana, reflejo fiel de la sociedad mexicana, se toma demasiado en serio a sí misma y se pierde en los laberintos sosos de la corrección política, que muchas veces es machista, agresiva y destructora.
    Hay autores que tienen tanto miedo de no ser “solemnes” que su narrativa se convierte en sermón. Y, lo que es peor, se vuelven inquisidores de todos los demás, de todos aquellos que no estén dispuestos a indignarse ante cualquier muestra de humor: “Trivializan la tragedia”, se quejan cuando alguien escribe en tono ligero, y de inmediato ponen esas obras en el estante de los subgéneros, del que es tan difícil salir, o etiquetan al responsable de “poco serio”, enemigo de la academia, o exageraciones peores.
    De nada sirve argumentar que la tan glorificada seriedad muchas veces es árida y pomposa, o que más de una vez esconde sólo el miedo a la autocrítica: “no me río de mí para que nadie pueda hacerlo”, que sería una variación de “el que se ríe se lleva”.

    Algo es verdad: vivimos tiempos difíciles. La violencia, el colapso económico, el calentamiento global, el ocaso de un imperio del que sólo somos una provincia oprimida. No hemos logrado la equidad de género ni la incorporación de los pueblos originarios a la vida económica del país. Hay especies vegetales y animales en serio peligro de extinción.
    Pero ¿serán realmente más difíciles nuestros tiempos que los primeros años del siglo XX, que los primeros del XIX? Al menos tenemos internet y vacuna contra la polio. No estoy minimizando la situación que nos ha tocado en turno: por el contrario, creo que ésta es delicada y que bien vale la pena usar todas las herramientas a nuestro alcance para hacerle frente. El humor incluido. El humor sobre todo.
    Porque la risa no es sólo frivolidad, pese a lo que quieren hacernos creer los serios-a-ultranza. La risa puede ser liberadora. No hablo de esa risa burlona, descalificadora, tóxica del que se siente superior; ni la risa amarga de la autocompasión y el victimismo. Me refiero más bien a la risa transgresora del que señala lo que podría estar mejor, la carcajada que ya por romper el silencio es muchísimo más que resignación.
    Esto se entenderá mejor si exploramos las funciones del humor, que, según Avner Ziv, autor de El sentido del humor, son cinco:
    • Función intelectual o didáctica
    • Función agresiva (que puede ser derivada de un sentido de superioridad o de la frustración)
    • Función sexual (de la que no hablaré porque hay niños presentes en la sala)
    • Función social (en la que se incluyen las señales de amistad, distensión y solidaridad)
    • Función del humor como mecanismo de defensa (aquí entran el humor negro y el reírse de uno mismo)
    Así pues, son estas dos últimas de las que hablo yo cuando digo que la risa es más que burla o resignación. Porque, como dijo Peter Berger, otro estudioso del humor y autor del libro Risa redentora, “quienes ríen unidos, permanecen unidos. El humor refuerza la cohesión.
    Sin embargo, parece que al que se atreve a escribir con humor le espera el linchamiento de los serios que les platiqué hace rato.
    Por eso me da gusto cuando me encuentro con obras de la literatura mexicana actual que se atreven a explorar el espíritu lúdico. Mencionaré solo algunos, para documentar nuestro optimismo:
    • José Luis Zárate (quien por cierto, debería haber sido invitado a este encuentro, ya que es uno de los mejores narradores no sólo poblanos, sino de todo México), autor de series de minificciones delirantes, ingeniosísimas, risueñas, pero con el mérito de no convertirse en chistes fáciles.
    • Fernando de León, cuentista jalisciense, quien juega a poner en situaciones cómicas elementos de la alta cultura (por ejemplo, en uno de sus cuentos, el Conde de Saint Germain y el Diablo son un par de vividores en las calles de Guadalajara).
    • Francisco Hinojosa, autor extraordinario por combinar a la vez la ligereza y la crítica demoledora.

    No son los únicos. Y quizá veamos más conforme aumente el número de escritores que se atreven a escribir de manera distinta a como exigía la tradición literaria del siglo XX. Ya hay muchos que están practicando técnicas y puntos de vista que hubieran sido impensables apenas hace 20 años. ¿Por qué no podrá haber más escritores –y escritoras– que utilicen las facultades liberadoras del humor? Yo diría que incluso nos hace falta: reescribir al país en este siglo, si es posible, tiene que pasar por modificar nuestra manera de pensar y de relacionarnos con el mundo.

    Braaaaaains
    Braaaaaains
  • Roomies

    Roomies

    Un ejercicio de imaginación por puro ocio: si la literatura mexicana fuera una escuela-internado inglesa (sin magia), y usted tuviera que cursar los seis años reglamentarios ahí, ¿con qué escritor/a mexicano/a le gustaría compartir habitación y por qué? ¿con cuál cree que sería una tortura, y también por qué? Utilice autores vivos o muertos, da igual para el ejercicio.
    Un ejemplo: a mí me gustaría compartir cuarto con Sor Juana, porque seguro me ayudaría a estudiar y, cuando tuviéramos mal de amores, nos emborracharíamos a escuchar a José Alfredo y a recitar «Hombres necios». En cambio, no me gustaría compartir habitación con Pita Amor: seguro sería fiesta tras fiesta sin parar (¡en nuestro cuarto compartido!) para terminar cada vez corriendo a todos en un ataque histriónico (la verdad, ya no estoy como para cuidar gente malacopa). No estaría mal compartir con Elena Garro (nos la pasaríamos viendo fotos de gatos en facebook) y seguro sería divertidísimo ser roomie de Fulana de Tal (aunque no me dejaría etiquetarla en las fotos de nuestras fiestas, ash) Con Rosario Castellanos me la pasaría bomba, creo; pero no sería lindo con Josefina Vicens: ¡tendría que pasarle todos los apuntes, con eso de que su libro está vacío! :D
    Y en caso de habitaciones mixtas, a fuerza que elegiría compartir con Alberto Chimal, obvio ;)

    ¿Se imaginan a Fuentes y García Márquez en plan Harry Potter y Ron?
    ¿Se imaginan a Fuentes y García Márquez en plan Harry Potter y Ron?